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13 » Jun 2009 |
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Chicos que trabajan y estudian |
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Mucho de los chicos que trabajan, repiten de grado
* Material elaborado por Capítulo Infancia de Periodismo Social
Alrededor del 29,7 por ciento de niños de entre 5 a 13 años y más del 43,3 por ciento de adolescentes de entre 14 a 17 que trabajan y estudian repitieron de grado, según lo estimaron autoridades del Observatorio de Trabajo Infantil y Adolescente del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación.
En nuestro país, según cálculos del mismo ministerio, más de 900 mil chicos menores de edad trabajan. Y las actividades laborales que concentran a mayor cantidad de niños son las rurales, recolección de residuos y venta en la vía pública.
Los datos pertenecen a un relevamiento realizado hace tres años en Gran Buenos Aires, Mendoza, Jujuy, Salta, Tucumán, Formosa y Chaco, pero según los responsables del Observatorio esas cifras se mantienen en la actualidad y preocupa su incremento en medio de la actual crisis económica.
Entre las variables que producen la repitencia escolar de los chicos que trabajan, la coordinadora del Observatorio de Trabajo Infantil y Adolescente, Maria Ester Rosa, destacó que “no pueden concentrarse para estudiar porque están cansados y eso genera que a mitad del ciclo lectivo se comience a registrar un alto porcentaje de ausentismo y deserción en las escuelas”.
Para erradicar esta práctica, el Ejecutivo nacional sancionó la Ley Nº 26.390 sobre Prohibición del Trabajo Infantil y Protección del Trabajo Adolescente en la que eleva la edad mínima de admisión al empleo a 14 y 15 años transitoriamente hasta 2010, fecha en que el límite pasará a ser de 16 años.
La norma introduce cambios en la Ley de Contrato de Trabajo Nº 20.744, que no contenía ninguna referencia concreta acerca de la prohibición del trabajo infantil, y amplía la protección respecto del trabajo adolescente basándose en los postulados de la Protección Integral de los Derechos de los Niños, Niñas y Adolescentes, sostenidos por la Convención sobre los Derechos del Niño.
En diálogo con el Capítulo Infancia de Periodismo Social, Rosa señaló que en las áreas relevadas la inasistencia de los niños y adolescentes varía según la región que habiten.
En este sentido, el informe estadístico señala que el 20,9 por ciento de los chicos de entre 5 a 13 años que trabaja en áreas urbanas faltaron frecuentemente a la escuela, frente al 10,9 por ciento de los chicos de la misma edad que trabajan en zonas rurales. Este dato es superado ampliamente entre los adolescentes de entre 14 a 17 años, puesto que el 26,3 por ciento de los chicos de zonas urbanas de esa edad faltó repetidas veces al colegio, frente a 21 por ciento de los adolescentes de regiones rurales. “La inasistencia a clases es un hecho negativo debido a que los chicos se atrasan respecto al nivel de los compañeros y bajan notoriamente el interés y el rendimiento escolar, por lo que según pudimos registrar es el primer paso para que abandonen la escuela”, sentenció Maria Ester Rosa.
Recientemente el Legislativo nacional aprobó diferentes planes creados para bajar el nivel de la tasa de niños y adolescente que realizan cualquier tipo de actividad económica, remunerada o no, por debajo de la edad mínima de admisión al empleo o trabajo. Entre ellas, la Comisión Nacional para la Erradicación del Trabajo Infantil (CONAETI) tiene a su cargo la coordinación, evaluación y el seguimiento de los esfuerzos a favor de la prevención y erradicación del trabajo infantil, como así también la implementación de un Plan Nacional, diseñado con el fin de constituirse en el marco referencial de los Programas y Proyectos nacionales, regionales, provinciales o locales, que se vinculen directa o indirectamente con la prevención y erradicación del Trabajo Infantil en la República Argentina. |
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10 » Jun 2009 |
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Exclusividad cardiaca |
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Desde hace nueve meses, un policlínico de Neuquén cuenta con un servicio de cardiocirugía de primer nivel pero no puede operar a los pacientes de la Instituto de Seguridad Social de Neuquén (ISSN) porque la obra social más importante de la provincia (de Neuquén hablamos) tiene un contrato de exclusividad con la histórica prestadora, la fundación Médica, que está en Cipolletti. Es un tremendo paso adelante para toda la región que haya dos o tal vez tres servicios de cardiocirugía de primer nivel y que cada potencial paciente pueda elegir con qué profesionales ser intervenido. Estamos hablando de cirugías cardiovasculares, algo que -muchas veces- se traduce en vida o muerte. Los funcionarios creen que el ISSN es la obra social del Estado y ellos están a cargo del Estado, cuando -en realidad- pertenece a los trabajores estatales que, en definitiva, tienen el derecho a elegir con quién atenderse e incluso dónde aportar. Si los hospitales públicos tuvieran los medios no sería tan importantes las clínicas privadas pero en un escenario donde se reclama por inversiones y desarrollos, este tipo de exclusividades aparecen como un atropello a la libertad. |
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04 » Jun 2009 |
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Violencia y armas de fuego en Argentina |
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Violencia y Armas de Fuego en Argentina
Por María Paula Cellone (*)
(Especial para Red de Diarios en Periodismo Social) Las armas de fuego matan. No importa si las usan delincuentes, amas de casa, vecinos o niños, todas matan. Es por este motivo que se hace imprescindible aplicar políticas de control y de regulación efectivas sobre su utilización.
