Sábado 25 de octubre de 2003 | ||
Macri va por la re-reelección El hombre que no se inventó a sí mismo Pese a que lo había negado, volverá a postularse. El estatuto de Boca no admite un tercer mandato.
Como ocurriera con muchos políticos, Mauricio Macri volverá sobre sus pasos y cabalgará sobre un ardid para buscar su tercer mandato. Aunque durante los últimos dos años se alejó del club para fracasar en la política, el ingeniero buscará su tercera presidencia de Boca, pese a que el estatuto señala que sólo una reelección es posible. "Cuando se modificó -el estatuto- Mauricio ya cumplía su primer mandato, por lo cual esa elección no cuenta", dice, con lógica particular, un operador político del macrismo. Quien había asegurado decenas de veces que era tiempo de dejarle paso a los que venían detrás de él, volverá a sentarse en el único sillón que consiguió por "motus proprio" Macri llegó a la presidencia en 1995 luego de recibir el apoyo de cinco agrupaciones internas que lo condujeron al triunfo. Entre ellas, "Por un Boca mejor", facción integrada, entre otros, por un buen número de dirigentes del radicalismo porteño como Enrique Nosiglia. El día de la elección, Nosiglia puso a disposición de Macri la logística partidaria: camiones para buscar votantes, fiscales de mesas y hasta algunos muchachos para disuadir algún voto esquivo. Aquel día, Boca cayó 6 a 4 ante Racing y mientras Macri sufría en el palco Nosiglia controlaba la elección a través de su celular, caminando nervioso por los pasillos del club Macri llegó al club y, a golpes de chequera, armó planteles de estrellas que sólo ganaron disgustos. Aquel primer período, signado por ruidosos fracasos futbolísticos, por poco deja a Macri al borde del camino. Para colmo, tres de las cinco agrupaciones que lo habían apoyado le quitan el respaldo, acusándolo de personalismo y de un turbio manejo del fútbol amateur. En 1997 la asamblea de representantes, a la que asisitió Nosiglia, decidió no aprobar la memoria y balance del club. Las agrupaciones agitaron el fantasma de la intervención si Macri no compartía las decisiones. El ingeniero, a regañadientes, aceptó. Comenzaba otra etapa Carlos Bianchi fue -es- para Macri, lo que el primer Cavallo al Menem '95: en lugar de voto licuadora se impuso el voto campeonato. Macri fue reelecto aún con graves problemas en el frente interno -muchas dudas sobre quiénes eran realmente los integrantes del Fondo de Inversión, por caso-, gracias a que Bianchi cerró el cabaret abierto por Veira y comenzó a edificar su estatura de entrenador colosal "Hoy las elecciones -asegura a "Rio Negro" el dirigente opositor Pablo Abbatángelo- tienen un solo nombre: Carlos Bianchi. Eso es lo que da la continuidad a la actual conducción. Pero desde el punto de vista institucional se han generado atrocidades en pos de un manejo unipersonal. Se generaron sociedades satélite en todas las áreas de recaudación. De una u otra manera están vinculadas al actua presidente. "Boca Crece" -que maneja el merchandising- era socio de Inversiones de Eventos Sociedad Anónima (IESA), del Grupo Clarín. El Fondo era presidido por el mismo Macri, que tuvo que renunciar por una incompatibilidad lógica". El Fondo fue disuelto hace algo más de un mes montado al podio del éxito económico, pero en rigor bajo la alfombra del suceso se escondieron algunos números que no fueron tan brillantes Eso generó que algunas agrupaciones pergeñaran un informe exhaustivo sobre algunas irregularidades. Entre otras cosas, encontraron una diferencia de casi 900 mil dólares en la primer compra de Diego Cagna que favoreció al representante Setimio Aloisio. También, una inexplicable compra de derechos de imagen del defensor Fernando Cáceres, a una firma llamada Kiskowin Sport a cambio de un millón 300 mil dólares. La investigación