Por Sabine Glaubitz, desde PARIS
De la agencia DPA
La belleza puede ser una maldición.
En el caso de Catherine Deneuve, sin embargo, la belleza también es una forma de inteligencia.
En más de 45 años de carrera, la gran dama del cine francés creó una imagen que la muestra siempre femenina, sensual e irresistible, pero inalcanzable.
Como la estatua de mármol de la figura nacional francesa "Marianne", a la que prestó rostro en 1985. Este hermetismo tan atractivo inspiró a grandes cineastas para realizar obras maestras del séptimo arte.
"Indochine", de Régis Wargnier, y "El último metro", de François Truffaut, atrajeron a millones de personas al cine.
Una y otra vez la Deneuve, que este miércoles 22 de octubre cumple 65 años, inspiró a directores como Lars von Trier, Leos Caraz, Raoul Ruiz, Manoel de Oliveira y François Ozon. Lo que se oculta detrás de su aspecto inmaculado seguirá siendo su misterio. En entrevistas, la estrella suele mostrarse formal y reservada.
E incluso en sus diarios "A la sombra de mí misma" los lectores se enteran de muy poco de su vida personal.
El libro consiste en recuerdos de algunos de sus rodajes. Describe sin aires de diva las alegrías y los sufrimientos de su trabajo: los diferentes papeles, las condiciones de trabajo, las localizaciones, los encuentros, la falta de sueño y el agotamiento. "Me escondo", dijo una vez hace años en el Festival de Cannes, donde es una de las invitadas habituales.
Este año, estuvo allí con dos películas: la historia familiar "Un Conte de Noël", de Arnaud Desplechin, y "Je veux voir", de Joanna Hadjithomas y Khalil Joreige, una producción sobre los efectos de la guerra en el Líbano.
"Ya de muy joven me vi expuesta a la brutalidad y la vulgaridad de los diarios. Eso me consternó de tal manera que comencé a protegerme", sostuvo. Los primeros titulares que causaron revuelo en Francia los generó en 1964.
No sólo porque en Cannes ganó la Palma de Oro "Los paraguas de Cherburgo", sino porque a los 20 años se convirtió en madre soltera.
Una situación difícil en la Francia previa al 68. El padre de su hijo Christian fue el mujeriego Roger Vadim. Vadim, que entonces era el marido de Brigitte Bardot, fue el que descubrió a Deneuve para el cine en 1960.
Dos años después, le dio su primer papel importante en su película "El vicio y la virtud", en la que encarnó a la virtud.
Cuando Deneuve conoció a los 17 años a Vadim, 15 años mayor, no sólo rompió con sus padres.
Bajo la influencia del director, la morena se tiñó de rubio, como BB. El director la introdujo en el jet set y convirtió a la tímida y reservada Catherine en una rubia sexy e inalcanzable.
De "castidad llena de sex appeal" calificó él su irradiación, que desde entonces se convirtió en su seña de identidad. Al "encanto de la virgen profesional" sucumbió también Roman Polanski, con el que rodó "Repulsion". Deneuve, sin embargo, siempre se defendió de la imagen de sex symbol. "Sex symbol. ¿Qué significa eso? Invierto bastante más en cada película que sólo mi aspecto.
El sexo es para mí demasiado chato, demasiado unidimensional.
No soy un poster de una revista masculina. Erotismo es una palabra mucho más apropiada. En todo momento estoy dispuesta a explorar ámbitos eróticos, pero estoy muy lejos de explayarme al respecto en público", dijo una vez en una entrevista.
Y justo ésa es la receta de su éxito: Belleza en forma de inteligencia.
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Por Ana María Bertolini, de la agencia Telam
Ser madre no es chiste: al estresante tema de cambiarle al bebé los pañales cada tres horas y de darle cada cuatro el biberón -situación que dura, mínimamente, dos años- le sigue la dolorosa comprobación de que de allí en más la vida consistirá en mojar lo seco, secar lo mojado, vaciar lo lleno y llenar lo vacío.
A la primera etapa le siguen otras peores: ser madre-bombero, cuando el nene toma los fósforos y se empeña en ser Nerón con las cortinas; ser madre-Same, cuando se le da por empinarse la botella de lavandina, y así, in eternum. No obstante, en virtud del mandato ancestral que dice que hay que tropezar siempre con la misma piedra, ella volverá a engendrar una y otra vez, porque dar vida suena a ser Dios.
