Miércoles 28 de octubre de 2003 | ||
Desde el fin
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Por Pedro J. Frías |
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Cuatro días en Ushuaia -estadía undécima y última- me estimulan a reflexionar sobre esta experiencia. En primer término, es justicia reconocer el notable esfuerzo e indiscutido éxito del Tribunal Superior de Justicia al convocar las jornadas en homenaje a los 150 años de la Constitución “desde la más joven de las provincias argentinas”. En efecto, la provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur tiene sólo 13 años. Además de los funcionarios de la Justicia provincial y abogados de su capital, estábamos los constitucionalistas llegados de todo el país pero con trayectorias diversas. Ese pluralismo se nota tanto en los expositores como en los temas. Nunca habíamos asistido a un congreso -de tantos este año- que casi agotara todas las cuestiones propias de nuestra disciplina. Desde luego, el federalismo estuvo presente con exposiciones de gran calidad. La cordialidad de la reunión hizo lo suyo y todos volvimos contentos de este notable desafío de la Justicia provincial, apoyado por “la ley” y la Junta Federal de Cortes y Superiores Tribunales de provincia. La madurez de los constitucionalistas se manifestó en que sus reflexiones, sin ser agresivas, no fueron nada complacientes. Con los experimentados juristas del “fin del mundo” reflexionamos sobre la Constitución provincial, lo incumplido y lo desnaturalizado, y si lo expongo es porque una vez más la clase política bloquea las reformas que la sociedad pide. La autorización de tachas en las listas sábana se reglamentó de modo que prácticamente no se cuentan. El Consejo de la Magistratura se politizó y por ser legisladores están la esposa y una cuñada del gobernador que ahora concluye su mandato, que se apresta a asumir el radical Colazo. Las instrucciones de la Legislatura a los legisladores nacionales de la provincia no funcionan. El Consejo de Planificación no se ha creado. El juicio de residencia, desnaturalizado. Y recién se reglamenta la revocatoria anticipada del mandato. Esto que consigno es conocido: todo lo que pueda comprometer a los funcionarios políticos es resistido. Así la inercia complica cualquier programa de reforma política, por necesaria que sea. Los ponderados juicios del jurista Demetrio Martineli me fueron útiles. Entre tanto, concluía la XIII reunión del Comité de Frontera y Río Grande -la ciudad más poblada de Tierra del Fuego- acordaba con Punta Arenas en Chile para vincularse a través de una microrregión de océano a océano. Me sentí fortalecido en mi insistencia en favor de la integración regional. En otro sentido, advierto con júbilo que Ushuaia es otra ciudad, la urbanización y las viviendas son de calidad. El porcentaje de inseguridad y de necesidades básicas insatisfechas (NBI) es mínimo. Claro, el turismo internacional le ha dado un gran impulso. Pero ahora, el gobierno analiza con preocupación el fallo, en que la Corte Suprema Nacional no le reconoce a la provincia costera ninguna potestad tributaria más allá de las tres millas marítimas. Se priva así a Tierra del Fuego de cobrar impuestos a la explotación de petróleo y la pesca en el mar. Regreso pues de un largo viaje y una corta estadía con el estímulo de que la Argentina tiene al sur del sur una esperanza. La naturaleza es más pródiga que la sociedad que la maneja. Y por esto entregué el premio Eco-Córdoba a la comprovinciana Graciela Ramacciotti, presidenta de la Fundación Finis Terrae, que salvó el bosque nativo. Y algo más: recorrí el antiguo presidio, convertido en museo, elemental pero atrapante. En un calabozo, una figura de cera, en saco y corbata, está escribiendo, rodeada de libros: es Ricardo Rojas, el más ilustre de los reclusos. ¿No sería una ficción de Borges? |
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