Estudiantes llevan obras y afectos a los mapuches

Son 70 chicos del colegio neuquino Don Bosco. En noviembre harán una nueva misión de apoyo.

El año pasado los alumnos del Don Bosco también realizaron una misión.

CIPOLLETTI (AC).- No se trata de viajes de estudio, que a veces se convierten en paseos cuasi turísticos.

Estos alumnos de cuarto y quinto años van a parajes alejados donde habitan comunidades mapuches y criollas neuquinas para dejarles obras concretas, no como quien llega para decir "aquí estamos y les traemos esto" sino, muy por el contrario, con el fin de compartir trabajos imprescindibles, viviendo bajo el mismo techo, padeciendo las mismas inclemencias y vicisitudes, trabajando codo a codo con los lugareños y en un contexto de respeto a la tierra y a la cultura nativa.

Los protagonistas de esta historia son unos 70 estudiantes del Colegio Don Bosco de Neuquén, quienes del 2 al 13 de noviembre irán en una misión de apoyo a las comunidades mapuches y criollas Huncal, Pichaihue y Trahuncura, en la que llevarán a cabo, juntamente con los integrantes de las aproximadamente 70 familias, obras de saneamiento, de refacción de la escuelita y de construcción de un salón comunitario, entre otros emprendimientos.

Luciano Fernández Carro y Lucas Huaiquil son dos de los miembros del contingente que volverá, porque ya fueron el año pasado, al rincón alejado de la geografía neuquina, ubicada a casi 35 kilómetros al noreste de Loncopué.

"Nosotros nos preparamos para esta misión, a la que le damos una importancia clave. Y no lo hacemos para lograr una satisfacción personal. Tenemos, todos, el convencimiento de que estos hermanos nos necesitan. Tratamos de ser uno más de ellos, compartir la comida, el hábitat, la tierra a la que tanto respetan, y la tarea diaria, sabiendo que con nuestro granito de arena tendrán una vida un poco más digna", dijeron Luciano y Lucas.

Desde mitad de año, en especial en el segundo cuatrimestre, todo el Don Bosco ingresa en lo que se podría denominar "clave misionera", una etapa en la que se analiza el operativo y se ajusta la logística para que las cosas salgan según lo planificado.

Más aún, como preparatoria para lo que harán en los años superiores, los chicos de tercero también afrontan sus misiones. Este año, por ejemplo, estuvieron en el barrio Las Perlas, de Cipolletti, conociendo otras realidades muy distintas a las propias y despertando, o afianzando, un valor tan importante como el de la solidaridad.

En Huncal, Pichaihue y Trahuncura los estudiantes, codo a codo con los lugareños, supervisados por los coordinadores, construirán en noviembre un tanque australiano, y harán el tendido de una red de agua, con mangueras, de cinco kilómetros de extensión, para dotar del vital elemento a 12 familias. Instalarán asimismo dos equipos de bombeo de agua potable.

El agua la traerán, por medio de las mangueras, de un manantial, vertiente al que hay que llegar serpenteando entre laderas y terrenos poco accesibles.

La obra de la misión a Huncal, Pichaihue y Trahuncura incluye la terminación de salones comunitarios y la construcción de uno nuevo, de ladrillo y material, para que soporte las inclemencias de inviernos largos y duros, en Trahuncura.

Se nota un dejo de felicidad en las caras de Luciano y Lucas cuando comentan los pormenores de la misión en ciernes.

Y lo traducen en pocas palabras: "sentimos que hacemos lo que debemos hacer. El colegio nos forma, nos educa, pero también nos imprime este sentimiento de compromiso por lo que más necesitan de ayuda y afectos".

Esto se ajusta a una máxima que se maneja en el Don Bosco neuquino, con base en Chaneton al 600, como si se tratase de un dogma: favorecer con hechos concretos que los estudiantes promuevan la autonomía, la iniciativa y el protagonismo. Que sean actores directos en la transformación de procesos sociales, esquema en el que también participa toda la comunidad educativa, porque el tren de la solidaridad, empujado por muchos, llega siempre mucho más lejos y con más fuerza.

Una fiesta antes de empezar el trabajo

El proyecto misionero está presente en el espíritu de las escuelas y colegios de la congregación Salesiana en la Patagonia prácticamente desde la llegada de los primeros sacerdotes pioneros. Específicamente en Neuquén, tuvo un salto hacia adelante a partir de 1962, se indicó en el Don Bosco.

Pero luego se elaboró un proyecto basado en la creación de nuevos espacios de participación. La patriada se largó en Huncal, se sumó Pichaihue y después, Trahuncura.

Y los mapuches y criollos, fieles a su estilo llano, esperan a los alumnos, como el año pasado, con una fiesta. Chivitos, música, intercambio de anécdotas Al otro día, y de sol a sol, trabajo y trabajo. Palas y picos, carga y descarga, martillos y tenazas, zanjeo y pozones, agua para aliviar el calor de la época, hombro con hombro para hacerle un frente más ancho al viento implacable. Noches con fogones, sueños densos, por el cansancio, y a empezar de nuevo.

Todos los "misioneros" estudiantiles aprendieron en su colegio que se deben a una función solidaria de apertura a la comunidad. "A esta sociedad que muchas veces cataloga a nuestros jóvenes de indiferentes y egoístas, queremos mostrarle que con una buena propuesta se obtienen respuestas muy dignas", se destaca en una especie de estatuto de vida. Y se agrega: "Si queremos que nuestros alumnos se formen integralmente como personas capaces de generar cambios y transformaciones, no basta conque adquieran saberes, habilidades y rango intelectual, si no son capaces de ponerlos al servicio de los que más sufren, y más lo necesitan". Con estas precisiones, no es difícil interpretar por qué los chicos viajan tan lejos, y dejan su impronta en pobladores que de seguro no los van a olvidar nunca. (AC)