Eso, hasta que advierta la injusticia: Adán nació adulto y aun así, El se dio el lujo de tomarse todo el séptimo día para descansar.
Darse cuenta implica buscar niñera: la del primer hijo deberá ser sí o sí, psicopedagoga; al llegar el segundo, servirá con que sepa leer y escribir, además de planchar, lavar y cocinar; para el tercero, bastará con que no se drogue. Antes de tener hijos, habría que averiguar si se tiene pasta para aguantarlos y una buena forma de experimentar es untar con miel el sofá y pasarle crayón negro a la pared recién pintada.
En caso de que esto falle, hay otra fórmula infalible: comprar dos cerditos y dejarlos retozar a sus anchas en el dormitorio. Harán lo equivalente al 0,01% de dos niñitos.
A falta de estas experiencias previas, los hijos vienen, crecen, van a la escuela, toman la computadora y escriben en internet cosas como éstas sobre sus desfallecidas madres:
-Mi madre me enseñó religión: "Rezá para que esta mancha salga de la alfombra."
-Mi madre me enseñó lógica: "Esto es así porque yo lo digo, ... y punto!!!!" -Me enseñó ironía: "Seguí llorando, y vas a ver como te doy una razón para que llorés de verdad."
-Me enseñó a ser ahorrativo: "Guardá las lágrimas para cuando yo muera!!!"
-Me enseñó fuerza y voluntad: "Te vas a quedar sentado hasta que te comas todo". -Me enseñó rectitud: "Te voy a enderezar de un tortazo!!!".
Cuando son adolescentes, la cosa empeora: si la madre le prepara el almuerzo, es "no tengo hambre"; si no le cocina, es "¿acá nunca hay nada para comer?" .
Sin duda, ser madre involucra perder el sitial de mujer independiente: el ego queda por el piso y encima se lo traga la aspiradora, pero se sobrevive a la transformación. De aquella joven que miraba por TV y a cualquier hora lo que se le antojaba, al cabo de un marido y un par de hijos, surge una mamá contenta de que en su LCD sólo se ve fútbol y dibujitos.
Si de comer pollo se trata, habrá una pata para cada hijo y la pechuga para el viejo; para mamá siempre serán las alitas y la carcaza vacía, porque los menudos se los comió el gato. ¿Es que no hay forma de zafar del destino de ser madre? ¿Acaso hay que serlo con cada marido que se consigue al paso?
Cuando una madre disfruta de muchos hijos, una manera sencilla de acordarse cómo se llaman es ponerles a todos el mismo nombre. Berta, que tuvo diez, los llamó Ernesto, Ernesto, Ernesto, Ernesto, Ernesto, Ernesto, Ernesto, Ernesto, Ernesto y Ernesto.
"¿Todos se llaman igual?", preguntó asombrado un vecino. "Ajá, así, cuando digo Ernesto, todos entran, o todos salen, o todos vienen a comer...", respondió Berta. "Pero si quiere hablar con uno solo, ¿cómo hace?", inquirió el hombre. "ðAh! En ese caso, los llamo por su apellido".
Recién al fin de la vida, cuando el Alzheimer borró del disco duro las tropelías sufridas y asomó la chochera, algunas madres admiten sentirse orgullosas de sus hijos.
Fue el caso de cuatro madres que se juntaron el domingo pasado a tomar el té: "Mi hijo es cura y cuando llega, le dicen Padre", comentó una. "Mi hijo es obispo y donde quiera que vaya, la gente le dice Monseñor", saltó la otra.
"No las quiero menoscabar pero mi hijo es cardenal y la gente le dice Su Eminencia", respondió la tercera. Muy calmadamente, la cuarta madre dijo: "Mi hijo es stripper y cuando sale, las mujeres sólo dicen ðDiossss!!!!".
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Para quienes las tenemos en vida, ahora
para quienes las siguen teniendo en su alma, más viva que nunca,
un fuerte abrazo a ELLAS...con fuerza, emoción....
