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Diario Río Negro
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Rodolfo Chávez
Editor Responsable
 
  06 » Feb 2011
"Hay un cambio social en torno de la ciencia"
  ADRIAN PAENZA, UN CIENTIFICO CON MIRADA POLITICA

Entrevista publicada en el diario Página 12

“Hay un cambio social en torno de la ciencia”

Matemático, periodista y docente, Adrián Paenza sostiene que hay un interés inédito por la ciencia en la sociedad argentina. Y en el Gobierno, añade. De eso habla aquí: de ciencia y de política. De la relación que tuvo con Néstor Kirchner, de los científicos que vuelven, del Ministerio de Ciencia, de Macri, Tecnópolis y la derecha.







Por Andrés Osojnik

Sorprende que un reporteado responda “no sé”. O peor aún, “no tengo idea”. Será que el método científico le impide sostener algo que no tiene empíricamente comprobado. O será la sinceridad que lo lleva a evitar las frases de ocasión. Adrián Paenza no tiene respuestas prefabricadas. Habla de sus programas de matemática en la televisión y asegura que no deja de sorprenderse de tanta repercusión. Habla de sus libros y confiesa que nunca creyó en semejante éxito. Habla del momento político actual y dice que no sabía que era kirchnerista, hasta que la realidad se lo demostró... Adrián Paenza habla de su relación con Néstor Kirchner, de Tecnópolis, de Macri, de los medios. De cómo intervino para que llegara al país el programa de entrega de notebooks a los chicos de la secundaria. Y de por qué la ciencia ahora tiene alto rating.
“Hay un evidente cambio social en torno de la ciencia –sostiene–. Si yo hubiera sabido de la repercusión de mi libro, lo hubiera escrito veinte años atrás. Si yo no lo escribí es porque no había receptividad. En aquella época no había en los medios de comunicación periodistas especializados en ciencia. Los diarios levantaban lo que salía en las agencias, no había producción de libros de divulgación de la ciencia como hay ahora, para lo cual tiene que haber un mercado, han aparecido películas, hay canales de televisión dedicados a la ciencia, aparece el Canal Encuentro. Estamos formando parte de un proceso de modificación que no lo sé mirar porque no tengo perspectiva. Pero lo que puedo hacer es ver los datos y describirlos: esto antes no pasaba.”

–¿En esto influye también la tecnología?

–Sí, también hay más medios, Internet, las redes sociales, muchas más maneras de comunicar, la tecnología no permitía hacer lo que se hace ahora. El único cargo que yo tuve en cualquier estamento fue secretario académico del Departamento de Matemática en el año ’83 cuando asumió Alfonsín. En ese momento, las revistas científicas de matemática llegaban al Departamento con dos años de atraso. Es decir que un científico podía estar trabajando en un tema y cuando creía que lo podía publicar ya estaba hecho hace tiempo. Yo estuve en España antes del Mundial del ’84 con quien era el rector de la Universidad Complutense de Madrid. Ellos recibían todos los meses las revistas y le pedí que fotocopiara una vez por mes el índice y lo mandara por correo. Entonces yo lo dejaba en la biblioteca para que los científicos de acá por lo menos pudieran ver los temas que se publicaban.

–Ya tenía entonces la idea de la importancia de la difusión...

–Sí, pero yo no me daba cuenta. Porque todo esto fue una casualidad. Si yo dijera que todo esto fue un plan... no, no fue así. Claudio Martínez me propuso hacer un programa de televisión, y yo le dije, bueno, lo hacemos pero siempre que yo pueda vivir afuera. Yo vengo y grabo los programas. Así nació Científicos Industria Nacional. Empezamos... y hace nueve años que lo estamos haciendo. Diego Golombek hacía de cocinero científico en un programa y cada vez que terminaba un programa yo contaba una historia de matemática. A los dos años me llamó Diego a Chicago y me dijo, escribí todas esas historias y yo te publico un libro. Y le dije, Diego, nadie va a comprar un libro así. Diego me dijo dejá que lo decida yo. Se publicó y de pronto, ¡bum! ¿Quién podía saberlo? La primera edición fueron cuatro mil ejemplares, la primera edición del segundo fueron 40 mil.

–¿A qué atribuye esa repercusión del libro, ese interés masivo por la ciencia?

–No lo sé. Algo está pasando. Nosotros estamos haciendo la cuarta temporada de Alterados por pi, un programa de matemática por televisión... ¿es raro, no? Fuimos a las escuelas a grabar los programas, llegamos con las camionetas y parece que fuéramos una banda de rock... llega la matemática. Hay 400, 500, mil chicos que vienen a escuchar hablar de matemática. Yo estoy tan sorprendido como ellos. Ellos se quieren sacar fotos conmigo y yo me quiero sacar fotos con ellos, porque yo soy el impactado. Algo está pasando, pero no sé qué causó esto. En programas de alto rating yo estuve muchos años, Fútbol de Primera, con Muñoz, con Víctor Hugo... Pero esto es distinto.

–¿Qué es lo distinto?

–Lo distinto es lo inesperable. Es esperable que en el fútbol te vean millones, la televisión impacta mucho. Pero no es esperable que te esperen 700 chicos, los padres, los profesores y que reciban a un grupo de personas que hacen un programa de matemática como si fuera una banda de rock, o como si hubiera llegado Ginóbili. A nosotros nos recibieron en Wilde con un pasacalle...

–¿Este cambio social del que habla tiene que ver también con el momento político que vive el país?

–A mí me dan ganas de decir que sí, porque tengo una gran simpatía por este Gobierno... yo no sabía que era kirchnerista, yo no voté a Néstor. Yo fui a hacer la cola para votar y lo iba a votar a él, pero me dije que no podía votar a alguien que llevaba a Scioli de vicepresidente. Y la voté a Lilita. Una claridad de ideas bárbara la mía... Después se lo dije a él, en la Casa de Gobierno, la primera vez que lo fui a ver.

–¿De qué hablaron aquella vez en la Rosada?

–Cuando lo fui a ver la primera vez me dijo, che, los becarios del Conicet ganan 800 mangos. Le digo, sí. Y me dice es una barbaridad, cómo van a ganar 800 mangos, vamos a ver qué podemos hacer. Esto fue diciembre del 2003, tres meses después, en marzo del 2004, un científico argentino, Gabriel Rabinovich, había publicado en la revista Cell una investigación muy importante. Entonces lo citó a la Casa de Gobierno e invitó a algunos periodistas. Yo fui. Cuando me vio, me dice “che, ¿te dije que iba a hacer algo, no?”. Les habían aumentado de 800 a 1200 pesos a los becarios, el 50 por ciento. Yo conocí a todos los presidentes de la etapa democrática, todos hablaban desde el bronce. Todos conocían lo que era el Conicet, ahora, que todos supieran que el Conicet tenía becarios, ya empiezo a dudar. Que supieran que existía el Conicet, que tenía becarios y que supieran lo que ganaban... desconfío fuertemente. Y que además hicieran algo para cambiarlo, es muy raro.

–¿Por qué un científico quiere volver hoy a la Argentina?

–Un científico vuelve ahora porque hay oportunidades de trabajar y no necesita desarrollarse en un contexto que le resulta extraño. Vuelve porque tiene sus amigos acá. Cuando uno está afuera, lo que le pasa a Obama es folklórico, pero se muere Kirchner y eso impacta mucho. Yo me entero de que se muere Kirchner porque me avisa Ginóbili. Yo había ido a caminar como todos los días temprano y al volver tenía 17 mensajes en el teléfono. Me asusté, dije qué pasó. Y tenía un mensaje de texto, era Manu que me decía ¿viste lo que pasó? Se murió Néstor. El impacto que se produjo en todos los argentinos que vivimos allí fue muy fuerte. Por eso la gente regresa: se están dando las condiciones, está la tendencia de que la ciencia importa. Ahora estamos en la etapa de que hay que traerlos porque los hemos generado no- sotros. El 98 por ciento de lo que publican en revistas científicas en el mundo los argentinos que están trabajando en el país son científicos egresados de universidades nacionales y que trabajan en organismos estatales, en general, el Conicet. Entonces, si la Argentina pudiera traer para acá todo lo que tiene en el exterior...

