Miércoles 8 de octubre de 2003
 

La región más importante del mundo

 

Por Andrés Oppenheimer

  El secretario de Estado Colin Powell hizo recientemente una declaración sorprendente que pasó prácticamente inadvertida en los medios: dijo que “no hay una región en el mundo que sea más importante para el pueblo de Estados Unidos que este hemisferio”.
¿En serio? ¿Realmente lo cree, o es un gesto preelectoral destinado a ganar el voto hispano de Estados Unidos en las elecciones del año próximo? ¿O para quedar bien con los países de América Latina, que se sienten relegados por Washington?
Powell hizo esta notable afirmación en su discurso del 9 de setiembre, durante la ceremonia de toma de posesión del subsecretario de asuntos hemisféricos Roger F. Noriega, en que habló de los muchos lazos que unen a Estados Unidos con el resto de las Américas.
Teóricamente, Powell tiene razón. Si uno lo mira desde el punto de vista del comercio, la inmigración, el narcotráfico, la ecología -y, cada vez más, el petróleo- no hay región del mundo que tenga un mayor impacto en más frentes que América Latina.
Estados Unidos ya está exportando más a América Latina y el Caribe que a los 15 países de la Unión Europea. En los últimos años, Canadá y México han sido los dos principales socios comerciales de Estados Unidos. Vende más productos tan sólo a México que a Gran Bretaña, Francia, Alemania e Italia juntos, y más a los países del cono sur de Sudamérica que a China.
De los cuatro principales proveedores de energía a Estados Unidos -Canadá, Arabia Saudita, México y Venezuela- tres están en este hemisferio. Y no hay países que tengan un mayor impacto en temas domésticos de Estados Unidos, como la inmigración, las drogas o el medio ambiente- que México, El Salvador o Colombia.
Sin embargo, un rápido examen de la realidad nos muestra que el discurso de Powell está muy lejos de las prioridades actuales de la política exterior de Estados Unidos. Veamos:
-Si América Latina es la región más importante del mundo, ¿cómo se explica que Powell no la visite más a menudo? Según la página web del Departamento de Estado, Powell ha hecho 39 viajes al extranjero desde que asumió el cargo en el 2001, pero sólo 9 de ellos han sido a América Latina o el Caribe. En cambio, fue 16 veces a Europa.
-Si América Latina es tan importante, ¿por qué motivo Powell no aceptó invitaciones para hablar sobre la región ante el Comité de Asuntos Exteriores del Senado? El comité presidido por el republicano Richard Lugar lo invitó varias veces, la última de ellas el 26 de agosto, para que compareciera en la semana del 29 de setiembre. La oficina de Powell se excusó, diciendo que el secretario tenía otros compromisos ineludibles.
-Si América Latina es tan importante, ¿por qué no le destinan más funcionarios? Según me dicen funcionarios de Estados Unidos, la oficina de asuntos rusos del Departamento de Estado tiene 11 funcionarios, la de Europa Occidental 8, la de Brasil sólo 4, y las de la mayoría de los otros países sudamericanos entre uno y dos.
Para ser justos, Powell no es peor que sus antecesores en materia de la atención que le presta a América Latina. La ex secretaria de estado Madeleine Albright hizo 72 viajes al exterior, de los cuales sólo 10 fueron a América Latina. Si se mide así, Powell sale mejor parado.
Y en lo que hace a las audiencias ante el Senado, el último secretario de Estado que se presentó a hablar sobre América Latina ante el comité en pleno fue Warren Christopher, el 26 de enero de 1995. Antes de él había sido George Schulz, el 27 de febrero de 1986, según me dicen los historiadores del Congreso.
Está claro que, como lo dice Lugar en su carta del 26 de agosto, el gobierno de Estados Unidos tiende a “pasar por alto importantes asuntos que exigen nuestra atención” en América Latina, hasta que explotan las crisis en la región. Y entonces vienen las caras de sorpresa en Washington.
La semana pasada, cuando le pregunté a la ex secretaria de Estado Madeleine Albright en una entrevista cuánto tiempo le dedicó a América Latina durante su gestión, me dijo “20 por ciento, quizás 25 por ciento’’. Cuando le hice la misma pregunta sobre Powell a un alto ex funcionario del Departamento de Estado, me dijo: “En un día normal de 10 horas, Powell probablemente destina 20 minutos a América Latina”.
Con todo, Powell merece ser aplaudido por haber dicho algo que la mayoría de los diplomáticos de Estados Unidos -que son expertos en la ex Unión Soviética, Europa y el Medio Oriente, y por lo tanto tienen una inversión profesional en esas regiones- no están dispuestos a admitir. Ahora, sería buenísimo que él y sus sucesores conviertan sus palabras en acciones.
     
     
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