A partir de una investigación realizada por la Asociación para Políticas Públicas (APP) con datos del Ministerio de Salud de la Nación, identificamos que en Argentina en promedio las armas son utilizadas en el 71% de los homicidios y en el 34% de los suicidios. A diferencia de lo que mayormente se piensa, una buena parte de los homicidios que se cometen con armas de fuego no ocurren en ocasión de otro delito como los robos sino por conflictos interpersonales, esto es, entre vecinos, entre hinchas, en la pareja, etc. (Dirección Nacional de Política Criminal). Todos conflictos que las armas llevan a agravar y que pueden resultar en la muerte de varias personas.
Sin embargo, no todo el país sufre el flagelo de las armas de la misma manera. Mientras que el uso de armas de fuego en los homicidios supera el 75% en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y en la provincia de Buenos Aires, en las provincias de La Rioja y Santa Cruz este porcentaje no alcanza el 40%.
Por otro lado, el fenómeno de suicidios con armas de fuego aparece significativamente relacionado con la posesión de armas de fuego en los hogares, de manera tal que las provincias donde las personas cuentan con mayor acceso a las armas, son las provincias donde más se las utiliza para el suicidio. En este caso, La Pampa y San Luis figuran como las provincias con mayor uso de armas de fuego en los suicidios, ambas por arriba del 43%.
También sabemos que las personas, en particular los niños, corren con más riesgos de sufrir un accidente con armas de fuego en un hogar donde hay armas que en uno donde no las hay.
A partir de la Primera Encuesta Nacional de factores de riesgo del Ministerio de Salud conocemos que en ciertas provincias existe un mayor número de armas en el entorno de las personas, esto es, en sus casas, garages o vehículos. Así notamos que en la región pampeana el 12% dice tener armas en su entorno, le siguen los residentes del Noreste, luego los patagónicos, y finalmente, los residentes del Noroeste (9%) y de la región Cuyana (8,6%).
Por otro lado, resulta llamativo que estas cifras no coinciden con los datos de armas registradas del RENAR, organismo oficial que concede las licencias de tenencia y portación de armas. En los extremos nos encontramos con la Ciudad de Buenos Aires donde el 3% de la población tiene armas registradas legalmente y el 5% declara poseer armas, mientras que en La Rioja, menos del 1% tiene las armas registradas, cifra muy inferior al casi 10% que manifiesta tenerlas en sus hogares. Esta distancia entre las normas y las prácticas de los ciudadanos parecería estar vinculada con el nivel económico y educativo de los mismos, lo que resulta probable si se tiene en cuenta que registrar un arma es costoso.
Por todo esto, creemos que es fundamental erradicar todo tipo de armas de los hogares para evitar mayores muertes ocasionadas por accidente, suicidio o peleas interpersonales. En este sentido APP desde la Red Argentina para el Desarme y junto con familiares de víctimas, participamos del diseño, la implementación y el monitoreo del Plan de Entrega Voluntaria de Armas, que ya recolectó más de 104.000 armas y 700.000 municiones. Además, también participamos el pasado 25 de Abril de la destrucción de 20.249 armas recolectadas en el marco del Plan, en una ceremonia pública.
Sin embargo, además del Plan, debe existir una política integral de control de armas a nivel federal que incluya: control de los arsenales de las fuerzas armadas y policiales, control de los depósitos judiciales, programas de concientización, persecución del mercado ilegal y control estricto del otorgamiento de licencias de armas. Para ello, es fundamental la coordinación entre las provincias para el intercambio de información sobre armas robadas y decomisadas, la implementación de todos los registros de armas para poder realizar el rastreo de las mismas, la organización de operativos conjuntos y la adopción y adaptación de las normas nacionales.