–¿Hay aceptación en los científicos argentinos en el exterior de lo que se está haciendo aquí?

–No lo sé, pero se sabe que hay un gran respeto por la ciencia ahora. Hay consulta, hay interés. Hay un comité de ética en la Argentina. Me acuerdo, que la Argentina tenía que llevar una posición respecto de qué iba a hacer con las células madre. Rafael Bielsa era el canciller y le pidió al comité de ética del Conicet que le diera una opinión. No era vinculante, pero por lo menos había alguien a quien le importaba. Todo esto está pasando ahora, son muchas pequeñas cosas. Muchas son intangibles, pero antes no pasaban. Yo pensé que no iba a vivir esto y ahora lo vivo. Que se discuta si va a haber un potencial reparto de las ganancias con los trabajadores... Posiblemente no se haga, que esté en la agenda es una señal. La Asignación Universal por Hijo incrementó un 25 por ciento la matrícula de los chicos en los colegios primarios. No tenemos noción de lo que esto significa. Uno puede hacer charlas intelectuales, pero hay que ver que a la gente la están volviendo a la vida.

–Volviendo a la ciencia, el proyecto de Tecnópolis sería un símbolo de este interés político por la ciencia que describe...

–Sí, es un símbolo, pero también marca el engaño de la palabra cuando es vacía de contenido.

–¿A qué se refiere?

–A lo que hizo Macri. Yo deploro a Macri y todo lo que él representa, pero independientemente de eso, él es jefe de Gobierno. Y si el argumento por el cual Tecnópolis no se hizo en la ciudad es porque se va a cortar el tránsito durante tres o cuatro días (ellos dijeron 40), no es serio. Nueva York todos los años recibe en septiembre durante una semana a 155 jefes de Estado, para la Asamblea General de las Naciones Unidas. En los últimos ocho años me tocó estar siete: es un caos. Bueno, pero si quieren tener la sede de las Naciones Unidas ahí, algún precio tienen que pagar. Hay que elegir costo-beneficio. ¿Queremos decir que la ciencia importa, sacarla a la calle y generar los vasos comunicantes con la sociedad? Si se cerraran en la Argentina las escuelas primarias, todo el mundo saldría a la calle porque todo el mundo entiende el valor de salir de analfabeto a alfabeto. Si cerraran las universidades, también habría un lío bárbaro porque los estudiantes saldrían a la calle. Pero la sociedad todavía no tiene en claro por qué importa investigar, todavía esto es una asignatura muy pendiente. Todavía no está claro que la sociedad se va a beneficiar, o se debería beneficiar, en función de lo producido por las universidades. Entonces cuando alguien aborda Tecnópolis así es un metamensaje: me importa un pito.

–Y más allá del tránsito, ¿por qué Macri no permitió Tecnópolis?

–Porque ya tuvieron un problema con los festejos del Bicentenario. Y después muere Kirchner y vuelve a estar la gente en la calle. Hay una tendencia de Macri y en general de los gobiernos conservadores de no querer la ocupación de los espacios públicos por parte de la gente. Las muchedumbres, la gente en la calle es un problema. Y a eso le tienen miedo.

–Antes contaba su primera reunión con Kirchner en la Rosada. ¿Qué motivó aquella reunión?

–Yo a Kirchner me lo encontré justamente cuando se hacía la reunión de la Asamblea General de las Naciones Unidas en septiembre de 2003. Yo a él lo conocía por haberle hecho notas en televisión, pero nunca había estado con él. Yo estaba con unos amigos en Nueva York y me iba al teatro. Iba caminando por la Quinta Avenida rápido porque llegábamos tarde y de pronto lo veo caminando a Ginés González García. Qué hacés Adrián, nos saludamos y le dije te doy un abrazo porque me tengo que ir que empieza el teatro. ¿Pero no viste quién está ahí? ¿Quién está? Miro y estaba Kirchner. Cuando me quiero dar cuenta, estaba él caminando hacia mí. Me saludó y me dice, venite al Consulado. Le digo no puedo, yo estaba vestido con vaquero, le digo tengo entradas para ir al teatro y me dice, dejate de joder, te está invitando el Presidente y vos decís que tenés entradas para ir al teatro. Bueno, le digo, yo voy a ir, pero va a haber 200 personas, yo voy a estar a un costado, contra una pared y ni siquiera me voy a poder acercar a vos. Entonces me preguntó cuándo iba a estar en la Argentina. En noviembre, le contesté. Bueno, venime a ver. Cuando estábamos sentados, me tomó de la mano y me dijo “hablame”. “¿Cómo hablame?” “Sí, hablame.” Escuchame, le contesté, yo voy a salir después de acá, me voy a encontrar con mis amigos, mi familia, me van a decir “¿con quién estuviste?”, “con el Presidente”, “ah, ¿qué te dijo?”, “nada, hablé yo...” El tenía un papelito, me lo mostró, me dijo, mirá lo que me trajo Escribano... Era el papelito donde le presentaba esas famosas condiciones, el ultimátum... A partir de ahí se fue dando una corriente afectiva muy intensa. A mí me gustaba el desenfado, yo hablaba con él como en cualquier charla, no tenía que andar pensando e hilvanando cada frase a ver qué digo, yo hablaba con alguien que pensaba junto conmigo. Yo no sabía que era kirchnerista, me fui haciendo mientras empezaba a valorar las cosas que hizo.

–¿Cómo es su relación con Cristina?

–Cuando Filmus me llamó para hacer la reunión con los científicos en Nueva York, Cristina era candidata, me dijo mirá, ella va a ir a la Asamblea de las Naciones Unidas con Néstor, ¿podés organizar una reunión con los científicos que vos conocés allá?, ella los quiere conocer, hacé la lista vos, de distintas áreas. Yo hago la lista, le dije, te la paso, pero organizalo vos, porque ¿sabés lo que va a pasar con esto? Yo lo organizo, ella va a sacarse una foto y después nunca más le va a importar nada. Bueno, me dijo Daniel, decíselo. Hice la lista, la embajada los invitó. Llegamos al Consulado, estaba Timerman, llegó Cristina y yo le dije, bueno voy a decir que yo no querría que todo esto sólo sea para una oportunidad para que nos saquemos una foto. Y ella dijo, yo no vine a sacarme una foto, yo vine a preguntar. Y empezó: ¿Quién es el que se dedica a agujeros negros?, ¿quién hace los bancos de leche materna?, y así. Era obvio que ella había estudiado lo que hacía cada una de las personas que estaban ahí. Pasa el tiempo y una vez en Buenos Aires me llama Lino Barañao y me dice “acaba de crearse el Ministerio de Ciencia y Tecnología y me propusieron el cargo”. “¿Aceptaste?”, le dije. “Sí. Y me dijo Cristina que te dijera que no era para la foto.”
 
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  02 » Feb 2011
El continente a la deriva
 


El trabajo que sigue (de 15 páginas) pertenece al investigador Gabriel Casal, ganador del Concurso de Divulgación Científica Paleontológica que organizaron la empresa Chevron Argentina y la Universidad Nacional del Comahue.

