Domingo 5 de octubre de 2003 | ||
Sin moros en la costa |
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Por Arnaldo Paganetti |
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Para prevenirse de los continuos embates por mar de los habitantes del norte de Africa, valencianos y murcianos construyeron atalayas en sus riberas españolas y, durante siglos, vivieron alertas: “Hay moros en la costa”, gritaban cuando veían acercarse a los piratas berberiscos. Por contrapartida, cuando el peligro pasó, el dicho se popularizó mundialmente con el agregado de la partícula negativa. Después de cuatro meses de agitada gestión, con la derecha económica y el menemismo residual (que no es poco) en retirada y los grupos corporativos en lenta descomposición, ¿está en condiciones el presidente Néstor Kirchner de proclamar que no hay moros en la costa? En la Argentina, nunca se sabe. Pero, no es arriesgado señalar que hoy por hoy la oposición política hizo implosión. El patagónico se dio el lujo de identificar al misionero Ramón Puerta, al porteño Mauricio Macri e incluso a una aliada ideológica, Elisa Carrió, como adversarios a los que de hecho pasó a deguello. Excelente técnico, el ex radical Ricardo López Murphy, alimentó las expectativas del establishment en la primera vuelta electoral de abril pasado y se convirtió en el eje de un proyecto alternativo. No obstante, en los subsiguientes comicios distritales dilapidó el caudal de votos con los que había sido distinguido. Ni siquiera quiso postularse como candidato a diputado nacional en la provincia de Buenos Aires, lo que le hubiese permitido traccionar voluntades y ubicarse sin dificultad como la voz distinta y creíble en el Congreso a partir de diciembre. También estará ausente “Lilita”. “No hay hegemonía del peronismo, hay un default de las fuerzas contrarias”, reflexionó desde un espacio académico el ex vicepresidente Carlos “Chacho” Alvarez. En el Justicialismo habrá otros constructores hacia el 2007, aunque por ahora no se animan a asomar la cabeza. Es el caso del gobernador bonaerense Felipe Solá, y del timorato senador electo por Santa Fe Carlos Reutemann. Es la hora de la horizontalidad impuesta con K, con base en el PJ: no hay dudas que el reelecto jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires, Aníbal Ibarra, depende de la Casa Rosada, que decidirá pronto al funcionario porteño que manejará el plan de obras del escaparate argentino. Tampoco se oculta que los hombres que revalidaron títulos ante la sociedad, como el socialista rosarino Hermes Binner, son estrellas captadas por el sistema solar del “pingüino”. Podría conjeturarse que un foco enceguecedor a los despliegues kirchneristas sería encendido sutilmente por Eduardo Duhalde, quien arrimó calor a las huestes de Macri en la capital federal y se incendió en Misiones con el menemista Puerta, en virtud de compromisos preexistentes. Kirchner pretende tener el control del Partido Justicialista, reconociendo pero a la vez relegando a Duhalde, quien se ufana de tener ascendencia sobre 40 futuros diputados. La transversalidad se acomoda a gusto de K que, como peronista nato, no descuida “la caja” que está en el PJ. “Ambos son inteligentes, comparten una estrategia de país (aún con diferencias puntuales) y se necesitan”, se desliza al lado de uno y otro. “Cuando las papas han quemado, Duhalde se ha jugado por Kirchner, que acumuló en forma superlativa y está en el centro de las escena”, susurran colaboradores del titular del bloque peronista de la Cámara de Diputados, José María Díaz Bancalari, quien nació acunado por el “cabezón”. Con el verbo inflamado a favor de su pretensión de romper el predominio de K, el reelecto gobernador de Neuquén, Jorge Sobisch, quien aún reivindica a Carlos Menem, despotricó contra López Murphy (con él que se enojó antes de las últimas elecciones presidenciales), y contrató una ambulancia para recoger mutilados: Luis Patti, Carlos Balter, Rubén Marín, Puerta, entre otros. “Son fuegos artificiales....es el representante de un oscuro y mañoso partido provincial al que no le da bola nadie en el peronismo”, fue la lapidaria sentencia de un representante del Alto Valle en el Parlamento Nacional. Equidistante de la izquierda y la derecha en el momento de las concreciones, Kirchner selló un vinculo fuerte con el presidente norteamericano George Bush, que prohijó el acuerdo con el FMI. Los analistas especularon que una de las condiciones de ese apadrinamiento era la realización de un ejercicio aéreo conjunto en Mendoza, a partir del 27 de este mes. Sin embargo, en vísperas de la elección en esa provincia de Cuyo y para no afectar las chances del postulante peronista Guillermo Amstutz, se apeló a las discrepancias acerca de la inmunidad para las tropas (funcionales o totales), para dejar en suspenso dichas maniobras provocando el fastidio del representante para América Latina Roger Noriega. “En esto Kirchner es coherente, los efectivos tendrán cobertura sólo funcional, pero no hará nada por decreto. La autorización saldrá por el Congreso o no saldrá”, sintetizó el secretario general de la Presidencia Oscar Parrilli. La comunidad mendocina es una de las más conservadoras, pero el radicalismo - especie en extinción nacionalmente - se aprovechó del debate para llevar agua a su molino. ¿La frustración del operativo dañará la relación argentina-norteamericana? Bush tomará nota negativa, pero respetará el derecho de K a manejarse con autonomía y a no hacer seguidismo. Miguel Pichetto, el senador que acompañó al jefe de Estado a Nueva York, la semana pasada, sintetizó la postura de los duros republicanos: “EE.UU mira con buenos ojos la recuperación de la autoestima nacional, apoya la lucha por los derechos humanos y le reconoce a Kirchner su alineamiento para erradicar el flagelo del terrorismo, en un marco de decisiones multilaterales en la ONU”. “La postergación del ejercicio no afectará la ya visible recuperación económica”, aseguró el rionegrino. Uno de los ministros duhaldistas, que deshoja la margarita para saber si se queda en el gobierno o se va como diputado nacional en diciembre, estimó que Kirchner no teme ningún terremoto por la postergación del ejercicio aéreo (eso es lo que anticipó el canciller Rafael Bielsa) y que todas sus preocupaciones giran alrededor del nuevo presupuesto, la autorización del Congreso para modificar las tarifas de los servicios públicos (dando prioridad a las inversiones) y la lucha frontal contra la corrupción. “Se va por chorro”, le ordenó al ministro de Justicia Gustavo Beliz, cuando éste le acercó los papeles que involucraban al titular de la poderosa y temida Policía Federal, Roberto Giacomino, en una maniobra irregular para contratar equipos de computación para el Hospital Churruca. Los límites, recibidos con simpatía por el conjunto de la población, van siendo puestos por el Presidente, pausadamente. Poco proclive a efectuar cambios, pergeña un ajuste para diciembre y márgenes más acotados al despliegue callejero de los piqueteros. Julio De Vido, una de sus manos derechas, le dijo a los empresarios con los que se reunió que el Presidente aliente el renacimiento de una “burguesía nacional” que ponga el caballo delante del carro. Lo que significa, en criollo, que deberá echar mano al dinero escondido (vaya saber dónde) para favorecer el desarrollo de la riqueza en un país que después de muchos años ha empezado a crecer con zozobras, reparando en los millones de argentinos injustamente desamparados. Arnaldo Paganetti |
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