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Los almanaques de Molina Campos en colección

Opinión

Bautizó lo nuestro

Podría parecer gratuito abocarse a Molina Campos como un problema no resuelto de la plástica argentina, cuando ya pareciera que ha sido rotulado, encasillado y, si se quiere, en cierta forma consagrado... Molina Campos nunca ha sido valorado como uno de los pilares básicos del arte nacional, sino siempre ubicado en los umbrales menos categorizados por ellos, de ilustrador, costumbrista, tradicionalista, evocador histórico.

Estas resistencias de nuestros ilustres son índices reveladores de quienes han debido rendirse ante la realidad pero en el fondo mascullan la bronca del mercenario de los medios. Porque no vayan a pensar que alguien que estudió tanto de teorías y metateorías, se convierta en un elogiador de un pintor de almanaques. Porque la pintura al óleo es otra cosa: no huele a cocina, bares, talleres mecánicos y demás...

Molina Campos exhibe como pocos quilates de los más preciados y envidiados por cualquier artista y crítico de países no dependientes culturalmente.

1.- Es el único artista nacional del cual el pueblo ha hecho pinacoteca.

2.- Es uno de los pocos que se ha consagrado de la periferia al centro.

3.- Es uno de los contadísimos que nos revela desde su poética con textos reales: geográficos, históricos, religiosos, sociales y raciales.

4.- Es casi el único que elaboró un estilo original que nos revela lo esencial y permanente desde lo particular y accidental.

5.- Es el único artista en cuyo desarrollo histórico no se puede hacer correlato con los estilos europeos o norteamericanos.

6.- Es el que redefine el objeto artístico no categorizando una técnica por encima de las otras; dándole carácter de popular a un medio expresivo preñado históricamente de caracteres individuales y de élite. El objeto único pictórico es trascendido como medio limitado de comunicación por el almanaque, el afiche, la ilustración de libros, las postales, el rediseño de naipes.

Y son estos méritos que exhibe Molina Campos como propios y consagratorios de una cultura nacional y popular los que dificultan la apreciación de los que recurren a las anteojeras universalistas.

Horacio Porto

Pintor, en artes plásticas y cultura nacional

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