Horacio Lara
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Una docente que trabajó 30 años frente al aula y siempre pensó a la educación como una herramienta para ser más libres contagió la vocación a sus tres hijas, que ahora están convencidas que haberla visto trabajar con los chicos, e inclusive tenerla como maestra, las marcó en su destino profesional.
Estela Paglilla se jubiló este año, luego de ejercer durante tres décadas en escuelas primarias bonaerenses, donde sus tres hijas la tuvieron como maestra en distintos momentos de su trayectoria. Sin embargo, lo que podría parecer extraño para otras familias, no lo fue para Paglilla, quien su primera experiencia escolar la pasó de la mano de una tía, su maestra de primer grado.
"No es que busqué seguir los pasos de mi mamá", dijo Anahí, una de las tres jóvenes que heredaron la profesión de su madre, y que desde hace seis años es profesora de Educación Física, "pero verla trabajar en el aula sin duda me marcó y juro que no es porque haya sido mi mamá, pero fue mi mejor maestra", aclaró. Para Paglilla, ser maestro "es ayudar a ver, si el otro quiere, que es 'posible'. La educación es liberadora. Que por la educación puede pasar que una persona quiera pelear por estar mejor. Y eso no se puede buscar en un medio hostil".
"Yo les decía a los chicos: ¡a veces tenemos un día..! ya que no siempre nos va bien ¿que les parece si en estas cuatro horas tratamos de pasarlo lo mejor posible?.
La docente señaló además que "cada año y cada grupo era distinto, porque uno mismo también cambia y el desafío se renueva cada vez, por tratarse de una experiencia única".
Para Luciana, la mayor de las hijas, que hace diez años ejerce como docente de Plástica en escuelas estatales bonaerenses primarias y secundarias, su madre fue "una maestra divertida y práctica y yo trato de aplicarlo también en mi trabajo". "A veces me dicen mis compañeros, cuando entro a dar clases, ¿cómo hacés?. Yo siento que me salen las cosas porque, como ella, creo que se puede hacer mucho con los chicos, con la institución, a pesar de las dificultades", comentó la joven maestra.
Paglilla dijo que a pesar de la tarea solitaria de los maestros, muchos de ellos comparten la idea de que educar es decirle al chico: "si vos querés aprender, yo te puedo ayudar".
Ella considera que algo indispensable para acceder al saber, es querer, y su tarea, señaló, es tratar de acercar todas las herramientas para que lo logre. Rocío, de 18, que tuvo a su madre como maestra de una de las áreas que se dictan en quinto año de la Educación General Básica (EGB), contó que su mamá "le mostró que aprender es lindo, que es posible buscar lo que uno quiere y lograrlo. No sé por qué, pero creo que para mí, va a ser fácil enseñar. Tengo algo que transmitir, lo siento".
Las tres hijas coincidieron en que la influencia de una madre docente muy comprometida con la tarea, seguramente las marcó, pero aseguran también que la experiencia de haber estado en el aula como alumnas fue y será entrañable. Para Paglilla, el rol de la mamá es totalmente diferente al de la maestra, aunque a veces se haya confundido y hasta considerado a la docente como una segunda mamá.
Al respecto, explicó que para el trabajo del docente lo ideal es ver que detrás de un chico hay "un otro adulto" que lo cuida, que lo valora, que se asombra con sus logros. "Eso a veces no se puede tener, a veces esa mamá que uno espera ver, que está detrás de ese chico, sosteniéndolo, no está por distintos motivos", agregó.
Finalmente, sostuvo: "Cuando esa mamá o ese papá faltan, o ese sostén no está, he tratado de lograr que el niño acepte su realidad, porque es lo que la vida le dio, pero mi trabajo en estos casos ha sido muy difícil". (Télam)
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Contento porque sumamos una colaboradora más al staff de quienes hacemos eH!.
Se trata de Jessica Lekerman, una chef joven, que con su cocina que la caracteriza, sana y exquisita, estará presente de ahora en más en las páginas de este suple.
La idea es que los lectores se sigan comunicando a este blog para dejar sus inquietudes y Jessica, con su saber, tomará nota de las inquietudes y creará propuestas.
Espero que lo de hoy les guste y les sirva de anticipo de lo que vendrá, de la mano de esta joven profesional.
Más info:
www.cocinaenlaweb.com.ar
QUE LES GUSTE
Horacio Lara
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