Martes 7 de octubre de 2003

Expulsaron a una familia mapuche de Ragiñ Ko

Aplicaron la ley interna de la comunidad. Fue después de una feroz batalla que dejó heridos.

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Lo que no pudieron llevarse lo quemaron. "No quieren dejar trofeos de guerra", explicó una fuente policial.

SENILLOSA (AN)- Una familia mapuche fue violentamente desalojada ayer de la comunidad Ragiñ Ko, su vivienda quedó desmantelada y quemada, como colofón de un conflicto de convivencia tan antiguo como profundo y que se resolvió aplicando el estatuto de la agrupación. Antes que eso hubo una batalla campal con un herido de bala, un apuñalado y por lo menos dos detenidos.

El combate enfrentó a dos familias que pujan desde hace años por la posesión de una franja de tierra, aunque la rivalidad también puede leerse en términos políticos: los desalojados, de apellido Cayumir, dicen que respondían a la Confederación Mapuche y acusan a la otra parte de estar identificada con el gobierno provincial.

El "oficialismo" de Ragiñ Ko, por su parte, liderado por la familia Antiñir, achaca a los representantes de la Confederación haber introducido a una familia conflictiva (por los Cayumir) que nunca se adaptó a la convivencia ni respetó a las autoridades de la comunidad.

Durante años, ambos grupos pastorearon rencores en este rincón de 25 hectáreas ubicado a pocos kilómetros de Senillosa, donde trece familias mapuches se dedican a la horticultura y la cría de ganado menor para sobrevivir. Tuvieron incontables roces. Hasta que el domingo a la tarde se desató la batalla final.

De acuerdo con la versión policial, alrededor de las 18 un grupo de los Cayumir tuvo un incidente con una pareja de la comunidad. Uno de los Antiñir se acercó hasta su vivienda para reclamarle por esa actitud, y fue maltratado por lo que se retiró y regresó con refuerzos.

Se produjo entonces un feroz enfrentamiento que duró horas. Con armas de fuego, cuchillos, botellas, palos y piedras, ambos grupos lucharon cuerpo a cuerpo hasta que llegó una patrulla de la comisaría 11.

Desbordados, los efectivos pidieron refuerzos y los ánimos estaban tan caldeados que hasta llegó al escenario de la batahola una división del grupo especial de la Policía Metropolitana, con su arsenal de gases y balas de goma que no llegaron a utilizar.

Los que sí tuvieron trabajo fueron los Bomberos, porque en medio de la refriega ardió un galpón y corral de los Cayumir en el que había varios animales, algunos de los cuales murieron.

La pelea dejó heridos. Miguel Antiñir, de 62 años, recibió una seria puñalada en la espalda mientras que Miguel Cayumir, de 45, un balazo en una mano.

Un hijo y un amigo de los Cayumir quedaron detenidos, y se realizaron allanamientos buscando armas de fuego.

Después de una noche de tensa calma, ayer se acordó que los Cayumir abandonarían el predio que ocupan. Es uno de los más estratégicos, porque tiene acceso directo al camino principal que va de la comunidad a la ruta 22, y desde allí se puede controlar no sólo el paso de la gente sino también del riego, vital para los cultivos de la comunidad.

Los Cayumir se dieron a la penosa tarea de cargar todas sus pertenencias en un camión, mientras un grupo leal a los Antiñir controlaba sus movimientos desde una loma cercana. Efectivos policiales al mando del subcomisario Marcelo Rivas, jefe de la comisaría de Senillosa, garantizó que el desalojo se cumpliera en paz.

Después de vaciar su precaria vivienda, los Cayumir la echaron abajo a golpes de pico y fueron quemando las maderas. "No les vamos a dejar nada a los Antiñir", afirmaron con bronca. Los del otro grupo dijeron que de todos modos tenían pensado echar a la hoguera lo que dejaran.

Un policía explicó ese gesto: "Es una tradición entre ellos. Como si fueran trofeos de guerra".

Los Cayumir se instalarán por ahora en la casa de un pariente en Senillosa. Y los Antiñir dicen que con su partida, regresará la calma a la comunidad.

Las dos versiones del conflicto

SENILLOSA (AN)- El conflicto interno en la comunidad Ragiñ Ko tiene diversos orígenes según quién lo cuente. Elba Domigual, esposa de Miguel Cayumir, dijo ayer a "Río Negro" que "los Antiñir me quieren echar de esta casa que es mía. Ellos son del gobierno, tienen ayuda, todo, yo sólo tengo a mi familia".

Dijo que "a mí me trajo Gilberto Huilipán, y me dijo que acá no iba a tener problemas. Yo vivía en Centenario, antes estuve en Añelo, en El Chañar, siempre viviendo en chacras, y así crié siete hijos".

Aseguró que "nunca jamás molesté a nadie, vivo sola con mis dos hijas pero soy despreciada por los vecinos, no sé por qué. Ellos vinieron a pelear".

El werken Hugo Pilquiñán y la lonko Teófila Antiñir, que se presentaron como autoridades de la comunidad, confirmaron por su parte que "a los Cayumir los trajo Gilberto Huilipán", pero "siempre tuvimos problemas con ellos, no quedaron integrados, no saben convivir".

Los acusaron de "cortarnos el agua, cerrar la tranquera para impedirnos el paso", entre otros hechos. "Que se vayan lejos, no los queremos acá".

Respecto de los incidentes del domingo, dijeron que los iniciaron los Cayumir. "Nosotros no queríamos llegar a esto", señaló en referencia al feroz enfrentamiento que incluyó la quema de un galpón y corral donde había ganado.

"Tenemos un estatuto que nunca cumplieron. La verdadera autoridad somos nosotros, pero ellos no nos reconocen", agregaron.

Vida sufrida en 25 hectáreas

SENILLOSA (AN)- La comunidad mapuche Ragiñ Ko ocupa un predio de aproximadamente 25 hectáreas cerca de esta localidad. Se instalaron en 1991, y se dedican al cultivo de hortalizas, forrajes, cría de pollos, lombricultura y ganado menor, en especial chivos, ovejas y algunas vacas.

Las tierras parecen fértiles, disponen de riego pero no están bajo cultivo intensivo. Las 14 familias, todas numerosas, no tienen ningún servicio básico salvo la luz en algunos sectores. "La vida aquí es dura, sacrificada", dijeron.

De acuerdo con fuentes policiales, los Cayumir llegaron en 1997 de la mano de Gilberto Huilipán, quien se enfrentó con los Antiñir y los desconoció como autoridad de la comunidad.

Con el aval del gobierno provincial, los Antiñir se fueron haciendo fuertes y desplazaron a las familias que respondían a Huilipán, quien desde hace por lo menos cuatro meses no frecuenta la comunidad. Los Cayumir eran los últimos que quedaban.

"Son gente muy pacífica, todos sus conflictos los resuelven internamente. Lo que pasó el domingo fue excepcional", añadió la fuente policial.

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