Los dinosaurios de la Patagonia Central y su relación con la deriva continental

Gabriel Casal

Laboratorio de Palevertebrados. Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco. Comodoro Rivadavia. Ruta 1 Km. 4. CP. 9000. Chubut. paleogac@yahoo.com.ar



Los continentes y su deriva

Alfred Wegener, científico alemán, escribió en 1915 su libro El Origen de los Continentes y Océanos, el cual fue mayormente conocido recién en 1922 al ser publicado en inglés. Su entonces polémica teoría postulaba la fragmentación de una gran y única masa de tierra que denominó Pangea (Pan = todo; Gaea = numen de la Tierra personificada) y su posterior deriva. Panthalassa (del griego antiguo: Thalassa = diosa primordial del mar) era la gran masa de agua que rodeaba a Pangea. Wegener escribió: “La idea del desplazamiento de los continentes se me ocurrió desde 1910, estudiando el mapa del mundo bajo la impresión directa que me produjo la congruencia de los contornos de los continentes que están a uno y otro lado del Atlántico. Al principio no hice mucho caso de esta idea por parecerme poco probable”. Sus trabajos como meteorólogo en el campo de hielo de Groenlandia, podrían haberle dado la pista de la deriva continental a partir de la ruptura de grandes bloques de hielo (Benedetto, 2010). Antes de esta teoría, los científicos consideraban estáticos a los continentes.
Con evidencias paleoclimáticas como la presencia de depósitos glaciarios en el Norte de India y evidentemente originados en latitudes polares, que hoy contrastan con su ubicación en latitudes próximas al ecuador, Wegener fue argumentando su idea. Su observación inicial sobre la similitud de las costas en el hemisferio Sur, que permitían unir casi como las piezas de un rompecabezas Sudamérica y África, era sustentada con estudios de la estratigrafía de las Sierras Australes de Buenos Aires, Argentina, que mostraban su correspondencia con el Sistema del Cabo en Sudáfrica (Du Toit, 1927, Benedetto, 2010). Consecuentemente, el contenido paleontológico de ambas regiones debería ser similar, y así lo demuestran los reptiles fósiles del Triásico de la cuenca del Karoo (Sudáfrica) y los del Sur de Brasil.
Wegener también descubrió otros indicios sorprendentes que confirmaban su pensamiento. En continentes actualmente separados por grandes océanos, encontró fósiles de las mismas especies, como reptiles y plantas, los que eran incapaces de haber atravesado el océano de una costa a otra. La única explicación que encontraba era que tales continentes hubiesen estado en contacto.
En 1937 el geólogo sudafricano Du Toit, uno de los principales defensores de la teoría de Wegener, propuso que Pangea estaba constituida por dos grandes bloques continentales, dos supercontinentes, Gondwana y Laurasia, separados ambos por el Mar de Tethis en una primera ruptura de Pangea. Gondwana, “tierra de los Gonds” que hace referencia a habitantes del centro de India (Benedetto, 2010), ya había sido propuesta por el geólogo austríaco Eduard Suess, y estaba integrado por lo que hoy conocemos como la propia India, África, Madagascar, Sudamérica, Antártida y Oceanía. Laurasia, reunía en el hemisferio Norte a Norteamérica, Europa y Asia.
Los estudios sobre el magnetismo terrestre en la segunda mitad del Siglo XX, y fundamentalmente los avances sobre el paleomagnetismo, es decir la orientación de los minerales magnéticos que componen las fajas de derrames basálticos de los fondos oceánicos de acuerdo a la polaridad existente en el momento de su formación, confirman la teoría de Wegener sobre la existencia de una única gran masa de tierra hacia fines del Paleozoico y su posterior ruptura y deriva desde el Mesozoico. Es posible pensar entonces, que actualmente estamos navegando en nuestra gran balsa que constituye la placa Sudamericana, alejándonos de África a medida que se expande el fondo del océano Atlántico. La fragmentación y deriva lleva al aislamiento de masas de tierra y, en otros casos, a contactos temporales entre ellas. Esta situación momentánea en tiempos geológicos, tiene sus consecuencias en los ecosistemas y en los procesos evolutivos, tanto en la flora como en fauna. Así, la Tierra es un planeta en constante evolución, donde se han generado nuevas especies por aislamiento, invasiones, recambios o intercambios faunísticos a través de puentes geográficos, como también a la extinción de especies por falta de adaptación a las nuevas condiciones ambientales; como por ejemplo puede significar la migración de un continente.
Los esfuerzos extensivos que provocaron el desmembramiento del supercontinente de Gondwana y el origen del océano Atlántico a partir del Jurásico Superior, generaron cuencas o cubetas sedimentarias. Una de ellas es la cuenca del Golfo San Jorge ubicada en Patagonia central, y limitada al Norte por el Macizo Nordpatagónico y al Sur por el Macizo del Deseado, con su mayor desarrollo en sentido de Oeste a Este (Fígari et al., 2002). Posee un relleno sedimentario fundamentalmente de origen continental, siendo algunas de esas unidades que lo integran no solo productoras de hidrocarburos, sino también portadoras de un abundante contenido fosilífero. Los sedimentos llegaban a la cuenca mientras se separaban América del Sur y África con el nacimiento del incipiente océano Atlántico, y la actividad volcánica era intensa. Recién a fines del Cretácico y comienzos del Terciario, se produce la primera gran inundación de las aguas atlánticas sobre el continente en Patagonia central, representado hoy por las rocas que constituyen la Formación Salamanca. La unidad mencionada, es portadora del primer registro de un monotrema fuera de Oceanía. Este material estudiado por Pascual et al. (1992) es otra evidencia que confirma las relaciones continentales de Gondwana, y que hubiese sido un fundamento de peso para Wegener y su teoría a comienzos del Siglo XX. Posteriormente, en sedimentos jurásicos de la Cuenca del Cañadón Asfalto se registró otro monotrema, mucho más antiguo, Asfaltomylos patagonicus (Rauhut et al. 2002).
Pero la deriva continental no solo genera la separación de masas de tierra y nuevos océanos, sino que provoca colisiones entre placas. Estos choques son los responsables de las cadenas montañosas que hoy emergen de la superficie terrestre. La Cordillera de los Andes, básicamente, es el resultado de la colisión de la placa continental Sudamericana con la oceánica de Nazca. La diferencia de densidades, entre otros aspectos, hace que una subducte por debajo de la otra, fundiéndose y generándose nuevo magma que emergerá por volcanes de las cadenas montañosas formados por estratos plegados y sobrecorridos. Esta colisión también ha generado pliegues de los estratos en regiones ubicadas hacia el Este de la zona de subducción, como en la Cuenca del Golfo San Jorge. Allí, las rocas del subsuelo fueron elevadas con su contenido fosilífero quedando expuestas a la erosión del viento patagónico, y a la espera del ojo investigador del paleontólogo o geólogo.

