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10 » Feb 2009 |
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Un lince |
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El frenesí sexual de los linces
Por Gustavo Catalán Deus | El Mundo Madrid
El felino copula hasta 80 veces en 48 horas en el centro de cría en cautividad. Tanta actividad garantiza casi con seguridad que la hembra se quede preñada. El instinto reproductivo posiblemente ha aumentado ante el riesgo de extinción
Los linces copulan sólo durante dos meses al año, pero cuando lo hacen, se entregan a ello con frenesí. El programa de Cría en Cautividad del Lince Ibérico, con cerca de cinco años de experiencia, ha permitido descubrir numerosos aspectos biológicos, morfológicos y etológicos de estos emblemáticos felinos en grave peligro de extinción.
Espiarlos día y noche los 365 días del año con las cámaras remotas desde la sala de control del Centro de Cría, en el Acebuche, dentro del Parque Nacional de Doñana, proporciona una valiosa información científica sorprendente, hasta ahora desconocida.
Así se ha sabido que las concentraciones de estrógenos y hormonas en los linces en cautividad son 35 veces más elevadas que las de cualquier otra especie de felino. ¿Por qué? El tiempo y la observación traerán la respuesta, aunque quizá el instinto reproductivo ante la mínima población que queda, sea la respuesta.
Tanto hormona y estrógeno en los linces activa la sexualidad a límites orgiásticos: durante los seis o siete días que entran en celo la hembras, permiten ser montadas por un macho hasta 80 veces en sólo un par de días. La cifra es la más alta del estudio; la media de cópulas es de 28 veces en esas horas. Como la mitad del tiempo están durmiendo, tocan a una cada hora.
«No está mal el número de cópulas, aunque los leones lo hacen hasta 200 veces», afirma Astrid Vargas, la directora del centro. En cualquier caso, el frenesí sexual garantiza lo que ambos animales buscan instintivamente con tanto ahínco: la descendencia. Tanta actividad deja preñada casi con seguridad a la hembra, según vienen demostrando los análisis de gestación, que se realizan con una técnica más que curiosa, explicada más adelante.
Rugidos y zarpazos
Cuando la hembra se queda preñada ya no quiere más sexo; pero el macho -como todos en el reino los mamíferos- quieren dispersar su semilla lo más ampliamente posible. En el Centro de Cría en Cautividad les dan una segunda opción; se supone que en la naturaleza logran una tercera, cuarta... Lo más promiscuo que puedan mientras encuentren otra hembra receptiva en esos dos meses -enero y febrero- que tienen el celo durante sólo una semana.
Los linces alcanzan la madurez sexual en el caso de las hembras a los tres años, y en el caso de los machos a los cinco años. Si se añade que no hay más que 30 hembras reproductoras entre la población en libertad y que tienen un celo tan corto una vez al año, no debe ser muy extraño que cuando logran el contacto sexual se entreguen a ello con pasión.
Los linces cautivos parecen ser los que más tiempo emplean en la tarea reproductora. Hasta dos minutos puede estar el macho penetrando a la hembra, mientras mantiene preso el pellejo de la nuca de su pareja. La cópula de otros felinos en los documentales de la televisión suele ser mucho más rápida, con rugidos y algún que otro zarpazo de rechazo.
«El semen de los linces es de poca calidad. Debe ser a causa de la falta de variabilidad genética», expresa la veterinaria portorriqueña Astrid Vargas, que en este periodo de tiempo ha logrado 24 nacimientos de linces, que representan más del 10% de la población silvestre. Con ellos se buscarán nuevas camadas en años sucesivos, y a partir de 2010 empezarán a ser liberados algunos ejemplares allí donde el hábitat es idóneo para acojerlos.
Los ocho especialistas y seis voluntarios que se turnan en el manejo de los 52 ejemplares cautivos actualmente han descubierto algo tan sorprendente como sentimientos de cariño entre alguna pareja.
Es el caso del macho JUB y la hembra Saliega, que muestran preferencia por estar juntos. Cuando JUB ha sido introducido en la jaula de otra hembra, Esperanza, para que procrearan otra camada el año pasado, JUB maullaba reclamando a Saliega y ésta le contestaba día y noche. Aún así, JUB dejó preñada a Esperanza, que pese a su edad madura es una hembra «juguetona y flirteadora», según sus cuidadores.
Una chinche muy eficaz
Para un centro como el de el Acebuche, es muy importante conocer lo antes posible si tras la cópula, la hembra ha quedado gestante. Los análisis de orina y heces no siempre dan buen resultado, lo mejor es un análisis de sangre basado en la detección de la hormona placentaria relaxina. Pero no conviene anestesiar a la futura madre para extraerle una muestra de sangre por el estrés que puede suponer. De ahí que, los expertos el Centro de Cría hayan desarrollado una técnica mediante insectos triarómicos de los géneros Tipetalogaster y Rhodnia, que no son otros que las chinches sudamericanas que transmiten el mal de Chagas y otras patologías.
Estos insectos, que cría libres de patógenos y virus el Instituto de Investigaciones de Vida Silvestre del Zoo de Berlín, se meten en unos cubículos perforados en los corchos sobre los que descansan los animales. Por un tamiz pueden sacar su trompa con la que logran succionar hasta tres milímetros de sangre del lince al que se quiere analizar mientras descansa.
Luego sólo hay que retirar la sangre del abdomen de la chinche y proceder al diagnóstico del embarazo u otras enfermedades. El año pasado siete hembras pudieron ser analizadas gracias a este método no invasivo y carente de riesgos y manejos no recomendables. |
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