Domingo 12 de octubre de 2003 | ||||
PREOCUPACIONES: los juegos en red Los chicos no quieren irse de los 'ciber' en Catriel Los padres no saben cómo limitar la moda. Prejuicios y miedos envuelven al fenómeno.
CATRIEL (ACA).- Los 'ciber' preocupan a padres de adolescentes de Catriel. Y no precisamente porque se relacionen con otros lugares del planeta sino –especialmente- por que la mayoría de los chicos, según sus mayores, se vuelcan a las páginas pornográficas. También por la violencia virtual de los juegos en red. La mayoría de los lugares con computadoras con internet y juegos fue habilitada este año. Y el hecho que haya sólo tres, con una muy buena demanda cada uno, es según fuentes vinculadas al rubro, por el costo de inversión y el precio de las habilitaciones A la hora de pensarlo como negocio, los números en borrador no son tan atractivos como sí lo es el hecho de ver locales llenos e chicos y grandes de la mañana hasta la noche. Una computadora ronda los dos mil pesos y la hora en un ciber se cobra dos pesos en horas centrales y menos en horas de bajo consumo. Por lo cual se necesitan 50 días de lleno total durante las 19 horas que trabaja el más grande de los comercios del rubro en Catriel solo para amortizar las máquinas. A esto se le agrega el costo de alquiler, servicios, impuestos y personal. De todos modos, los lugares existen y funcionan. En Catriel, una ciudad de alrededor de los 20 mil habitantes, existen tres lugares que explotan este rubro. El más importante –por su inversión- se encuentra en pleno centro. Pero absolutamente en los tres lugares, chicos de entre 8 y 20 años (los hay por debajo y por encima de este rango de edades en menor medida) se turnan para no dejar descansar las computadoras, desde las ocho de la mañana hasta las tres de la madrugada (en el caso del comercio más céntrico; los demás cierran más temprano). Algunos padres consultados por este diario se muestran preocupados por esta costumbre. Pero no tienen herramientas para alejar del "peligro" a sus hijos, razonan. "Es que son lugares que desde los visible no ofrecen riesgo, porque no se venden bebidas, se les prohíbe entrar con bebidas alcohólicas y están todos a la vista. Pero a mi me da miedo el tema de la pornografía", confiesa una madre. Por su parte, otro señor que peina las últimas canas que le quedan se muestra más tranquilo: "Los padres, si no tuvieran miedo por lo que les puede pasar a su hijo cuando no están bajo su mirada, no serían padres. Siempre hubo miedo y más ahora que hay tanta violencia, y que esta cosa de las computadoras –que para nosotros es chino básico- está tan de moda. Pero pornografía existió siempre. Prostitución hubo siempre y delincuencia hubo siempre. Creo que cada chico carga su subconsciente con lo que ve todos los días en su casa, en su barrio, en su pueblo. Si ahí hay trampa, corrupción, indiferencia por el otro, me parece que eso es más peligroso y para que ese peligro nos toque, sólo hay que quedarse en casa". También los chicos se defienden: Mauricio de 16 años cree "que no hay que hinchar tanto con esto. Según mi papá, en los libros de historia nos han mentido mucho. ¿Eso es menos nocivos que una mina en bola en la pantalla de una computadora?". Brian, de apenas 11 años, dice que se engancha con los juegos: "Para mi no tienen nada de malo. Vos pasás un momento en el que sos parte de –por ejemplo- un combate y te divertís. En ese momento vos sos el que matás o te matan, pero pasó ese momento y ya está", dice. Para Juan Pablo, 21, todo es producto de una exageración. "Creo que necesitan prohibir algo. Y como la mayor parte de las cosas ya están prohibidas, avanzan con ésto ahora. La pornografía de María Julia, la de la era menemista, la de cada una de las elecciones que hemos visto y vivido en este año son mucho más pornográficas y no se pro híben. Además son gratuitas...no, no. Perdón. No son gratuitas. Las pagamos entre todos". "Si es cierto que existe gente que quiere poner limitaciones a esto, me parece una boludez. Si quieren hacerlo que lo hagan y que hagan un club social con canilla libre de agua bendita", ironizó Sebastián que festejaba su cumple chateando en la tarde del sábado. "Antes que vos entraras acá a consultarnos sobre este negocio estábamos hablando con un amigo del por qué yo no pongo internet" –contó a este diario el propietario de un ciber ubicado en la calle Mendoza, que solo tiene abierto hasta las 11 de la noche. "Es que viene un pibe, vos lo habilitás y generalmente se te cuelgan con esas páginas pornográficas. ¿Cómo lo controlás?", reflexionó. La sala más grande se encuentra en plena avenida San Martín, con más de 30 máquinas, casi siempre ocupadas, aunque sólo una decena de ellas cuenta con acceso a la red de redes. Una mirada al lugar ofrece una especie de postal del futuro. Chicos adolescentes y preadolescentes ausentes del espacio físico navegando, a través del chat, por lugares del mundo que ignora y que, tal vez, no le interese en ese momento conocer. Noviazgos platónicos que invitan a fabricar edenes que se disiparán apenas se venza el crédito del que se disponga, mientras la aventura seguirá revoloteando sentimientos e hipnotizando soledades. Los prejuicios no están ausentes. "Nosotros pasábamos con mi mamá por la puerta de uno de esos negocios y se sentía un fuerte olor a marihuana", dijo con seguridad a este diario un pequeño de no más de 9 años. Pero lo que parecía una terrible denuncia se disipó cuando un mayor, presente en la charla, le preguntó: "- Y vos cómo sabés que olor tiene? - Mi mamá me dijo. - "Ojo con tu mamá", remató irónico el cibernético señor. "Río Negro" estuvo en cada uno de los ciber habilitados en Catriel donde el ambiente es muy juvenil, pero tranquilo, con una paz de este siglo. Mucho grito, mucho nervio, mucha risa histérica de las chicas que chatean con un "príncipe azul" que es más hermoso o más feo según de donde confiese ser el virtual galán del que nunca conocerán su verdadero rostro Mientras tanto, los ciber siguen siendo el lugar que congrega a más jóvenes durante todo el año, de lunes a lunes.
Caras desencajadas La mayoría de los chicos no usa Internet en Catriel sino más bien que se vuelcan, en gran medida, a los juegos en red. Pero la imagen es la misma. Rostros de todas las edades gastando adrenalina para que "ese H. de P. no me mate!"; vociferando –a tal punto de dejar sin aire al observador desprevenido- "Se la puseeeeee!!!", supuestamente dedicado al enemigo virtual que aparecerá tendido en la pantalla.
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