LOS DINOSAURIOS DE LA FORMACIÓN BAJO BARREAL.
En la Cuenca del Golfo San Jorge, estos pliegues son subparalelos a la Cordillera de los Andes y constituyen hoy, las Sierras San Bernardo, Silva y Nevada, entre otras. Las mismas están integradas por rocas cretácicas que conforman formaciones geológicas. Se destaca la Formación Bajo Barreal (Teruggi y Rossetto, 1963) que en el subsuelo es la roca reservorio de hidrocarburos más importante de la cuenca petrolífera de Patagonia central. Pero la Formación Bajo Barreal también posee un importante contenido paleontológico, concretamente tetrápodos terrestres de relevancia mundial. En consecuencia, la región central de la Patagonia argentina comenzó a ser explorada con objetivos científicos desde fines del Siglo XIX por diversos investigadores y exploradores pioneros de la geología y paleontología argentina. Se destaca la labor de los hermanos Florentino y Carlos Ameghino, Anselmo Windhausen, Egidio Feruglio, Santiago Roth, Ángel Cabrera y posteriormente José Bonaparte y Rosendo Pascual, entre otros.
El registro paleontológico revela importantes hallazgos de vertebrados fósiles, fundamentalmente dinosaurios, tanto saurísquios (con pelvis tipo reptil) y ornitísquios (con pelvis tipo ave), y en menor medida tortugas, cocodrilos y peces holósteos.
A partir del primer hallazgo de restos de dinosaurios, efectuados por Carlos Ameghino a comienzos de la década de 1890, podemos decir que se da inicio a más de un siglo, aunque discontinuos, de estudios paleontológicos en Patagonia central. Se han realizado numerosos estudios sistemáticos y filogenéticos que condujeron a la nominación, hasta el momento, de siete nuevos géneros de dinosaurios surgidos de la Formación Bajo Barreal (Cretácico Superior).
Yacimiento del lago Colhué Huapi y río Chico. Este sitio se ubica a unos 80 km. al Oeste de Comodoro Rivadavia, y es relativamente próximo al centro de la cuenca. El hallazgo de Carlos Ameghino corresponde a restos de un gran saurópodo titanosáurio, recuperados en esta región, a unos 5 km de la margen izquierda del río Chico, cerca de Pampa Pelada en el Sur de Chubut. Consiste en una extremidad anterior izquierda articulada, sin las falanges. Solamente el húmero de este gigantesco saurópodo, uno de los típicos dinosaurios herbívoros, cuadrúpedos de cuello y cola larga, mide 1,25 m de largo. Ameghino atribuye su procedencia a “areniscas rojas guaraníticas” y los materiales fueron asignados a Argyrosaurus superbus (del griego “argyros”, plata y “sauros”, lagarto y del latín “superbus”, orgulloso, dominante) por Lydekker (1893) y re-estudiados por von Huene en 1929. Posteriormente Bonaparte (1996) recuperó nuevos materiales que aportaron a su mayor conocimiento y hoy es certera su procedencia de niveles del Miembro Superior de la Formación Bajo Barreal (Cretácico Superior). En la misma región, en 1918 el geólogo Augusto Tapia halló una rama mandibular izquierda y otros restos no recuperados, de un ornitisquio considerado como un posible Ceratopsia y denominado Notoceratops bonarelli (Tapia, 1919; del griego “notos”, sur, “keras”, cuerno y “ops”, cara. El nombre específico en homenaje al geólogo Guido Bonarelli). Si bien estos materiales fueron asignados originalmente a la Formación Laguna Palacios, Casal et al. (2006) sugieren que su procedencia estratigráfica correspondería a los niveles de la Formación Bajo Barreal ya que en esa región no se reconoce la Formación Laguna Palacios. Von Huene (1929) y posteriormente Bonaparte (1978, 1996) confirman la asignación a Ceratopsia, un grupo altamente conocido y dominante del Hemisferio Norte. Notoceratops sería el primer y único ceratópsio reconocido para Sudamérica hasta el momento, aunque actualmente hay autores que dudan de que se trate realmente de un ceratopsio (Dodson, 1996; Dodson y Currie, 1990).
En el año 1923 una comisión procedente del Field Museum of Natural History (Chicago), recuperó restos de un dinosaurio en las nacientes del río Chico, a pocos kilómetros del lago Colhué Huapi. Los restos pertenecen a un hadrosáurido basal, un dinosaurio “pico de pato” y al que Brett Surman (1979) denominara Secernosaurus koerneri (del latín “secerno” cortado, separado y del griego “saurus”, lagarto. El nombre específico, koerneri, es en homenaje al Dr. Harold Koerner). Recientemente, Prieto Márquez y Salinas (2010) confirman su asignación a Hadrosauridae. De este modo, Secernosaurus koerneri es un representante de faunas nord-hemisféricas en Patagonia. Lamentablemente, estos históricos descubrimientos mencionados, no fueron acompañados de estudios estratigráficos precisos. De hecho, el esqueleto de Secernosaurus koerneri, fue asignado como proveniente de la Formación San Jorgé (sic), la cual no existe para el Cretácico de la cuenca del Golfo San Jorge. Sin embargo, una revisión reciente de su procedencia geológico-estratigráfica permite aseverar que este dinosaurio “pico de pato” proviene de la Formación Bajo Barreal (Casal et al., 2006 y 2007).
Muy próximo a los sitios de los antiguos hallazgos descritos anteriormente, ubicados en el centro-Sur de la provincia de Chubut, el nivel del agua del lago Colhué Huapi, ha variado notablemente durante los últimos años. Desde su desecación prácticamente total en el 2000, hasta un importante aumento en el nivel de sus aguas en el 2005, y esto también está registrado a lo largo de la historia a través de crónicas de viajeros y exploradores de la región. En estadios intermedios quedaron expuestas pequeñas islas constituidas por rocas sedimentarias continentales del Cretácico Superior, y asignadas al Miembro Superior de la Formación Bajo Barreal (Sciutto et al., 2001). Allí, en el año 1993 un grupo de pescadores de Sarmiento, denunció al Laboratorio de Paleovertebrados de Comodoro Rivadavia, la presencia de huesos fósiles. En una atípica campaña realizada en bote a motor, se recuperaron restos de varios dinosaurios. A partir de una serie de vértebras caudales articuladas en ese sitio, Casal et al., (2007) dieron a conocer una nueva especie, el saurópodos titanosaurio más derivado de la Formación Bajo Barreal hasta el momento: Aeolosaurus colhuehuapensis (del latín, aeolus, dios griego de los vientos y del griego, saurus, lagarto. El nombre específico, colhuehuapensis, se refiere al lago Colhué Huapi, lugar del hallazgo del saurópodos), con relevancia en la información paleoambiental y cronológica. La presencia de este género en Patagonia, esta registrada a partir de niveles campanéanos, es decir para la parte final del Cretácico Superior (Powell, 1987; Salgado y Coria, 1993; Salgado et al., 1997), en paleoambientes litorales y fluviales con amplias planicies de inundación, donde formaba una asociación faunística con los hadrosaurios Bonaparte (1986, 1992). Es decir que probablemente Aeolosaurus convivió en Patagonia central con Secernosaurus.
En la misma isla del lago Colhué Huapi se recuperó un ílion izquierdo aislado (Luna et al, 2003). Este interesante material es asignado sin dudas a un ornitópodo y tiene caracteres presentes en algunos hadrosaurios, Sin embargo, no se han preservado algunos caracteres diagnósticos y determinantes que podrían asegurar su pertenencia a un hadrosáurido. Asimismo, Ibiricu (2005 y 2010) examinó los restos asociados y fragmentarios procedentes de la misma isla, de otro ornitópodo.
A pesar de la presencia de diversos dinosaurios herbívoros saurópodos y ornitópodos, llamativamente, hasta el momento, no se ha registrado la presencia de posibles predadores como los dinosaurios terópodos en la región comprendida entre el lago Colhué Huapi y el río Chico. En cuanto a la edad de la Formación Bajo Barreal en esta región, las relaciones estratigráficas y la fauna dinosauriana exhumada que posee un cierto valor cronológico, permitirían asignarle a estos niveles expuestos en aquella región una edad mas probablemente correspondiente al Campaniano Inferior (Casal et al., 2006; Casal et al., 2007), es decir unos 80 a 70 millones de años aproximadamente. La presencia en estos sitios de dinosaurios típicos del Hemisferio Norte, podría vincularse a contactos temporarios a partir de puentes geográficos entre distintas masas de tierra, como el registrado entre América del Norte y Sudamérica a partir del Campaniano Inferior (Bonaparte et al., 1984; Bonaparte, 1986). Los dinosaurios Secernosaurus y Notoceratops estarían entonces, vinculados al intercambio faunístico ocurrido junto con anquilosaurios, aquellos dinosaurios acorazados, con un único registrado en Neuquén (Salgado y Coria, 1996), lagartos Teiidae y mamíferos Eutheria (Bonaparte, 1986). Como fauna emigrante hacia el Norte se mencionan a saurópodos Titanosauridae (Bonaparte et al., 1984) y ofidios boideos (Rage, 1981; Albino, 1986).
Yacimientos de Sierra San Bernardo y Sierra Nevada. Otros yacimientos explorados hacia regiones del Norte y Oeste de la cuenca del Golfo San Jorge, muestran también rocas de la Formación Bajo Barreal expuestas en los flancos y núcleos de pliegues que forman serranías, debido a la evolución de la tectónica de placas que afectó, principalmente, a la vecina región cordillerana. Dos sitios de gran interés paleontológico se reconocen aquí. Uno, es el yacimiento Estancia Ocho Hermanos en la Sierra San Bernardo, al Oeste de la localidad de Sarmiento (Chubut), cuya fauna de vertebrados fósiles fue estudiada inicialmente por Bonaparte en la década de 1970, con hallazgos de quelonios y saurópodos titanosaurios. Posteriormente Powell (1990) describió al saurópodo Epachthosaurus sciuttoi (del griego epachthos, pesado y sauros, lagarto y el nombre específico sciuttoi, en homenaje al Lic. J. C. Sciutto), a partir de una única vértebra dorsal. Otros materiales del mismo género fueron descubiertos en areniscas muy cementadas y duras, que impidieron su extracción y obligaron a la confección de un molde de plástico en el campo. Martínez et al. (1990 y 2004) dieron a conocer nuevos restos espectacularmente preservados, asignables también a al Epachthosaurus sciuttoi. Este último material estaba articulado, incluyendo ambos pies que preservaron la articulación original en vida, lo que constituye un hallazgo mundialmente relevante para los Titanosauria. Se estima que en vida este dinosaurio tuvo un largo de 14 metros y un peso de alrededor de 11.000 kilos. Es también interesante en este hallazgo, el modo de yacencia del esqueleto, que muestra los miembros anteriores extendidos y los posteriores flexionados. Actualmente, se están realizando estudios que posibiliten entender que le sucedió en el momento de su muerte a este dinosaurio, hace aproximadamente 96 a 91 millones de años atrás.
Un cráneo de saurópodo con excepcional preservación, fue hallado durante una campaña del Laboratorio de Paleovertebrados de la UNPSJB a Estancia Laguna Palacios, Sierra Nevada, próxima al pueblo de Buen Pasto, Chubut. Sus características generales sugieren su ubicación entre los titanosauriformes. El cráneo fue hallado articulado junto a cuatro vértebras cervicales, y posee 31 dientes premaxilares y maxilares, y 26 dientes de los dentarios, que son gruesos y muy similares a los del saurópodo jurásico norteamericano y africano Brachiosaurus. Estos dientes no estaban adaptados para masticar, sino para arrancar y cortar los vegetales que luego eran procesados en el tubo digestivo. Se realizaron estudios tomográficos sobre el cráneo obteniéndose centenares de imágenes para su estudio. Como uno de los primeros resultados obtenidos, el volumen cerebral fue estimado en 100 centímetros cúbicos y 10 centímetros cúbicos la glándula pituitaria, para un saurópodo que rondaba los 20 metros de largo y las 13 toneladas de peso. El gran tamaño de esta glándula endocrina se ha registrado en otros saurópodos y algunos científicos lo han vinculado con las gigantescas dimensiones alcanzadas por estos dinosaurios (Martínez et al., 2006; Martínez et al., 2008).
Asimismo, se han recuperado materiales de otro grupo de saurópodos y asignados a Rebbachisauridae (Ibiricu et al., en revisión). Este poco conocido grupo de dinosaurios de cuello largo dentro de la Formación Bajo Barreal, nos da algunas pautas cronológicas y paleogeográficas también. Los rebaquisáuridos son un grupo de saurópodos diplodocoideos que vivieron desde el Jurasico Superior hasta el Cretácico Superior temprano. Los contactos o puentes geográficos existentes entre las masas de tierra que integraban Gondwana y Laurasia, permitieron la dispersión de los rebaquisáuridos. Asimismo, las posteriores barreras geográficas, como los océanos, ocasionaron que los mismos se empezaran a diferenciar evolutivamente de acuerdo a las condiciones ambientales de cada región. A este proceso se lo conoce como vicarianza. El registro fósil de estos saurópodos es fragmentario, con las excepciones de Limaysaurus de Neuquén (Calvo y Salgado, 1995; Calvo, 1999; Salgado et al., 2004) y Nigersaurus de Nigeria, donde los esqueletos están bien representados (Sereno et al., 1999, 2007; Sereno y Wilson, 2005).
Los rebaquisáuridos co-existieron con el otro grupo de saurópodos mencionado, los titanosáurios, muy abundantes en la Patagonia argentina y posiblemente originados en Sudamérica. Sin embargo, solamente este último grupo alcanzó el Cretácico tardío cuando sucedió la gran extinción que incluyó a los dinosaurios no-avianos. En cambio, los rebaquisáuridos aparentemente se extinguieron dejando su lugar a los titanosáurios. Varias son las causas o factores que habrían actuado para que un grupo prevalezca sobre el otro, como por ejemplo en el Cretácico medio hubo una proliferación de las angiospermas (plantas con flores) remplazando parcialmente a grupos de plantas que hasta ese momento eran las más abundantes como los helechos (Coria y Salgado, 2005). Otro de los posibles factores podría haber sido la reducción de la superficie continental, particularmente bien representado en las cuencas patagónicas debido al avance del océano Atlántico, el cual interrumpió o dificulto la migración, incrementando el recambio de faunas (Ibiricu et al., en revisión). Aunque las causas de este intercambio de especies es un tema de debate, evidentemente los titanosáurios se adaptaron mucho mejor que los rebaquisáuridos a las condiciones de ese momento, lo que les permitió subsistir como grupo hasta finales del Cretácico.
En cuanto a terópodos, estos yacimientos cenomanianos-turonianos (Cretácico Superior temprano) ubicados en estancia Ocho Hermanos y Laguna Palacios, han brindado restos de abelisáuridos, un grupo de dinosaurios carnívoros con implicancias paleogeográficas. Entre ellos, los hallazgos de Xenotarsosaurus bonapartei (del griego xenos, extraño; tarsus, pie; saurus, lagarto. El nombre específico, bonapartei, en homenaje al Dr. José
Bonaparte; Martínez, 1986), de un maxilar izquierdo (Lamanna et al., 2002), y nuevos materiales en estudio (Martínez et al., 2005), permitieron vincular Patagonia central no solo con el Norte patagónico (cuenca neuquina) sino con otras regiones derivadas de la fragmentada Gondwana para el Cretácico Superior temprano. Los abelisaurios han sido registrados en América del Sur, Madagascar, Europa e India y están particularmente bien representados en Patagonia, con formas como Abelisaurus, de la provincia de Río Negro, el magnífico Carnotaurus sastrei del Norte del Chubut, Skorpiovenator (Canale et al., 2008), Ekrixinatosaurus (Calvo et al., 2004) y Aucasaurus (Coria et al., 2002), ambos provenientes de la provincia de Neuquén, entre otros. Las cercanas relaciones que muestra el maxilar izquierdo mencionado con los dinosaurios carnívoros Majungasaurus crenatissimus (Depéret, 1896, Lacovat, 1955) de Madagascar e Indosuchus (Chatterjee, 1978) de la India, podrían ser explicadas por la ruta de dispersión propuesta para el Cretácico tardío por Sampson et al. (1998) entre India-Madagascar, Antártida-Australia y Sudamérica. De hecho es posible pensar en una antigua distribución pan-gondwánica de Abelisauridae, la que también estaría en consonancia con este hallazgo (Lamanna et al., 2002).
Estos dinosaurios carnívoros están relacionados con formas del Hemisferio Norte como Ceratosaurus y serían equivalentes ecológicos de los tiranosáuridos del otro súper continente Laurasia (Novas, 1992).
El mismo patrón mencionado para los rebaquisáuridos y titanosáuridos sucedió con dos grupos de terópodos (Coria y Salgado, 2005). Durante el Cretácico temprano los carcharodontosauridos como Carcharodontosaurus y Giganotosaurus, y los abelisauridos como los mencionados anteriormente, fueron contemporáneos (Novas, 2009). Sin embargo solamente el último de estos grupos continuó hasta fines del Cretácico, mientras los carcharodontosáuridos aparentemente se extinguieron antes. Los abelisáuridos son uno de los grupos más importantes de terópodos en Argentina, representados por al menos diez especies, lo cual resalta destaca la importancia de este grupo de dinosaurios carnívoros tanto paleogeográficamente como así también cronológicamente (Novas, 2009).
En la Formación Barreal se registra, además, la presencia de otros dinosaurios carnívoros, como el tetanuro basal Aniksosaurus darwini (Martínez y Novas, 2006), y Megaraptor sp. (Lamanna et al., 2004) y la presencia de Dromaeosauridae documentada solamente por dientes (Casal et al., 2009).
También, para estos niveles del Cretácico Superior temprano en la Formación Bajo Barreal, se destaca el interesante registro de otro dinosaurio ornitisquio, un ornitópodo basal cuyas implicancias paleogeográficas son notables para la región (Martínez, 1998; Martínez y Novas, 2006; Lamanna et al., 2002; Lamanna et al., 2004). Notohypsilophodon comodorensis (del griego notos, sur, hypsos, alto, lofos, cresta y odon, diente. El nombre específico comodorensis, en homenaje a la ciudad de Comodoro Rivadavia; Martínez, 1998) es un pequeño dinosaurio de aproximadamente 1,50 metros de largo y unos 23 kilos de peso, que fue extraído de niveles areno-tobáceos de Estancia Laguna Palacios, en Sierra Nevada. Se trata de un único individuo juvenil representado por buena parte del esqueleto. Pertenece a un grupo conservador y exitoso, con una amplia distribución en tiempo y espacio ya que han sido registrados desde el Jurásico Medio hasta el Cretácico Superior en Asia, Australia, Europa y Norteamérica, llamados anteriormente hipsilofodóntidos. Notohypsilophodon comodorensis es el primer ornitópodo basal hallado en América del Sur y su presencia podría indicar la existencia de un intercambio faunístico entre Sudamérica y Australia, vía Antártida durante el Cretácico Superior temprano (Martínez et al., 2008).

