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Domingo 26 de octubre de 2003 | |
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Marche una nueva Corte |
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Por Arnaldo Paganetti |
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| Muerto el rey, viva el rey. Este aserto va tomando consistencia en el Justicialismo y en el país, donde se observa que el presidente Néstor Kirchner consolida su poder en el período de gracia (más apropiado sería denominarlo de desgracia por el triste fin de Fernando De la Rúa), iniciado el 25 de mayo. La verdadera acción de gobierno - los cuatro años de mandato constitucional -, empezará el 10 de diciembre, cuando concluidas las elecciones provinciales de todo tipo y color, el patagónico deberá medir su autoridad, hacer un balance de los avances y retrocesos de una afiebrada gestión marcada por el default y el acuerdo con el FMI y ajustar las tuercas administrativas, que contemplarían variantes ministeriales. Ya se sabe quien tiene el mando político e institucional. El Congreso y la Justicia se fueron amoldando a un estilo - propio del peronismo - que es vertical y no admite liderazgos bifrontes. A los principios de lucha contra la corrupción, la defensa de los derechos humanos y el equilibrio fiscal a ultranza, el presidente agregó una negociación desde una posición de fuerza con las empresas privatizadas que manejan la electricidad y el agua. Al haber optado éstas por el método del “apriete”, fueron funcionales a un Kirchner que siempre dobla la apuesta. “Hagan las inversiones que tengan que hacer y dejen de asustar con las tarifas. Si no están en condiciones, deben dar lugar a otros empresarios”, señaló el jefe de gabinete Alberto Fernández, quien hizo saber que K no está dispuesto a tolerar apagones en el verano. Trabajando contra reloj en la ley de coparticipación federal de impuestos y en los fondos que distribuirá para grandes obras (por ejemplo, para neutralizar las inundaciones en el Litoral), el presidente no descuida su relación con Estados Unidos, ante quien quiere mostrarse confiable y previsible. Por supuesto, sin sumisiones absolutas ni agachadas groseras. Igual que el Chile de Lagos y el Brasil de Lula. “No irá K a reunirse con los anticastristas en Miami, pero tampoco irá al encuentro de la internacional socialista en San Pablo”, se remarcó en la “pinguinera”. Hacia adentro de su movimiento retoma viejas prácticas frentistas, buscando captar a dirigentes de otros partidos. Esa tarea de transversalidad no es otra que llevar agua para su molino - nadan en dirección contraria Elisa Carrió y Ricardo López Murphy -, desde el PeJota, como lo están demostrando en Neuquén Oscar Parrilli y Jorge Carro, propulsores de la tentativa de desbancar en 2007 a Jorge Sobisch y su hegemónico MPN. No todos son “sí Kirchner” en el peronismo. Los pocos menemistas leales que quedan lo taclean cuando pueden y muchos duhaldistas, en forma soterrada, lo critican sin piedad. “La realidad es una sola - comentó un ex vocero de Duhalde -, cayó el telón y ahí están las privatizadas y los tenedores de bonos golpeando la puerta del Tango 01”. El sector interno del PeJota que es sostén de Kirchner, le reprocha la oxigenación que éste le da a una vertiente de piqueteros, en contra de las maniobras de varios gobernadores peronistas. Eduardo Fellner, el jujeño aliado al Presidente, se quejó por caso a raíz de la distribución de dinero y bolsas con alimentos que, a su manera de ver, desautorizaban su gestión. El tema piqueteros está sujeto a revisión, luego de que un grupo radicalizado prácticamente mantuvo secuestrado al ministro de Trabajo, Carlos Tomada. La renuncia a la Corte Suprema de Justicia del juez Guillermo López, hizo que en la Rosada estuvieran de festejo. No es tonto K. Tomó nota de la fallida confrontación en bloque que ordenó en su momento Duhalde contra el alto tribunal, por sugerencia del ex ministro de Justicia Jorge Vanossi. Tal embestida fue evaluada por Kirchner y sus asesores como “un disparate” sin antecedentes en el mundo, desplegada en medio de una crisis muy profunda, con instituciones que se iban enterrando en arenas movedizas y con un caos social incipiente que podía haber derivado en la anarquía. La ventaja de Kirchner es que patea nidos, uno a uno, de gran desprestigio. Machacar contra la Corte tiene una raíz política más que judicial, por más que se preserven las formas y se garantice la defensa. Consiguió reemplazar a Julio Nazareno por Eduardo Zaffaroni, la suspensión de Eduardo Moliné O’Connor y la dimisión (¿voluntaria?) de López. La denominada “mayoría automática” de Menem está destartalada. Esta semana, los diputados irán por la cabeza de Adolfo Vázquez, quien canta “resistiré” como Luis Barrionuevo. A Antonio Boggiano, el quinto en cuestión, aparentemente le perdonarán la vida, ya que hizo un curso de adaptación veloz al kirchnerismo, a pesar de que es un “machista contumaz” y despotrica contra la llegada de Zaffaroni, más por su soltería que por sus malas compañías (Jacobo Grossman). Se viene una nueva Corte. El desafío que tendrá K es demostrar que no está construyendo otro cuerpo adicto. No todos los nuevos candidatos - hay varias mujeres - están dispuestos a someterse al riguroso examen público por el que debió atravesar Zaffaroni. “No hay nadie con 100 puntos en la Argentina”, admitió Parrilli. “Mostrar todo es quedar expuesto ante la sociedad y sometido al escarnio y a las operaciones mediáticas”, admitió un operador del Presidente. Pero, bueno, no es un cargo para una sociedad de beneficencia, sino un puesto en la máxima jerarquía judicial, le destacó un cronista de “Río Negro”. “El camino está marcado, examen exhaustivo como se hace en Estados Unidos, con audiencias públicas”, se limitó a responder el funcionario. Más que el juego de la buena pipa, el argentino parece un trágico entretenimiento donde la transición es eterna. Entre tantas opiniones oportunistas, al presidente de la actual Corte, Carlos Fayt - próximo a retirarse por “la puerta grande” - se le escapó una frase memorable: vivimos en “turrolandia”, esto es, en la tierra de los “turros” a los que ya Roberto Arlt, había amonestado en uno de sus memorables escritos.
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