Domingo 19 de octubre de 2003

Con $ 260 por día se alimentan 400 personas

Las cocinas solidarias neuquinas intentan derrotar a los comederos.

La idea es reforzar los vínculos domésticos y vecinales, aseguran.

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NEUQUEN (AN).- Casi 400 personas -adultos, adolescentes y chicos- en situación de riesgo en el oeste de esta capital reciben una comida diaria garantizada por las "cocinas solidarias familiares" y elaborada con ingredientes que demandan 260 pesos por día.. Son 13 grupos integrados con seis familias cada uno -hogares con cinco o seis miembros en promedio-, y los alimentos se compran con el aporte de fondos de la subsecretaría de Acción Social y en menor medida por donaciones de particulares, empresas privadas del ramo alimenticio y excepcionalmente Cáritas, que suministró equipamiento -hornallas, cocinas y batería de cocina- para el programa.

El aporte de Acción Social es de 650 pesos mensuales por grupo, y están reconocidos en la nómina 12. El sábado, los integrantes de las cocinas -denominadas "cosofa", por la sigla- se reunieron en la escuela 311 de Hibepa para analizar la marcha de sus actividades y discutir sus líneas de acción en lo inmediato.

Las cocinas nacieron en 1999 por iniciativa de un grupo de animadores -se denomina grupo "sostén"- de la parroquia Nuestra Señora de la Paz. El equipo estaba liderado entonces por el cura Hernán Ingelmo, Angela, Alicia y Horacio Carballo, Cristina Rossomano, Sandra Ferrero y otros. Ahora se amplió en función de las nuevas necesidades y hay unas 30 personas en el "equipo-sostén", entre ellos los sacerdotes Juan Pablo Lavigne y Toni Qualizza.

El primer salto fue entre 1999 y 2000, cuando de tres cocinas se pasó a cinco, pero entre 2001 y 2003 el número creció a 11.

El objetivo inicial, dijo Sandra Ferrero, fue "desmontar la idea del comedor-comedero", que solamente se dirige a los chicos y las mujeres madres, pero quedan excluidos los ancianos, los adultos varones y los adolescentes "que sienten vergüenza".

En cambio, se trata de "comer en la casa, juntos", para revalorar la actividad doméstica. También tiene un componente de "solidaridad", indicó Ferrero, puesto que se intenta construir experiencias nuevas y un espacio donde la gente sea protagonista en el fortalecimiento de los vínculos con los vecinos". Se refirió también al proceso de exclusión social gene

rado por los modelos neoliberales y a la necesidad de "cambiar las experiencias y utilizar términos diferentes" a los utilizados por el discurso oficial para designar esas experiencias.

El tercer elemento es la revalorización de la familia como "principal prestadora en las cuestiones sociales", dijo, y también "reclamar la presencia del Estado que, como está actualmente no da respuestas suficientes" Comenzaron en San Lorenzo Norte, y ahora se extienden a Hibepa, Toma Esfuerzo, Hipódromo y Nueva Esperanza.

 

Previsores, con el fondo anti-crisis

 

La participación estatal se solicitó en la instancia provincial -a través de la subsecretaría que conduce Manuel Gschwind ahora, y antes Eduardo Martínez- y a la municipal -que participó en el inicio con una donación a través de Bienestar Social-. Las "cosofas" constituyen "una nueva forma de vincular la sociedad civil", dijo Ferrero.

De los aportes económicos gubernamentales se reserva una parte por mes para crear una especie de "fondo anticrisis" dado que a finales de cada año, con el cierre de las cuentas provinciales y la apertura del nuevo ejercicio, se producen demoras en las remesas. En esos momentos, el fondo comienza a operar y las cocinas siguen en funcionamiento.

Los grupos, integrados mayoritariamente por mujeres, se reúnen en casas -en algunos casos en forma rotativa- donde cocinan la ración diaria para su grupo. Cada familia retira su parte durante seis días a la semana.

Esto "alivia la economía familiar", dijo Ferrero, y permite "que los escasos recursos de que dispone la gente se utilicen en ropa y medicamentos". Recordó que la mayoría "son mujeres solas, cabezas de hogar con varios hijos a cargo".

Los grupos, con los dos integrantes del equipo de apoyo que los acompañan, se reúnen cada 15 días para definir los menúes, las dietas y evaluar si existe algún caso de desnutrición en los chicos. Esos equipos de apoyo -o "sostén", para los que necesitan voluntarios- también se reúnen en encuentros periódicos y todos los integrantes de las cocinas realizan un encuentro anual conjunto para evaluar la marcha del programa.

 

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