Por Fernando Heller
La catedral de Amberes no podía esperar mejor regalo para el día de la Asunción, que se celebra hoy.
La joya del Gótico, que preside con elegancia la urbe belga, acaba de recuperar quince lienzos de los artistas más emblemáticos de la pintura flamenca, entre ellos por ejemplo Rubens, robados durante la Revolución Francesa (1789-1799).
La exposición "Reunidos" tiene el mérito de haber juntado precisamente en el espacio de la catedral, donde estaban expuestas hace casi medio siglo, una buena muestra de los artistas más notables del siglo XVII en Flandes y los Países Bajos. Entre las obras maestras que se pueden admirar en la catedral, especialmente acondicionada para la ocasión, figura una "Pasión de Cristo", de 1618, que fue encargada al maestro Pedro-Pablo Rubens (1577-1640) por el rico comerciante flamenco Jan Michielsen y su esposa Maria Maes.
La historia de este lienzo ejemplifica claramente lo que fue el complejo devenir de Bélgica, nacido como país moderno en 1830. El tríptico fue confiscado por los comisarios de la primera República Francesa y enviado a París, donde fue expuesto durante algún tiempo en el Museo Central de las Artes de Francia para posteriormente ser devuelto al Museo de Bellas Artes de Amberes. Pero quizás la característica más notable de la muestra es precisamente la "migración" que se ha producido desde las salas asépticas del museo de Amberes hasta las paredes altas como pináculos erguidos de la catedral, donde estaban originalmente. Por ello, la exposición "Reunidos" es "como una vuelta a casa" para estas obras maestras de la pintura, aseguran los comisarios de la muestra, Ria Fabri y Nico van Hout. "En lugar de estar situadas tras una hermética vitrina de cristal del museo, las obras de Rubens, Quentin, Metsys, Bernard van Orley, Frans Floris, Merten de Vos o Frans Francken se hallan ahora exactamente a 2,70 metros de altura del suelo, justo donde estaban situadas en su época de mayor esplendor", comenta Nico van Hout. Otra de las joyas de la exposición es una "Adoración de los pastores", de Frans Floris, el principal representante de la escuela italiana en Amberes entre los siglos XVI y XVII, o el "combate de los ángeles caídos", también de Floris, en la que se aprecian claras influencias del italiano Miguel Angel (1475-1564) y del alemán Alberto Durero (1471-1528), según los expertos. No cabe duda de que la propia estructura gótica de la catedral, con sus columnas que se alzan al cielo con la verticalidad propia de los cipreses, contribuye a dar mayor esplendor a los maestros flamencos.
Antes de la Revolución Francesa, la catedral de Amberes poseía decenas de ricos altares y hermosos lienzos encargados por las diversas cofradías y gremios. Unos más lujosos que otros, todos tenían, sin embargo, decoraciones con pinturas y esculturas de los artistas más renombrados del momento.
Pero llegó la revolución y la anexión del país a fines del siglo XVIII. "Estos aconticimientos históricos fueron incluso mucho más nocivos para las obras maestras de la catedral que la fiebre iconoclasta de 1566", opina Ria Fabri. El arzobispado, las congregaciones religiosas, los gremios y las cofradías fueron literalmente borradas del mapa. La catedral fue cerrada y las obras trasladadas a París y lo poco que quedó fue subastado. La repatriación de estas joyas artísticas se produjo en 1815.
Algunas de esas obras maestras, como el "Descendimiento de la cruz", de Rubens, la mayor obra de arte de la pintura flamenca del siglo XVII, o "Las bodas de Canaa", de Marten de Vos, volvieron a sus lugares de origen en la catedral. Otras, sin embargo, fueron trasladadas, no se sabe todavía bien por qué, directamente al Museo Real de Bellas Artes de Amberes.
Ahora, exactamente 450 años después de la creación de la diócesis de Amberes (en 1559), ha llegado la hora del "reencuentro", de la reunión de todos estos artistas, al igual que una gran familia que tras un largo tiempo en el exilio vuelve a verse en su lugar de nacimiento.
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