VINCULACIONES PALEOGEOGRÁFICAS.
Durante los veinticinco años de exploración y estudio de los vertebrados de la Formación Bajo Barreal, realizados desde el Laboratorio de Paleovertebrados de la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco en Comodoro Rivadavia (Chubut), se han podido diferenciar claramente dos faunas de dinosaurios. En base a nuevos dinosaurios encontrados y a la reinterpretación de la presencia de hallazgos históricos, sus características evolutivas, filogenéticas y cronológicas, se diferenció una fauna dinosauriana del Cretácico Superior temprano (Cenomaniana-Turoniana; 96 a 91 millones de años) y otra del Cretácico Superior tardío (Campaniano-Maastrichtiano?; 80 a 70 millones de años). Esto permitió establecer un nexo entre la paleogeografía y los diferentes poblamientos de dinosaurios relacionados, sustentados por los estudios mencionados.
Con Gondwana. Esta fauna se registra en niveles de Estancia Ocho Hermanos y Estancia Laguna Palacios, en los anticlinales Sierra San Bernardo y Sierra Nevada respectivamente. El registro de los dinosaurios carnívoros del grupo Abelisauridae permite plantear las posibles vinculaciones paleobiogeográficas de Patagonia central con India y Madagascar durante el Cenomaniano-Turoniano. La presencia del pequeño ornitópodo basal Notohypsilophodon comodorensis en los mismos niveles estratigráficos, relaciona la región con Antártida y Australia, y los saurópodos rebaquisauridos también relaciona la región con Gondwana. Es decir que claramente la Patagonia central muestra vinculaciones faunísticas con Gondwana para el Cretácico Superior temprano (Cenomaniano-Turoniano), hace aproximadamente 96 a 91 millones de años atrás.
Con América del Norte. La fauna dinosauriana de la región más próxima al centro de la Cuenca del Golfo San Jorge, en el lago Colhué Huapi y el río Chico, es más moderna y presenta componentes típicos de la fauna norteamericana como el hadrosaurio Secernosaurus y el posible ceratópido Notoceratops. Estos habrían ingresado a esta región sudamericana por puentes geográficos temporarios a partir del Campaniano Inferior (Cretácico Superior tardío), generados por la deriva continental ya propuesta por Wegener a comienzos del siglo pasado.



