Kirchner tiene margen político y aire en los pulmones como para cruzar a nado el Río de la Plata. Sin embargo, los viejos actores y las prácticas oscuras, para decirlo suavemente, se empeñan en seguir vigentes. En realidad, eso es parte de la malsana cultura nacional que se repite con cualquier ismo. Vayan unas perlas de muestra: acomodos en el PAMI, presión sobre la prensa para lograr complacencia, tejes y manejes parlamentarios, mafias policiales que conviven en armonía con esos señores llamados "caudillos".

De paso por Buenos Aires, el embajador en Washington, José Bordón, se atrevió a referir a "Río Negro" una confesión que le hizo Kirchner recientemente mientras recorrían Nueva York y observaban las obras que se hacían en la ciudad que hace dos años había sido atacada con aviones civiles secuestrados por fundamentalistas islámicos.

"Este -contó Bordón que le dijo el Presidente- es el país que tenemos que poner en marcha, haciendo cosas permanentemente. Nuestro éxito no lo voy a medir con números abstractos, sino cuando constate que hay menos gente sin trabajo y menos pobres en la Argentina".

Ese modelo norteamericano, que excluye las soluciones mágicas, y la promesa de actuar en forma previsible -aun disintiendo en temas sensibles (Irak, Cuba, entre otros)-, fue lo que concitó el apoyo de su colega George Bush, el halcón republicano que no quiere descuidar a un continente que podría verse desbordado por los conflictos sociales, como los que sacuden a la pequeña Bolivia.

La potencia hegemónica pretende contener al grande Brasil y a la mediana Argentina. No ha cesado en su pretensión de firmar el Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA) en enero de 2005, pero reconoce la posibilidad de un retardo por la complejidad de los intereses, la penetración de la Unión Europea en el continente y la disputa por el liderazgo regional en el que trata de terciar México.

El peronismo de K -más limpio (un poco) que el anterior y alejado de los extremismos, según se esforzó en explicar en Italia el secretario de Cultura, Torcuato Di Tella-, despertó expectativas positivas sin ocultar que, ideológicamente, sintoniza mejor con los demócratas de EE.UU. y con los socialdemócratas europeos. Los errores internos y externos, en diciembre de 2001, casi provocan una destrucción total de las instituciones: se estuvo a un paso de la guerra civil, como ahora en la nación del altiplano. En cambio, asumiendo las responsabilidades propias y ajenas, hoy es posible avizorar un horizonte económico e integrador más promisorio, reconociendo, sí, que el camino es movedizo y está sembrado de espinas y "pillos" Se podrá discutir cómo se llevan adelante, pero los valores comunes en el Occidente latinoamericano incluyen democracia, derechos humanos, paz, economía de mercado y correcta distribución de los ingresos. El premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz (ex colaborador de Bill Clinton), elogió las iniciativas de Kirchner y se puso de su lado a la hora de negociar con los acreedores privados, que tienen en su poder bonos por 100 mil millones de dólares (el 38 por ciento de ellos son nativos). "Deberían culpar a los bancos", sentenció Stiglitz, quien hizo votos por un "Estado promotor" y la socialización de la información que los agentes económicos amarretean y ponen a disposición de los grandes capitales en desmedro de la población más ignorante K copió a Stiglitz al sentenciar que la confianza se restaura con el crecimiento y no con la recesión. Niveles ponderados de 6 por ciento anuales entusiasman a las autoridades argentinas: por esa senda retornarán las inversiones. Y el embajador Bordón aseguró, en el mismo sentido, que en el mediano y largo plazo las empresas yanquis traerán sus dólares a un país que sigue estando en observación La disputa se dará en el terreno comercial, ya que militarmente Argentina está alineada con Estados Unidos, Europa y Japón en la lucha contra el terrorismo. Por supuesto que no cayó bien en el Departamento de Estado la suspensión del ejercicio Aguila III, que se iba a realizar dentro de una semana en Mendoza. Pero hubo comprensión por las dificultades institucionales y el difícil equilibrio que debe hacer K para lidiar electoralmente con duhaldistas, menemistas y radicales provinciales "Así como se está haciendo el Unitas, se hará el Aguila III", confió Bordón, quien recordó la decisión de Brasil y Argentina de abandonar su carrera nuclear y armamentística y las señales de distensión en la frontera con Chile, luego de la "calentura" que en la época de la dictadura estuvo a un tris de provocar una guerra.