(*)Licenciada en Relaciones Internacionales e Investigadora de la Asociación para Políticas Públicas (APP), www.app.org.ar |
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23 » May 2009 |
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La caca del Limay |
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Hace 14 años, este diario publicó una nota sobre la cantidad de litros de efluentes cloacales que diariamente se arrojan al río Limay. Y apenas unos días después se anunció que habría una obra importante, que se ampliaría la planta depuradora de la calle Tronador y que este fabuloso Limay sería preservado. Pasaron tres años y hubo una nota parecida, también con precisión sobre la cantidad de litros, con una foto de la mancha marrón en el agua azulísima y con críticas a las autoridades de la comuna y de la provicia. Hubo otras promesas de terminar con el vertido, siempre con obras que tenían asegurado el financiamiento. Pero, al cabo, nada. Nada de nada. Hace unos días, trabajadores el EPAS repitieron la denuncia (60 millones de litros por día) explicaron. El colmo es que un funcionario se enojó y dijo que todo era político. Pero el río sigue marrón. |
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18 » May 2009 |
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La verdadera historia de los Sea Monkeys II |
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En 2003, escribí una nota titulada “La verdadera historia de los Sea Monkeys” que estuvo mucho tiempo sin salir pues tuve la mala suerte de no ser contemporáneo del editor. Desde entonces, esa nota navega por el universo digital. Y cada tanto, alguien asoma en la red y me pregunta sobre el tema: “¿puedes explicarme cómo hago para hacerte llegar el pago por los Sea Monkeys?, me consultó hace algunos años un colombiano desorientado. Lo peor es que mi nota intentaba demoler aquella farsa. No lo logré.
Supe, hace poco, que una mujer de Carmen de Patagones tiene una suerte de yacimiento de la artemia salina (ese es el nombre del crustáceo) y que la vende por toneladas como alimento para peces. En fin, como para ratificar que no hay armas que puedan contra la fantasia, ayer me escribió una productora televisiva que incluirá a los Sea Monkeys en un documental.
Les dejo el recuerdo de aquellos años también felices.
“La verdadera historia de los Sea Monkeys”
Recuerdo que todo el mundo hablaba de ellos, de los monos de agua que yo imaginaba verdes, como los marcianos. Como la tele y el diario eran en blanco y negro, había muchas imágenes de las que sólo podíamos imaginar los colores. Se iba el verano del "79, cuando los "Sea Monkeys" se adueñaron de todas las conversaciones aunque nadie podía garantizar con precisión de qué carajo se trataba ¿monos? ¿humanoides? ¿Peces? ó ¿una mezcla de todo ellos?
Un amigo y compañero de clase -Wálter- fue el primero en comprar el kit con los huevos y aireador. El pibe -que tenía once años, como yo- era de esos amigos que muchos querían tener. Contaba con una pista de autos eléctricos, mesa de ping pong, bicicleta de cross, pelota y aro de básquet, hermosas hermanas mayores y -fundamentalmente- la virtud de compartir, aunque no todo, claro.
Me acuerdo la emoción que sentí el día en que mi amigo me aseguró que de los 100 que tenía previsto que nazcan, diez o doce (ya nacidos y con capacidad para sostenerse por sí solos) serían míos. Los días que siguieron fueron largos y anchos; y mi panza estaba llena de unas cosquillas parecidas a las que se sienten antes de la primera cita.
En el medio, mi tío Arturo había asegurado (nunca supe si lo decía en serio) que iba a comprar un sobre completo de "Sea Monkeys" (a 8.900 pesos con un dólar a 1.213) y que los iba criar en su bañera. Desde allí, del baño de su casa de soltero, iban a salir suficientes monitos para todos sus buenos sobrinos, una clasificación que yo entendía me era muy favorable. Temprano había desistido de insistir con mamá y papá sobre una compra particular, no tanto porque no hubiera explicado yo cuán importante era tener "Sea Monkey" sino por realidades elocuentes que no viene al caso detallar.
Así las cosas, toda la presión cayó sobre Wálter quien por esos días había hecho de las suyas y no podía recibirme en su casa donde -obvio- estaba la bendita pecera.
El tiempo se hizo pastoso y cada día antes de entrar a clase, Wálter demolía mis ilusiones. Decía que no pasaba nada, que los bichos no nacían y relataba que los huevos eran apenas partículas blancuzcas como granitos de sémola, hinchadas pero sin patas ni cabeza.
Confieso que la demora me hizo dudar de los valores y códigos de amistad, aunque ya por entonces corrían versiones malintencionadas a partir de las cuales se debatía sobre la existencia o no los "Sea Monkeys". ¿Serían verdes o rosados? -me pregunto.
Conservo nítido en la memoria el día en que Wálter llegó al aula y dijo que los huevos y el agua se habían ido por las cañerías, que eran todas mentiras y que ni él ni yo íbamos a tener jamás "Sea Monkeys", porque no existían. No pudo convencerme del todo, pero su estado de ánimo no daba para hacer muchas preguntas. El pibe era buena gente, pero tenía su carácter y además era el último de la fila.
Recuerdo que mi primo Marcelo estaba también defraudado por el fin de la fantasía: hablamos largo y tendido sobre el tema. Estábamos desarmados, lo mismo que el tío Arturo. Fue por esa época que, con mi vecino de al lado (Andrés), iniciamos una sistemática y eficiente captura y cría de mojarritas.
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