Domingo 19 de octubre de 2003

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Recorren kilómetros buscando salvar a sus animales

Testimonios

"Matas no se ven, sólo avestruces muriendo"

Ramón Avila (66) es uno de los primeros crianceros transhumantes que adelantó el camino a la veranada que habitualmente se realiza en la segunda quincena de noviembre y la primera de diciembre "Es que "los campos están malos", dijo. Se nota por los animales que arrea El criancero proviene de Pichi Neuquén y se trasladaba al paraje El Pino, yendo para Las Ovejas, cerca de Buraleo.

"Las vacas flacas y las preñadas las enviaron en camión" porque no soportaban el arreo por los callejones El criancero llevaba su piño y también el de Angel Sura y lo hacía en compañía de su nieto Fabián López y dos perros: "Gardián" y "Rival".

Luego de pernoctar en las afueras de Chos Malal en la zona de la isla entre los puentes del río Curi Leuvú -zona de paso obligada para algunos crianceros-, donde los animales pudieron beber un poco de agua, retomaron la marcha,. Pero en la zona conocida como El Molino, a 8 kilómetros de esta ciudad, volvieron a parar por el agotamiento de los vacunos, muchos de los cuales iban con sus crías al pie.

Mientras Ramón contemplaba la posibilidad de llevar los terneros agotados y flacos "por delante", esto es a caballo, Angel Sura trasladaba en una camioneta varios animales recién nacidos en iguales condiciones.

Ambos viven de esta actividad y la muerte de los animales se transforma en un duro revés para sus familias. Es que ellos dependen de sus animales.

En Cura Mallín la esposa de Ramón, Luisa Guerrero cuida a algunos de los animales.

"Tardamos cinco días para llegar", explica el hombre al referirse al traslado de los animales desde la invernada a la Cordillera del Viento donde tienen pasturas y agua.

El criancero no va hasta los campos altos de la veranada sino a un lugar lo suficientemente cercano como para poder contar con agua y alimentos para sus animales, dado que la transhumancia en todos los casos lleva unos 20 días y se recorren distancias de hasta 300 kilómetros.

"Hasta aquí los animales han tenido que andar mucho y no se ve una mata a muchos kilómetros alrededor. Tampoco agua".

Permanece un momento callado y luego insiste: "No se ven matas, lo único que hemos cruzado son avestruces que se echan y mueren".

Las pérdidas son irremediables y la sequía está produciendo un impacto por demás negativo en la gente campesina, cuya economía familiar gira en torno de la venta de sus animales.

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