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  22 » Dec 2010
Los últimos yaguaretés
  Los últimos Yaguaretés (*)



Por la depredación de la selva misionera, quedan menos de 60 ejemplares, según un estudio que llevan adelante el Conicet y la Unam.

Posadas. Menos de 60 yaguaretés habitan en Misiones, resistiendo al avance del desmonte y la caza indiscriminada. Son los últimos ejemplares de un animal que se considera patrimonio natural de la provincia. Especialistas e investigadores alertan de la desaparición de la especie y apelan a la implementación de nuevas políticas para su protección.
Los últimos estudios indican que la densidad poblacional de la especie ha caído más de tres veces entre los años 1995 y 2004. "Las principales causas de esta declinación se debieron a la disminución de una de sus presas principales (el pecarí labiado) y a la intensa persecución que sufre la especie", explicó Agustín Paviolo, biólogo e investigador del Conicet y del Instituto de Biología Subtropical de la Unam en Puerto Iguazú.
Igualmente, los investigadores del "Proyecto Yaguareté" advirtieron que desde 2003 la caída poblacional se ha detenido en los últimos 6 años. Sin embargo, "la población actual de yaguareté de todo el Corredor Verde (incluyendo áreas cercanas de Brasil) está compuesta por menos de 60 individuos y se encuentra en serio peligro de extinción", alertó Paviolo.
El año pasado, el equipo de investigadores comenzó a monitorear los movimientos de los yaguaretés mediante collares equipados con GPS. Los datos recabados hasta el momento sugieren que los individuos de esta especie pueden necesitar más de 30.000 hectáreas de selva para su subsistencia.
"Estos requerimientos los ponen a menudo en contacto con áreas de menores niveles de protección contra la caza furtiva o áreas ganaderas donde frecuentemente son perseguidos y eliminados, lo que pone en riesgo a la población", detalló el especialista.
Por su parte, Miguel Rinas, director del Parque Ecológico El Puma, alertó sobre las transformaciones en el medio ambiente y la caza indiscriminada de la especie. "Lo que debemos hacer es un mantenimiento de esa superficie que no se siga desmontando más, eso es fundamental, asociado al hecho de que la gente no cace más, que no sigan habiendo tanta competencia sobre el alimento natural".

Peligro latente

El yaguareté forma parte de la familia "felidae" conformada por seis especies en Misiones. Se encuentra en el nivel máximo dentro de la cadena alimentaria y es un indicador de la situación del ecosistema misionero.
Los biólogos Agustín Paviolo, Mario Di Bitetti y Carlos De Angelo llevan adelante un proyecto de investigación que surgió en el año 2003 como una iniciativa de la Fundación Vida Silvestre Argentina, a fin de establecer la situación poblacional de la especie en la región.
En primer lugar realizaron un mapa actualizado de la presencia de los ejemplares en Misiones, este de Paraguay y suroeste de Brasil. Para ello conformaron una red de más de 150 voluntarios (guardaparques, empleados de empresas forestales, guías de turismo, chacreros y miembros de las fuerzas de seguridad) quienes ayudaron a recolectar información.
"Los resultados indican que la especie ha desaparecido de más del 90% del área en la que habitaba hace un siglo. La población de yaguaretés en la región se encuentra muy fragmentada, sólo conservando núcleos poblacionales en los grandes remanentes de selva con buenos niveles de protección contra la caza furtiva, principalmente en los Parques Nacionales y Provinciales del Corredor Verde de Misiones y Brasil", detalló Paviolo.
El Bosque Atlántico se distribuía a lo largo del sudeste brasileño, el este paraguayo y Misiones en Argentina. Hoy en día es una de las eco-regiones más amenazadas del planeta y el yaguareté ha desaparecido de la mayor parte de esta región. A su vez, la población de Misiones constituye el límite sur de distribución en el mundo, encontrándose los individuos más australes en los Parques Provinciales Salto Encantado y Moconá.

En cautiverio

Siete ejemplares de Yaguareté se albergan en el Parque Ecológico El Puma de Candelaria. Según aclaró Rinas, este grupo "va a tener que seguir en cautiverio toda la vida, porque ya no es posible liberarlos. Ya no estarían en condiciones de sobrevivir a la competencia que hay con otros de la misma especie o para cazar por su cuenta".
El objetivo de mantenerlos en el Parque es "generar conciencia y que el público conozca el yaguareté, porque no todos tienen la posibilidad de ver un ejemplar y a través de esto conocer cuál es la situación o problemática de la especie y de todas las especies de animales en la provincia".

Salvataje urgente

Paviolo advirtió que "al ser la población tan pequeña, el número de crías que se puede dar por año es bastante bajo. Los pocos individuos que están saliendo de esta población son muchas veces eliminados por cazadores o algunos por conflictos con los ganaderos".
Y agregó que "al perder selva se está perdiendo el hábitat de la especie, y estas áreas transformadas por los hombres ya no son aptas para el crío de animales".
También Rinas apuntó a que "se sigue destruyendo el hábitat y cada vez hay menos monte y más competencia, porque el hombre consume las presas que son naturales de la especie (venados y pecaríes) y se crea esa situación de conflicto".
Ambos coincidieron en que para salvar al yaguareté de su extinción será necesario erradicar la caza y reducir los conflictos que surgen con los productores ganaderos para disminuir la mortalidad. "Para ello es necesario dotar de personal y medios a los organismos de control y apoyar la adecuada implementación de las áreas protegidas", consideró Paviolo.
Todavía el Corredor Verde de la provincia cuenta con la población más grande de yaguaretés de todo el Bosque Atlántico. Para el investigador "esto nos debe llenar de orgullo, pero también nos impone una enorme responsabilidad. De lo que hagamos o dejemos de hacer en los próximos años dependerá el futuro de la especie".

