La semana

en San Martín de los Andes

De padres y derrotas

Desde Aristóteles se dice que la victoria tiene padres pero la derrota es huérfana. No es el caso del MPN en San Martín. A la pérdida del municipio, tras 16 años de hegemonía, le sobran progenitores.

Semanas antes de la interna local, desde esta misma columna advertíamos de las dudas sobre la chance electoral del MPN. Se alertaba también sobre la costumbre emepenista de dejar heridas sin restañar.

Un movimiento sin liderazgo en la ciudad, incapaz de aglutinar poder tras el alejamiento de Luz Sapag; con un gobierno municipal ajeno a su partido, sin aporte de ideas que lo rescatara de sus conflictos; eran factores de alarma.

La conducción partidaria era un entrevero y la disputa quedó apenas disimulada tras la interna.

Con Jorge Cuevas ya ungido candidato, el primer confeti emepenista presidido aquí por Sobisch se fundó en un repiquetear de exhortaciones a votar unidos.

Semejante empeño fue una señal de que no todos estaban seguros. Incluso Cuevas le cargó cuentas al intendente de su partido, Sergio Schroh, que no asistió en aquella oportunidad y tampoco lo hizo al cierre de campaña en el club Lácar.

El MPN tiene en San Martín 4.500 afiliados, pero en las elecciones del domingo pasado, el partido obtuvo 2.840 voluntades para intendente.

Aun si se toma en cuenta que votó el 70 por ciento del padrón general y, por carácter transitivo, se especula que lo hizo el mismo porcentaje de afiliados al partido provincial, el MPN igual queda por debajo de sus propias bases. Es obvio que una cantidad respetable de afiliados prefirió otros rumbos.

El triunfo abrumador del peronista Jorge Carro oculta, sin embargo, otra realidad. Si se toman los votos del MPN sin Opción Federal, y del PJ sin los aportes de la UCR, ARI y Pavesa, la diferencia entre uno y otro es de apenas 130 boletas. Muy similar pero de signo contrario a la que en 1999 le dio la intendencia a Schroh por encima de Carro. Podría decirse que aquel ya había sido un año para que el MPN tomara notas. No lo hizo.

De esa paridad también resalta que la irrupción del frente y de nuevas opciones contribuyó a diluir el caudal de Cuevas y a multiplicar el de Carro, pero sin modificar el equilibrio de fuerzas entre el MPN y el PJ.

Tampoco sería extraño que el fluir de nuevos vecinos desde otras provincias, ya electores, pudiera haber tenido peso en el desapego local al MPN, con un velado "efecto K" a favor de quien es hombre del riñón del presidente, como que Carro es el segundo de Parrilli en el despacho contiguo a Kirchner.

Ese aluvión "inmigrante" podría explicar, en parte, el insólito primer lugar del voto en blanco en la elección local para gobernador. Un cachetazo para Sobisch en una ciudad a la que le prometió 20 millones en futuras obras.

A propósito, Cuevas basó su campaña en una retahíla de obras negociadas con Sobisch. Deslizó que aquellos emprendimientos le pertenecían y se irían con él si otro candidato ganaba el comicio: "los acuerdos políticos son individuales, no colectivos", dijo en un debate público.

El electorado no se sintió conmovido ni por la advertencia de Cuevas ni por la "bondad" de Sobisch. No es un dato menor; acaso indica que la promesa efectista no alcanza como vehículo de persuasión.

Carro y su variopinto tándem constituido en la "Unión por San Martín" supieron articular un mensaje creíble, basado en la participación vecinal, el control de gestión y el desprecio por las prácticas clientelares.

Tienen el crédito abierto, pero no sería prudente un exceso de confianza El electorado local demostró mucho. Entre otras cosas, que la suma de desatinos y desencuentros se paga. Para el MPN en San Martín, la factura es dolorosa.

Fernando Bravo

rionegro@smandes.com.ar