"Estados Unidos se horroriza ante la posibilidad de un conflicto", alertó y puso sobre el tapete, la transparencia y honestidad en que está empeñada la administración de Kirchner.

Es claro que, observando hacia adentro, se aprecia el esfuerzo de luchar contra grandes cánceres de corrupción, pero también se advierte una resignación ante los tumores de menor graduación. El radical Raúl Baglini, uno de los que se opuso sin éxito al ascenso del jurista Eugenio Zaffaroni a la Corte Suprema de Justicia que va cambiando su piel, hizo notar que el asumir el presidente Kirchner prometió "traje a rayas para los evasores" y unos meses después se transformó en "toga para el evasor".

Justicialistas como Mabel Müller y Antonio Cafiero, que hicieron campaña contra Zaffaroni, se dieron vuelta ante una orden de Eduardo Duhalde, y se ciñeron a la práctica de la obediencia debida. Los procedimientos de selección van mejorando, pero distan bastante de ser perfectos.

El viernes pasado se festejó débilmente el Día de la Lealtad peronista. Hay adhesiones parciales y un amor incondicional al que ostenta el bastón de mando. Hoy K es el Presidente, pero Duhalde es el gran componedor entre éste y el Partido Justicialista.

El respeto público entre ambos es manifiesto y, salvo en Misiones, el bonaerense trabajó detrás del escenario para el fortalecimiento del patagónico, quien le da aliento a los kirchneristas puros, sin buscar una instancia que supere al PJ, según se preocupó en aclarar el neuquino Marcelo Fuentes, promotor del "modelo K".

La inseguridad sigue siendo un flagelo. El duhaldista Juan José Alvarez, contratado por Felipe Solá en Buenos Aires, para domesticar más a los uniformados que a los delincuentes, debió cambiar dos veces su custodia personal, debido a las amenazas contra su vida.

La otra pata del trípode del armazón kirchnerista es el ministro de Economía Roberto Lavagna, a quien Duhalde le aconsejó amoldarse al estilo del santacruceño. "Yo te dejaba actuar, pero ya sabés que Kirchner se mete en todo y eso es atendible".

Nada sugiere que Lavagna vaya a ser expulsado, salvo que él mismo decida abandonar el barco. La resolución sobre la concesión de Correos será un test decisivo. El ministro quiere aceitar el mecanismo para que los acreedores puedan hacerse cargo de las deudas de ese servicio. Kirchner, por su parte, insistirá con rescindir el contrato a la familia Macri, para abrir una nueva licitación que permita la participación de la norteamericana Federal Express.

Los datos de la economía van iluminando el rostro de Kirchner, que suele mostrarse despótico con algunos de sus colaboradores. Reprendió al de Justicia Gustavo Béliz (sobre el que buscan revancha las huestes del desplazado comisario de la Federal Roberto Giacomino) y hasta maltrató al de Relaciones Exteriores, Rafael Bielsa.

"Hay canciller para rato", tranquilizó Bordón, quien no desconoce que diciembre, cuando comenzará formalmente el período de cuatro años que marca la Constitución (ese mes debía terminar su mandato Fernando De la Rúa), será propicio para ajustar las tuercas del motor.

Las señales de unidad entre la Argentina y Brasil, "más allá de pequeñas mezquindades o disputas de corta visión histórica" (Kirchner dixit) , y el aliento de Lula a perderle el miedo a las multinacionales, no hacen más que agigantar la presencia norteamericana en el Cono Sur, semblanteado desde Buenos Aires por el nuevo embajador de origen cubano, Lino Gutiérrez.

Arnaldo Paganetti arnaldopaganetti@rionegro.com.ar