Esperan la fosa en el Parque El Puma

En el Parque Ecológico El Puma aguardan la construcción de una fosa con el objetivo de mejorar la calidad de vida de los siete yaguaretés. "Nuestra ilusión es poder concretar esa fosa y soltarlos. El proyecto está elaborado e incluso entró en ejecución pero está interrumpido", aclaró Miguel Rina, director del Parque.
En total son seis personas trabajando en el lugar, pero solo tres permanecen en los turnos. "No tenemos el presupuesto suficiente, estamos con el límite de infraestructura para poder trabajar mejor. Son pasos que hay que ir mejorando. Ya tenemos estructurado cómo tiene que ser el diseño de los sitios de cada una de las especies pero falta la inversión fuerte, hacer una fosa como la que estamos previendo lleva mucho dinero y eso retrasa mucho", explicó el director y advirtió que "cuando están en cautiverio ellos se estresan mucho y comienzan a dar vuelta en si mismos".
Rinas comentó que los animales llegaron al Parque tras haber atacado a animales domésticos de los ganaderos. "Este año hubo denuncia en la zona del Parque Provincial Cuña Pirú y también en la zona sur del Parque Urugua-í por ataque de animales domésticos; y la semana pasada hubo otro caso en Montecarlo".

(*) material generado por la Red de Diarios de Periodismo Social

 
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  02 » Dec 2010
Bacteria que puede vivir en Marte
  La presentó la Nasa a partir de un hallazgo en California. La bacteria es capaz de alimentarse e incorporar arsénico. El trabajo fue firmado por una docena de reputados científicos.
Lo que sigue es lo que publicó el diario El Mundo de Madrid

Hasta ahora cualquier organismo estaba compuesto por seis elementos principales que confieren las propiedades de la vida: carbono, hidrógeno, nitrógeno, oxígeno, azufre y fósforo. Sin embargo, una bacteria hallada por Felisa Wolfe-Simons, del Instituto de Astrobiología de la NASA, es capaz de sustituir en su organismo el fósforo por arsénico, dos elementos vecinos en la tabla periódica de los elementos.
"La química es universal, pero ahora parece que la biología no tiene por qué", asegura a ELMUNDO.es Ricardo Amils, catedrático de Microbiología de la Universidad Autónoma de Madrid. "Lo sorprendente es que este organismo es capaz de ordenar sus genes y expresar su ADN con un elemento en la molécula nunca visto en un organismo vivo", dice Amils.
La nueva forma de vida es una bacteria encontrada en Mono Lake, California (EEUU), perteneciente al género de las Halomonas, unas bacterias que viven an ambientes salinos. Se trata de la primera forma de vida capaz de vivir e incorporar en sus moléculas vitales, tales como proteínas o ADN, el arsénico en lugar del fósforo. La investigación, llevada a cabo por científicos de la NASA, abre nuevas puertas en la búsqueda de vida fuera de nuestro planeta.

La vida no es sólo como creíamos

"La vida como la conocemos requiere elementos químicos concretos y excluye otros", explica Ariel Anbar, uno de los autores perteneciente a la Universidad de Arizona. "Pero, ¿son las únicas opciones? ¿Cómo de diferente puede ser la vida?".
El trabajo está firmado por 12 científicos, pero tanto la idea, como la mayor parte del trabajo le corresponde a la joven Felisa Wolfe-Simon, que apenas acaba de terminar su doctorado. Sin embargo, su revolucionaria ocurrencia de que la vida podía utilizar arsénico para funcionar impactó en el Instituto de Astrobiología de la NASA, que confió en ella para desarrollar el trabajo.
Y finalmente, ha dado sus frutos. La científica encontró hace casi un año esta bacteria capaz de incorporar arsénico en su organismo. Pero, debido a lo revolucionaria y controvertida que sería la investigación, ha sido preciso realizar un buen número de comprobaciones científicas con las más sofísticadas técnicas de laboratorio para demostrar la veracidad y hacer irrebatible el trabajo. Esa también es la razón por la cual la cantidad de firmantes del trabajo ha ido aumentando con el paso del tiempo.
Los investigadores consultados por ELMUNDO.es no han ahorrado elogios para el trabajo y lo han calificado de "rompedor". Aún es pronto para calibrar la repercusión que tendrá en el futuro, pero Ricardo Amils bromea diciendo: "seguro que más de un científico esta noche no irá a dormir a casa".
 
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  27 » Nov 2010
Fantasmas de una mina de carbón (vayan a la muestra)
 


Quien tenga una horita libre aquí en Neuquén o en alguna de las ciudades valletanas, vaya a la Sala Saraco, junto a las vías del ferrocarril y visite la muestra de los reporteros gráficos de Río Negro y Neuquén. Entre otras imágenes están las que Luis García tomó este año en el extinto pueblo de Auca Mahuida. El tema fue publicado por "Río Negro" en abril y lo subimos a este blog hace un par de meses. Ocurre que Luis me ha pedido que lo devuelva actualizado a este soporte para que la gente que vaya a la muestra pueda leer de qué se trató aquella nota. En fin, aquí va de nuevo, disculpas a quien se lo encuentre por segunda o tercera vez.



