Sábado 18 de octubre de 2003 | ||
¿Humo vs. desocupación? |
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Por Gustavo E. Zabert |
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Tiene razón Jorge Guala Valverde cuando afirma, parafraseando a Scrödinger: “Nada es más difícil que adivinar lo que quieren decir las personas, cuando no dicen lo que quieren decir” , y es por esto que me pregunto qué pretendió señalar en su artículo publicado en “Río Negro” el 14 de octubre del corriente. ¿Quiso sugerir que la polución aérea que sufrimos para evitar los efectos de la helada sobre los frutales es necesaria o deseable para evitar la desocupación? Si ésta fue su intención, está equivocado ya que si se decidieran otros métodos como el riego por aspersión o por inundación, a la mano de obra que se requiere para levantar la cosecha se le sumarían aquellos trabajadores que instalarían y mantendrían estos sistemas. La quema indiscriminada de fuel oil u otros combustibles (cubiertas, plásticos, etc) en quemadores de baja eficiencia no es la única herramienta disponible para proteger las cosechas, aunque quizás sea la más barata en un análisis a corto plazo para las empresas que deben cuidar de su producción. También, insinuó que para objetivar lo “invisible a los ojos” realizaron mediciones y que la “calidad” del humo no era tan mala, porque estaba compuesta de partículas grandes. Si éste fue su dictamen, nuevamente disentimos ya que Guala Valverde expone tan sólo el análisis del tamaño particular (partículas en suspensión) sin considerar la composición, calidad y concentración de las mismas, factores aun más importantes que el tamaño particular. Pero además, olvida de incluir en su análisis la composición gaseosa con los nuevos constituyentes que incorporan estas fuentes de polución, como el monóxido de carbono entre otros. A título de ejemplo, ese día los no fumadores detentaban niveles similares a los que fuman diariamente. Finalmente, ¿pudo haber querido opinar que la sociedad debe “tolerar” que algunos sufran malestares por el humo de la quema, que erróneamente equipara al progreso que representa el vuelo de un jet? En caso de que fuera su opinión, nuevamente debo disentir ampliamente. Primero, aun cuando esta polución fuera equiparable con la de cualquier otra actividad productiva, la tendencia mundial es desarrollarla de tal manera que el “balance” no afecte al medio ambiente y a quienes vivimos en él, de hecho las normas ISO se han definido claramente en este sentido. Segundo, y más importante, es que en su artículo minimiza la magnitud y los efectos de la polución aérea. La magnitud de este problema es tal que la Organización Mundial de la Salud ha mencionado a la polución aérea como uno de los grandes problemas del siglo y los efectos no son sólo algunos “malestares”, como menciona, sino que es causal de empeoramiento de enfermedades preexistentes y en algunos casos puede ser tan severo que ponga en riesgo la vida de quienes las sufren, en particular me refiero a la EPOC (Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica) y al asma. Para la primera enfermedad es tan significativo que en aquellos que nunca han fumado se reconoce como el principal factor de riesgo en los países desarrollados, mientras que en los no desarrollados cambia por la polución domiciliaria por el humo de combustión ineficiente (hidrocarburos, leña, papel, cartón, etc) e inadecuada ventilación. Vaya casualidad....... Y para el asma, la enfermedad crónica más frecuente de la infancia, estos eventos indiscutiblemente producen exacerbaciones, tal como se evidencia en nuestras instituciones de salud luego de los días de quemas. En un estudio realizado por nosotros en el 2002 entre 5.102 niños de la ciudad de Neuquén, el 10,2% entre 13 y 14 años y el 14,8% entre 6 y 7 años habían sufrido de síntomas de asma en el último año y el 4% de ambos grupos reunía criterios de haber padecido un episodio de asma severo. Muchos de ellos presentarán crisis y algunos deberán recibir tratamientos enérgicos para superar esta complicación. Siguiendo su razonamiento, me pregunto: ¿cuántos eventos serían necesarios para inclinar la balanza? La decisión “política” ¿dependerá si nuestro hijo se ve afectado? ¿Cómo será el balance de aquellos que trabajan en la chacra pero tienen la desgracia de sufrir este problema? En resumen mi opinión, basada en conocimientos disponibles al alcance de quien desee revisarla, contradice sus argumentos. Los efectos de la polución por la combustión ineficiente de hidrocarburos y otras materias afecta significativamente a la salud de la población, quizás en mayor medida a los niños. Las mediciones presentadas son insuficientes para aseverar lo contrario y no es una alternativa “humo o desocupación” Desconozco las motivaciones de su artículo, pero no insulte la inteligencia de los lectores defendiendo lo indefendible. Lo invito a revisar sus dichos sobre la base de la evidencia de la literatura científica disponible. (*) Cátedra de Medicina y Cirugía Escuela de Medicina Universidad Nacional del Comahue |
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