Martes 28 de octubre de 2003
 

Cuando las escuelas rurales nos hablan

 

Por Roxana Morduchowicz (*)

  Hace unos días, en la escuela “Provincia de Entre Ríos” de Lago Escondido, la más austral de la Argentina, ubicada a 70 kilómetros de Ushuaia, un pequeño grupo de alumnos primarios contó leyendas que ellos mismos habían investigado y luego, escrito. Fueron seleccionadas por Tierra del Fuego para ser transmitidas, junto con las de otras 23 provincias, en las radios AM y FM de todo el país en diciembre.
Un grupo más numeroso de adultos, muchos de ellos padres de los chicos que trabajan en el aserradero vecino a la escuela, escuchaba la voz de los alumnos, de 9, 10 y 11 años. Los niños contaron acerca del origen de la gaviota -una india convertida en ave para poder volar hasta su amado-; develaron los misterios de los accidentes en el Paso Garibaldi que conduce a su pueblo -los malos espíritus y el Cóndor Pata Grande que impide el paso a quien no lo atraviesa con una sonrisa- y compartieron la historia del “vasco sin cabeza” que sigue junto a su perro rondando la región. Los cuentos, en la voz de los chicos, sonaban con más fuerza en medio de la montaña y frente al lago que da nombre a la aldea. Quienes venían de la ciudad, Ushuaia, Río Grande o Buenos Aires conocieron historias que, aunque milenarias, eran para muchos completamente desconocidas.
Lo mismo que vivió la escuela rural fueguina, sintieron las más de dos mil escuelas rurales de todo el país que participaron de este nuevo proyecto. Más de dos mil historias escritas por alumnos rurales de todas las provincias hablan sobre duendes, lagos, monstruos, amantes y personajes vivos en la tradición de cada pueblo.
Los cuentos de los chicos, sin embargo, no narran sólo leyendas. Van más allá de la anécdota para hablarnos de su identidad. En sus relatos, los chicos nos cuentan quiénes son, cómo viven, qué sienten, qué sueñan, cuáles son sus fantasías... Nos hablan de su propia historia, la que viene de sus padres y abuelos y la que recrean ellos en el presente. Será por eso que en la mayoría de los relatos, los chicos terminan con un “esto lo sé porque me lo contó mi abuela” . Las leyendas de los chicos van de generación en generación en un recorrido oral que asegura que nadie las olvide.
En un mundo “globalizado”, conectado por Internet, que navega en el ciberespacio y piensa en realidades virtuales, los chicos rurales nos cuentan leyendas locales, reivindican su historia y nos hablan de identidad. En un universo que para muchos se ha “desterritorializado” y cuyo tiempo no es más cronológico ni lineal, los chicos rurales nos anclan en un espacio y nos cuentan sobre un tiempo definido. Y posiblemente tengan razón. ¿Cómo ser parte del mundo, sin tener en claro la raíz, el sentido de pertenencia y la identidad que nos recuerde quiénes somos, cómo somos y de dónde venimos...?
Quizás por eso, para escribir sus historias -cuentan los chicos- “hablamos con nuestros abuelos y hasta pasamos una tarde con el más anciano del pueblo, que nos contó muchas leyendas”.
La radio -el medio de comunicación más presente y valorado en el entorno rural, al que difícilmente llega un diario y la televisión pierde señal entre las montañas- se puso al servicio de la comunidad para dejar oír, de la propia voz de los chicos, las leyendas que escribieron las escuelas de todo el país. Los alumnos rurales, a través de historias que ellos mismos han redactado, serán protagonistas, actores sociales y sentirán posiblemente, por una vez, que “el mundo no es tan ancho y ajeno”.
La escuela rural nos habla. Millones de argentinos, en las grandes ciudades, tendremos la oportunidad única de escucharla.


(*) Dirige el Programa “Personajes y leyendas de mi lugar”, que impulsa el Ministerio de Educación de la Nación y la Asociación de Radios Privadas Argentinas.
     
     
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