Domingo 5 de octubre de 2003 | ||
Avance hegemónico |
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Por Héctor Mauriño |
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Con su categórica victoria del domingo pasado, Sobisch tiende a consolidar su proyecto hegemónico. Ganó con la ayuda de un aparato político que le permite tener en un puño a los más humildes y con el consentimiento de los sectores medios y altos que dependen de una u otra forma del Estado. La incapacidad de la oposición para alcanzar un acuerdo mínimo que permitiera esbozar un proyecto alternativo a un sistema basado en el dispendio y el clientelismo, hizo el resto. Queda por ver ahora si el poder acumulado servirá para impulsar un crecimiento acorde con los recursos de los que dispone la provincia, o se volverá a agotar en un mecanismo de reproducción del poder político que amenaza con asfixiar con su peso a una porción cada vez más importante de la sociedad. El temor que inspira la consolidación de este modelo está dado por su creciente cuño autoritario. Las elecciones del domingo pusieron en evidencia el peso de una maquinaria partidaria que condiciona al propio sistema democrático, al privatizar de hecho una porción importante del electorado. Esto ocurre especialmente con los sectores que dependen de la ayuda oficial en materia de subsidios y comida, pero también y cada vez más entre los sectores medios que acceden al empleo público, a los que se presiona de distintas formas para que colaboren en el sostenimiento del esquema de poder. Esta vez, además, el aparato oficial recibió el auxilio del menemismo para consolidar su fuerte mayoría. Nadie ha podido explicar el éxito alcanzado por las agrupaciones piloteadas por Carlos Macchi y Horacio Rachid, dos dirigentes sin mayor proyección ni fuerza propia, que sin embargo aportaron cinco diputados al sobischismo. Aunque algunos descartan que se trató de una estrategia de corte marketinero, consistente en echar a rodar dos partidos “segunda marca” para captar los bolsones de mercado a los que por algún motivo no llega la fuerza “líder”, otros rechazan que se trate de una astucia oficial y dan por hecho que la similitud de las boletas hizo que muchos electores, fundamentalmente entre los más humildes, se confundieran. Por cualquiera de los dos motivos o por ambos a la vez, lo cierto es que esto le permitirá al MPN acceder a un piso de 22 bancas. Por una increíble imprevisión, el centro de cómputos que procesó la elección obvió computar los votos en blanco. A diferencia de la Constitución Nacional, que desde la reforma del ’94 sólo computa los votos “positivos”, las normas neuquinas no hacen esa distinción. Ahora, será la Justicia la que deberá decidir sobre el resultado definitivo, pero cualquiera sea su laudo, tardará en conocerse la composición de la Legislatura. Así, y según resulte la decisión, la performance de Sobisch podrá ser un tanto menor, al punto de ubicarse por debajo de la de Felipe Sapag en el ’95, pero en definitiva eso no cambiará demasiado las cosas. En cambio, en el caso de la Cámara, podría ocurrir que el radical Marcelo Inaudi y el izquierdista Jesús Escobar perdieran la chance de acceder a una banca y que Recrear y el MPN sumaran otro diputado. Con ese aporte, Sobisch estará en los 23 votos, a un paso de los dos tercios necesarios para promover cambios de fondo, como la reforma de la Constitución, llevar adelante un severo ajuste sin anestesia o darse el gusto de imponer a sus amigos en el TSJ. Por lo pronto, las señales enviadas durante la semana permiten apreciar que la ofensiva oficial se desarrollará en tres frentes: en primer lugar y como era previsible, luego de tirar la casa por la ventana para asegurarse la reelección, el gobernador se propone ahora poner un fuerte cerrojo al gasto público. También quiere reflotar algunos de los polémicos proyectos que la oposición le impidió concretar, como la reforma, la ley de educación o Chihuido II. Paralelamente, Sobisch quiere utilizar su éxito en las urnas como trampolín para su sueño de liderar una fuerza nacional de centro derecha. Esta vez, en cruenta oposición al gobierno de Kirchner. En el caso del ajuste, previsiblemente Sobisch tropezará con dificultades. Luego de los altos niveles de gasto para segurarse la reelección, al gobernador le costará invocar la legitimidad necesaria. Los gremialistas, que durante la última etapa carecieron de proyección para lanzarse detrás de nuevas conquistas, podrían sumar un fuerte respaldo de sus bases si de lo que se trata es de defender derechos adquiridos. En la reforma constitucional Sobisch tiene mayores chances de avanzar, aunque desde luego tendrá que buscar consenso con la oposición, que aunque debilitada tendrá una expresión tangible en el PJ, el ARI y Recrear. En cuanto a su anhelada proyección nacional, Sobisch tropezará con las dificultades que ya se le presentaron cuando se acercó a los partidos provinciales. En definitiva, el gobernador no pertenece a ninguno de los dos grandes partidos y su provincia carece de peso electoral en el concierto nacional. Para colmo de males, su bajo perfil como administrador no resulta atractivo para algunos de los exponentes más ortodoxos del centro derecha, como ya se ha visto en el caso del líder de Recrear, Ricardo López Murphy. Acaso pueda recoger algunos frutos entre los sectores más retrasados de la derecha argentina, como acaba de ocurrirle con el intendente de Escobar, el comisario Luis Patti. Se verá. Héctor Mauriño vasco@rionegro.com.ar |
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