Miércoles 1 de octubre de 2003

Diez años de cárcel para un ladrón con vocación

Había estado cuatro años detenido por robos en Río Negro. Los cometió el año pasado apenas tuvo la libertad condicional. Es Raúl Colicheo, a quien se le atribuyen dos violentos asaltos.

NEUQUEN (AN).- Vocaciones hay de toda clase, pero algunas pueden traer problemas. La justicia condenó ayer a 10 años de prisión de cumplimiento efectivo a un empecinado asaltante, y según dice el fallo, se consideró un agravante su "irreductible vocación delictiva".

Se trata de Raúl Silverio Colicheo, nacido hace 33 años en Roca. Su currículum otorga sustento a la apreciación de los jueces respecto de su particular vocación: el año pasado, a los tres días de obtener la libertad condicional (estuvo 4 años preso por robo) cometió un asalto en Neuquén. Antes de que pasara un mes perpetró otro, y luego escapó a San Juan donde lo detuvieron.

En su ficha, Colicheo figura como soldador pero de acuerdo con la apreciación de la justicia, en vez de cerrar cajas las abre. El primero de los asaltos que le atribuyen ocurrió al anochecer del 6 de junio de 2002 en el depósito mayorista de Topsy, en Montevideo 150.

Allí irrumpieron dos sujetos armados que redujeron al oficial de policía que hacía de custodia, le quitaron la pistola reglamentaria y el equipo de radio, y luego lo maniataron con sus propias esposas. Después encararon a los empleados, golpearon a dos de ellos con la culata de las armas y robaron una fuerte suma de dinero.

El segundo hecho que le imputan ocurrió pasado el mediodía del 1 de julio de 2002 en la distribuidora de harinas JG, en San Martín y Catamarca, y fue casi calcado del anterior: ingresaron dos sujetos armados, redujeron al custodia policial, lo maniataron con sus propias esposas, le inmovilizaron los pies atándoselos con los cordones de sus borceguíes y le quitaron la pistola reglamentaria. Después golpearon al personal, los encerraron en una oficina, violentaron la caja registradora y se llevaron una fuerte suma de dinero.

Al parecer con el producto de los robos (serían más de 20.000 pesos), la concubina de Colicheo compró un Peugeot 504 modelo 87. Pagó 3.500 pesos al contado, y en compañía de un mecánico llamado Fernando Carlos Torres, de 21 años, llevaron el vehículo hasta San Juan donde el imputado había buscado refugio.

En la provincia cuyana, Colicheo había alquilado una casa. Hacia ella se dirigía en el Peugeot, junto con su concubina y Torres recién llegados, cuando los detuvo la policía. Era 17 de julio de 2002, apenas habían pasado 45 días desde que había salido en libertad condicional y ya estaba preso otra vez.

En el interior del vehículo los policías sanjuaninos encontraron unos gramos de marihuana y la pistola 9 milímetros robada al custodio policial de Topsy.

Colicheo se negó a someterse a ruedas de reconocimiento, pero los testigos lo señalaron por fotos No fue un reconocimiento muy contundente, pero junto con otras pruebas bastó para atribuirle la autoría de los dos robos.

Torres también fue llevado a juicio, bajo la sospecha de ser el cómplice de Colicheo, pero los testigos tuvieron dudas para reconocerlo, el joven ofreció una coartada y lo absolvieron.

Los jueces de la Cámara Primera, Roberto Fernández, Jorge Sommariva y Eduardo Badano (subrogante) tuvieron en cuenta como agravantes para evaluar la conducta de Colicheo "su irreductible vocación delictiva, para la que nada sirvieron las condenas y el encierro antes padecido" Le aplicaron diez años de prisión y lo declararon reincidente, por lo cual perderá todos los beneficios de libertad anticipada.

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