señala también el pago de 720 mil dólares a la empresa holandesa Gama Sport por la compra de Cristian Dolberg. Lo extraño es que el gigante Dolberg había llegado al club como jugador libre. Además destaca un pago de 320 mil dólares de comisión a los intermediarios uruguayos Luis Aguirre y Milton Díaz por la compra de Riquelme. Ahora que decidió ir por la re-re, Macri tiene decido llevar adelante la operación maquillaje: habrá nuevos nombres, entre ellos algunos de los jóvenes que colaboraron con él en el trunco sueño capitalino. Su idea es generar algunos emprendimientos de primer mundo como el lanzamiento del Boca TV, el avión del club y la explotación de la marca Boca La ecuación del éxito, de todas formas, dependerá de lo que logre en la cancha su astuto superministro, Carlos Bianchi, el verdadero ingeniero, el hombre cuya obra ayudó a Macri a construir su futuro. (AR/ABA)
Opinión: Y Macri, finalmente, decidió seguir siendo Mauricio. Recapitulemos: antes de su llegada a Boca, en 1995, era llamado casi siempre como "el delfín de Franco Macri". Fue Boca el que le puso nombre propio. Pero no Macri, Macri II o Macri jr. No, gracias a Boca, pasó ser sólo "Mauricio". "El Diego", se sabe, es Maradona. Pero no muchos más son reconocidos con el privilegio de ser llamados sólo por su nombre de pila, algo reservado para personajes de gran impacto popular, no exactamente para un empresario. Sin embargo, el fútbol, siempre tan generoso, permitió a Macri convertirse en "Mauricio". Cualquier periodista que lo entrevistara, aunque fuera la primera que lo conocía, ya lo llamaba "Mauricio". Sonaba casi cariñoso. Casi cómplice El problema fue que Mauricio se lanzó a la política, un mundo algo más complejo que el del fútbol. Y allí, en lugar de los dóciles cronistas deportivos, había rivales de colmillos afilados que le recordaron claramente su pasado. Y Mauricio, entonces, volvió a ser Macri. Es decir, el Grupo Macri: Menemismo, autopistas, teléfonos, peajes, Correo y cuanto negocio sospechado haya existido en la Argentina de la pizza y el champagne. Si hasta algunos "éxitos" de su Boca quedaron también al desnudo. Por ejemplo: que el fabuloso merchandising azul y oro, un negocio que la prensa estimó de 50 millones de dólares, dejaba en realidad al club apenas 400 mil dólares al año, que su bendito Fondo de Inversión no era reconocido por la AFA, que La Candela está en juicio, que algunos pibes de las inferiores son vendidos en el exterior sin registro en el club, que se pagaron comisiones hasta a un intermediario uruguayo por la compra de Riquelme a Argentinos Juniors, que el 20 por ciento del pase de Tévez es de un escribano amigo, que la barra recibía entradas y pasajes hasta en avión y que el balance, aún el último, sigue arrojando una deuda de 40 millones de pesos e inclusive fue denunciado ante la Inspección General de Justicia Claro, son datos que, mientras el Boca de Bianchi siga ganando, a pocos le importan. La memoria del fútbol, se sabe, suele ir apenas de domingo a domingo. Ahora, tras el cachetazo de la política, Macri quiere volver a ser Mauricio. Había jurado que él no era como los otros, que él no se aferraba al poder y que ningún cargo debe durar más de dos períodos. Los archivos son implacables. Lo dijo en cuanta entrevista le realizaron. Pero Boca le permitirá volver a la prensa nuevamente como Mauricio, como volverán a llamarlo sus amigos del fútbol. Esos amigos siempre tan proclives a inventar historias de negocios fantásticos del Boca-boom. Siempre también tan compresivos, inclusive, para justificar la insólita oposición de Boca para ceder jugadores al seleccionado, ahora corporizada en Tévez. Siempre tan dóciles para llamarlo, simplemente, Mauricio. Ezequiel Fernández Moores
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