Martes 14 de octubre de 2003

Mapuches dicen que autonomía no es escisión

La Coordinadora de Organizaciones de la comunidad apunta al control cultural y económico de los recursos naturales, que permitirá a los pueblos originarios el acceso a la ciudadanía plena. La antropóloga Isabel Hernández narró el proceso histórico desde el lugar de la nación sometida y su relación con los estados argentino y chileno. Presentó libro sobre el tema.

 

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La presentación del libro de Isabel Hernández en la UNC. Escena de un nguillatún.

NEUQUEN (AN).- La cuestión de la autonomía de los pueblos originarios se relaciona estrechamente con el control cultural y económico de los recursos naturales. El aspecto cultural supone la enseñanza en su lengua -el mapuche en este caso- y la institucionalidad que refleje su cosmovisión -el parlamento o Meli Wixan Mapu-. En ningún caso "autonomía significa escisión, ése es un argumento para eludir y descalificar el debate", explicó la antropóloga e historiadora Isabel Hernández.

Hernández presentó el sábado en esta capital su extensa obra "Autonomía o ciudadanía incompleta El pueblo mapuche en Chile y Argentina", editado en colaboración por la Cepal y Pehuén Editores (ver aparte). La tesis de Hernández apunta a una comprensión histórica de los mapuches como "un solo pueblo viviendo en territorio argentino y chileno" que actualmente "busca la autonomía en sentido pleno, esto es, autogobierno, derecho consuetudinario, cultura".

En este proceso, los estados "traban la autonomía, y entonces acceden a una ciudadanía incompleta porque no pueden ejercer sus derechos".

El libro es una virtual "obra colectiva", según lo definió, ya que recopila testimonios y documentos de "los loncos -jefes- de Chile y Argentina" durante muchos años Además, existen "hallazgos arqueológicos que permiten establecer que es un solo pueblo desde antes que llegaran los barcos, y los españoles".

Dijo que los pueblos mapuches -como otras naciones originarias- "aportaron s sangre a las luchas por la independencia y en la constitución de las repúblicas" pero apenas cincuenta años después "se convirtieron en enemigos" de esos estados que habían contribuido a gestar.

En efecto, a partir de 1850 se delinea "una estrategia de exterminio" a ambos lados d la Cordillera de los Andes que protagonizan los gobiernos chileno y argentino. El primero, hacia 1870 comienza su proceso de "pacificación" mientras en la misma década, Julio A. Roca culmina con lo que se denominó "conquista del desierto", ambos "eufemismos que encubrieron un genocidio" Hernández recordó las políticas desplegadas por Juan Manuel de Rosas en coordinación con Chile y, decenios después cuando Roca se refiere al "movimiento de pinzas para acorralar en la cordillera a estos salvajes".

Inclusive citó a Roca cuando dijo que si la Argentina no lograba vencer "a estos salvajes" sería un "atropello a la virilidad".

En ese relato que narra la historia vista por el vencido y todavía no escrita, al culminar la guerra de exterminio "hubo una gran marcha de mapuches sobrevivientes desde Aluminé hasta Bahía Blanca, durante la cual murió la mitad y el resto fue confinado en la isla Martín García".

 

"Nuevo escenario"

 

Con la restauración democrática se gesta un "nuevo escenario" -ver aparte- que cambia el concepto de ciudadanía, hace avanzar las legislaciones y crecen paralelamente en combatividad los movimientos indígenas.

Pero en el último tramo del siglo, los gobiernos retrasan la actualización de sus legislaciones en paralelo con la expansión de proyectos de inversión privada sobre la explotación de recursos naturales -bosques, hidroelectricidad, hidrocarburos, minerales- en territorios ocupados por los mapuches o en litigio. También se dio en ese período, un recrudecimiento "en el caso de Chile" especialmente en el uso de la fuerza pública para dirimir los conflictos.

Jorge Nahuel, huerquén de la Coordinadora de Organizaciones Mapuches, dijo que en el caso neuquino "se cruzan los intereses económicos" del Estado provincial con la demanda de los mapuches. En ese diferendo, "el Estado nacional no se puede desligar, no puede dejar librado al pueblo mapuche a su propia suerte" en virtud del mandato constitucional.

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