Domingo 19 de octubre de 2003
 

Sobisch, Arnold y Bolivia

 

Gerardo Bilardo
gbilardo@rionegro.com.ar

  Desde mediados de setiembre, Bolivia vive un estado de convulsión social que derivó en enfrentamientos armados que acumulan, hasta ahora, decenas de muertos.
El origen de este dramático conflicto es un proyecto del que Neuquén pretendía participar, pero para el que, en su momento, no calificó: la exportación de gas a Estados Unidos.
En el 2001, el gobierno de Jorge Sobisch intentó participar de esta iniciativa, pero la ilusión finalmente quedó en el camino cuando voceros de la empresa petrolera Repsol YPF, una de las compañías inversoras, confirmaron, en un congreso mundial de energía realizado en mayo del 2001 en La Jolla, California, que la propuesta era viable, pero con el gas boliviano. También dijeron en esa oportunidad que los recursos de la cuenca neuquina podían ser útiles para atender la demanda del Brasil.
Las protestas en Bolivia, uno de los países más pobres de América Latina, surgieron inicialmente en oposición a la salida del gas por un puerto chileno. Pero luego asomó una fuerte resistencia a la exportación de materia prima, sin valor agregado, a muy bajo costo.
En las últimas jornadas, los violentos enfrentamientos acumulan otros ingredientes de la política interna boliviana que apuntaron directamente a la caída del presidente Gonzalo Sánchez de Lozada.
El plan de exportación de gas de América Latina hacia los Estados Unidos es una inversión del orden de los cinco mil millones de dólares y un programa del que participan, además de Repsol, British Gas y Panamerican Energy. Incluye la construcción de puertos y barcos especiales para transportar el gas a través del océano Pacífico hasta México.
Una vez puesto en México, el insumo se utilizará para alimentar centrales de generación termoeléctrica que venderán energía a Estados Unidos, pero principalmente a California, el Estado más rico de la superpotencia mundial que sufre, desde hace años, una severa crisis en esta materia.
Frente a la resistencia que encuentra el proyecto en el país del altiplano, Sobisch intenta poner nuevamente en carrera a Neuquén, aunque sabe que las reservas de gas locales son inferiores a las de Bolivia, un país que además tiene costos más bajos en los procesos de extracción y un precio de mano de obra inigualable en esta región del continente.
Las petroleras han dicho que, por el momento, no piensan abandonar el proyecto boliviano, mientras que Sobisch, decidido a buscar protagonismo nacional, insistirá en esta iniciativa que, en el supuesto de llevarse a cabo, podría significar una recaudación anual adicional de regalías de no menos de 40 millones de pesos, la ampliación de la planta Mega y la construcción de un nuevo gasoducto.
Aunque difícil de materializar, en el lanzamiento de una campaña hacia el 2007 como la que Sobisch pretende llevar a cabo, este proyecto, que beneficiará al Estado donde ahora manda Arnold Schwarzenegger no deja de ser taquillero.
Ya que Sobisch tomó la decisión de buscar una inserción como dirigente nacional, el gobernador, y quienes lo promocionan, deberían tomar la iniciativa de informar detalladamente a los ciudadanos de esta provincia de dónde saldrán los fondos para esta empresa y cuánto será el costo de su proyecto político.
Hablar de este asunto sin mezquindad contribuiría a transparentar los gastos de la política, una materia pendiente en Neuquén donde el partido ganador en las últimas elecciones, el Movimiento Popular Neuquino, ha declarado oficialmente que su campaña tuvo un costo inferior al medio millón de pesos, una cifra a todas luces irreal.
La empresa que Sobisch ya emprendió incluye frecuentes viajes a Buenos Aires, giras por todo el país y salidas al exterior. Se sabe, por antecedentes, que el gobernador se desplaza acompañado por comitivas numerosas, se aloja en lujosos hoteles y se traslada en primera clase.
Para insertar al candidato en la política nacional, el gobernador también tendrá que enfrentar costos en consultoras y empresas de marketing.
Sobisch no ha engañado al electorado sobre su intención de pelear por un lugar en la política grande. Antes de que se conociera el contenido de la cámara oculta que derivó en la renuncia de uno de sus diputados de máxima confianza, Osvaldo Ferreyra, y en una investigación judicial que duerme en la Justicia, el gobernador habló con regular insistencia de una proyección nacional.
Antes de ponerse al frente de la campaña electoral que culminó el 28 de setiembre con un contundente triunfo del MPN en las urnas, el reelecto gobernador explicó claramente que Federico Brollo, el futuro vicegobernador de esta provincia, se iba a transformar en el brazo ejecutor de su próxima gestión. Dijo, ya en ese momento y sin conocer el resultado de las urnas, que pensaba viajar por el país y el exterior para promocionar el modelo de gobierno de Neuquén y mostrar el proyecto político traccionado por la única vertiente del MPN que quedó en pie, la sobischista.
El gobierno ya trabaja en una estructura de promoción del precoz candidato en Buenos Aires que se encuentra activa. Al día siguiente del triunfo del partido provincial en las urnas, una consultora que suele trabajar para la provincia operaba sobre medios nacionales ofreciendo entrevistas con Sobisch, que viajó esa misma semana para poner en marcha el Movimiento Federal, una fuerza política en estado embrionario que además pretende transformarse en la tercera fuerza dentro de la Cámara de Diputados.
Gerardo Bilardo
gbilardo@rionegro.com.ar
     
     
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