Fantasmas de una mina de carbón II

AUCA MAHUIDA (enviado especial, Rodolfo Chávez).- El viento gobierna las ruinas de Auca Mahuida. Silba a través de los caños oxidados de una cocina. Mece los postigos de una ventana de bisagras decrépitas e inventa esos chirridos que necesita cualquier pueblo fantasma que se precie de tal. Hay casas partidas como por un terremoto y otras aplastadas por bloques de caliza. Y, también, casas talladas en el mismo cerro rojo, con ladrillos y detalles curvilíneos, clásicos de otro tiempo, de otro siglo, cuando aquí se inició la explotación de carbón mineral. A las dos de la tarde, las lagartijas -alertadas por las visitas- corren sobre la arena y se refugian entre las tapas y los tambores de aceite, oxidados y mugrientos. Hace calor. Media docena de tamariscos despeinados y casi secos hacen lo que pueden para seguir dando sombra a una suerte de gran patio que, desde hace tiempo, extraña a los niños jugando. Aquí, el único que juega es el viento, que se mete con todo. Hay algo loco en el ambiente: la permanente sensación de que alguien está mirando, custodiando la historia, y que a ese alguien no le gustan los husmeadores. Caminamos por las casas, por las casas que son cuevas, leemos que Gaby y Faby se amarán/ron por siempre, vemos chicas que eran modelos en 1967. Sonríen y posan desde una pared con bikinis. Alguien pegó a las muchachas que lucían en la revista 7 Días. Todo muy naif. Descubrimos que detrás de las casas, bajo las rocas hay pequeños recovecos que han servido de dormitorios/dormideros. Son breves. Como los dormihoteles de Japón, pero de la Edad de Piedra. Hay unas 30 casas, divididas en tres sectores que establecían jerarquías. Las viviendas son de ladrillos, de rocas pegadas, de roca entera y de adobes. Y también está lo que quedó de la escuela, que se cerró en 1999. Detrás se fue la única familia que resistía en el desierto. Muchos de los daños son por el paso del tiempo, otros fueron causados con alevosía, simple pillería o ánimo destructivo. En los buenos tiempos, todo giraba alrededor de la mina. Había gente que vivía/aguantaba en medio del campo, entre los yuyos, esperando el ingreso para alguno de los tres turnos. El desierto es extremo. El verano y el invierno suelen mostrar todos sus dientes. También el otoño. Auca Mahuida , a 150 kilómetros de Neuquén, surgió a partir de la explotación de asfaltitas, como en otros puntos de la provincia poco antes de 1940, tras la explosión económica que se produjo luego de la crisis internacional de 1930. Así, a principios de la década del 40, el pueblo ubicado al pie del cerro Auca Mahuida (2258 metros) fue el más pujante de la zona: más de mil habitantes, movimiento de camiones y trabajo para todos. Rincón de los Sauces, hoy ombligo petrolero de Neuquén, no era más que lo que su nombre indica. La explotación se mantuvo hasta pasados los cincuentas y, en agonía, Auca Mahuida resistió hasta el 2000. El principio del fin comenzó muchísimo antes. El 22 de agosto de 1947 a las dos de la tarde una explosión hizo vibrar al paraje. Una columna de humo blanco que se hacía redonda en el cielo coronaba las fauces de la mina de carbón ubicada a dos kilómetros del caserío. Era una bola que subía. Arriba, reventó como un globo y tiñó de cenizas los jarillales. Después empezó a salir un humo negro desde muy abajo, desde las galerías ubicadas a 75 metros de profundidad. Murieron aplastados y quemados 15 operarios, un turno completo de trabajadores. Dorotea Urra e Inés Castillo reposan en una galería con techo de chapas debajo de un reseco manojo de achuras de vaca. Toman mates y hablan fuerte. Están a diez kilómetros del pueblo fantasma. Sigue el viento en Auca Mahuida . Dorotea, de 84 años, dice que en su época no se habían inventado las escuelas y que por eso no aprendió a leer. Inés se ríe con ganas y repasa su bigote, prolijamente cortado como una "V" invertida. Es que Inés, de 61, es hombre, pero fue así como lo bautizaron. Trabajó desde chiquito en la mina, cuando tenía 13 años, llenando con carbón seleccionado las bolsas de 18 kilos que les daban los patrones. Le pagaban 1 peso por bolsa. A él y a muchos otros pibes de este campo de verde escaso. Algunos de sus compañeros tenían diez años. Andaban como topos a las órdenes de "mister Bler (¿Blair?)" según recuerda Inés sobre el dueño que "era inglés". La de Auca Mahuida era una explotación en todo sentido. "A los siete años encontraron los huesitos, era la ropa y 'el rechace' nomás lo que quedaba de esa gente. Yo ayudé a velar los huesos. Por la ropa los identificaron. Ni cabello ni carne le quedaban", recuerda Dorotea, que es hermana de Inés. Hubo un reapertura en los 50 y un nuevo cierre. Y más intentos. Y más cierres. El carbón ya no valía, los costos eran altísimos y Europa ya no demandaba. En un depósito que está en la roca descubrimos una svástica pintada de negro, se nota que hace mucho. Tiene un significado especial el símbolo nazi, por la época en que fue realizada y porque había capitales alemanes que participaban de la explotación carbonífera en Neuquén, aunque en este caso los dueños eran ingleses. Más allá de la svástica se ven inscripciones que claman por Evita y otras más recientes, en lo que fue una sala de máquinas, que promocionan al MPN, pasión de multitudes. El pueblo que ya no es, está dentro de lo que sería una lonja fiscal pero los alrededores y tal vez algún sector de las viviendas pertenece a Dorotea, nacida y criada en el paraje. El resto es de un hijo de la anciana, de Inés y lo que queda, de otro hermano. Ella es afortunada. Vive junto a la Aguada del Carrizo y tiene un sistema captación con un pozo para tener agua todo el año. El puesto donde vive es un respiro. La mujer es muy amable, pero desconfía. "Vinieron unos paleontólogos que eran de acá y de Estados Unidos a sacar huesos de dinosaurios. Yo les dije que se vayan nomás, ¿para qué quieren venir a sacar cosas a este país si ellos tienen el suyo? ¿Y ustedes para que quieren saber todo esto? Yo le escapo a las fotos, porque sé que algunos hacen cosas raras con las fotos, pero bueno nos vamos a poner nomás. Dónde quieren que nos pongamos", dice Dorotea y nos cuenta que ella nunca va a dejar el lugar donde nació. Las tierras valen por la explotación petrolera, para la cual se ha punzado buena parte de la zona, que dejará renta para los puesteros, por el muy probable trazado de vías para el tren que cargará potasio que partiría a estos campos para llegar a Barda del Medio, adonde el carbón era llevado en camiones, a razón de 50 por día. Viejos habitantes del pueblo piden que sea declarado monumento histórico como se hizo con San Eduardo y cada tanto vuelven para despenarse a dormir una noche entre las ruinas. O a visitar las tumbas que quedan en el cementerio. Y, tal vez, para convencerse de que a este ritmo pronto no quedará nada.


El de las tierras, un tema sensible

Alejandro Kildal es un tipo grande, muy rubio, de mejillas rojas. Es descendiente del poeta porteño Oliverio Girondo y, según contó, el dueño de un campo aledaño a la mina de carbón de Auca Mahuida . Kildal y su esposa Alicia -que son de la localidad de Escobar en la provincia de Buenos Aires- esperaban el martes la llegada del señor de los alambres y los postes, para cercar las tierras que tienen en el paraje. "Mi familia era dueña de ese campo pero en la década del 40 le vendió 700 hectáreas a la minera. El resto sigue siendo de nuestra propiedad", dijo el hombre quien pasado el mediodía estaba apostado en el boliche conocido como Crucero Catriel. Es el punto donde se dividen Neuquén, Río Negro, La Pampa y Mendoza. "¿El dueño? La única dueña de los campos es Dorotea Urra", dijo Juan González, uno de los puesteros de la zona. "Compran de lejitos nomás", razonó el criancero quien colabora con Dorotea Urra y mantinen chivos, vacunos y yeguarizos. Lo de las tierras es todo un tema en la zona. En septiembre de 2005, por resolución 825 del gobierno de la provincia de Neuquén vendió un campo de más de 121 millones de metros cuadrados a Manuel Jesús Castillo, hermano de Dorotea. Lo hizo a razón de 11 centavos la hectárea. El campo de Manuel guarda en su interior la mina La Escondida, donde también capitales ingleses explotaron asfaltitas. La condición de venta fue Castillo renuncie por diez años al cobro de servidumbres. El decreto fue firmado por el ex ministro Jorge Lara y el secretario de Producción Marcelo Fernández Dotzel.

El boom minero del viejo Neuquén

Cómo fue la producción de combustibles sólidos

A partir de mediados de mediados de 1930 y durante casi tres décadas la extracción de los denominados combustibles sólidos en el territorios de Neuquén tuvo un lugar muy destacado entre sus principales actividades productiva. El boom minero en Neuquén entró en franco retroceso hacia principios de los 50. La crisis del sector debe su explicación a ciertas insuficiencias técnicas, organizativas, de rentabilidad y de mercados. Transportes escasos e ineficientes, falta de camiones y neumáticos, caminos precarios, las extensas distancias que debían recorrerse desde los yacimientos y los puntos de embarques, deficiente provisión de equipos técnicos y la siempre escasez de explosivos, poca disponibilidad de capitales de riesgo y el escaso crédito pertenecen al primer listados de insuficiencias. Los principales productores de estos minerales fueron empresas de capital nacional y extranjero (varias de propiedad de alemanes en el país) que explotaron las minas de Santa Marta, San Eduardo, La Esperanza, Auca Mahuida y La Escondida, Curacó y otras. Su producción era comercializada mayormente en la provincia de Buenos Aires como combustible para la usina de la CADE, fábricas de briquetas y cemento, el ferrocarril y diversas industrias. Muchas de estas empresas tenían intereses directos en la explotación, práctica común entre los empresarios de origen alemán. Otro comprador importante fue Fabricaciones Militares. Así como también, finalizada la Segunda Guerra, estos productos era exportados a Inglaterra y en menores cantidades a países como Francia. Estados Unidos, Suecia, entre otros. En la mayor parte de estas explotaciones la situación de los trabajadores distó de ser óptima. A las pésimas condiciones de vida y laborales debemos sumarles los numerosos accidentes que terminaron con la vida de muchos mineros. (...) los deficientes y muchas veces anticuados métodos de explotación, con su consecuente ola de trágicos accidentes, además de la siempre escasa provisión de la mano de obra. Por último, la decadencia en la explotación de estos minerales estuvo en relación directa con la recuperación del comercio internacional de posguerra. Durante los años cincuenta el carbón perdió pesos como recurso energético, tanto en nuestro país como en las más importantes naciones industrializadas. (por Gabriel Rafart, extracto del artículo "Producción de combustibles sólidos y trabajadores en Neuquén").
 
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