Sábado 18 de octubre de 2003

La receta de Germán: escuela, fútbol y amigos

Alecha está en 5° año y es una pieza clave en Cipolletti.

Fue elegido por River y viajará a fin de mes.

 

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Germán Alecha divide el día entre los estudios (cursa quinto año en el CEM 17) y los entrenamientos con la primera de Cipolletti.

CIPOLLETTI (AC).- La mesa del comedor está repleta de chicos tomando la leche. Algunos todavía con la mochila del colegio, otros mirando un partido de fútbol del fin de semana pasado. Son adolescentes que están terminando el secundario. En el medio, sobresale la figura del "9" de Cipolletti: Germán Alecha, un chico más que se divierte pasando el tiempo con amigos.

Con 18 años, "Oggi Junco" (por sus labios prominentes, similares a los del mediático personaje), como le puso Matías Parra (ex compañero en Cipolletti), es uno de los tres jugadores albinegros que se irán a probar a River a fin de mes.

Divide su tiempo entre el colegio (va a quinto año en el CEM 17) y los entrenamientos. Durante la semana prácticamente no tiene tiempo para otra cosa. Llega a su casa del barrio Manzanar pasadas las 13, almuerza, agarra la 'bici', busca a sus amigos y va derecho a la "Visera".

A la vuelta, siempre el mismo ritual. "Leo" Bardeggia, "Carucha" Carrasco, el "Pato" Amorone, el "Estu" Gutiérrez, "Pikachu" Weisser y alguno más que se suma en el camino, se juntan a tomar la leche que prepara Alicia, la madre de Germán. Se alimentan como si fueran pirañas y se van a jugar al play station. Son todos integrantes del plantel profesional de la primera del club Cipolletti, pero también son chicos.

Germán es el que más se ha destacado hasta ahora. Sus once goles en 20 partidos le dieron chapa de revelación del pasado torneo Argentino "A". En este certamen las cosas no le están saliendo todo lo bien que él quisiera, pero tranquilo, como el paso de una tortuga, no se desespera y se ilusiona con una oportunidad en el fútbol más grande .

"No todos los días se te da una chance para probarte en un equipo de Buenos Aires. No sé si se va a volver a repetir una experiencia de estar en un equipo de Primera, por eso es que tengo ganas de irme. Si no llego a quedar, seguramente voy a tener abiertas las puertas de Cipolletti", comienza el "Tortugón" mientras uno a uno comienzan a irse sus compañeros.

Para él, sus amigos son un pilar importante en su vida. Al punto que a "Carucha" Carrasco le instaló una cama en su habitación por todas las veces que se quedaba a dormir.

Debutó en la primera del albinegro el 15 de octubre del año pasado con apenas 17 años. Goleador de raza, el típico "9" de área, hincha de Estudiantes de La Plata, más de 1,80 de altura y un desarrollo físico en el último año que asombra.

Recuerda que su mejor gol fue el torneo pasado contra Aldosivi, en Mar del Plata. "Sacó el 'Gringo' (Ciattaglia), la peinó Javier (Muñoz), la pelota me quedó picando, l hice un sombrerito al defensor, y le pegué como venía. Fue un golazo". Pero también están en su memoria los que erró. "El partido del otro día con Independiente Rivadavia me erré como tres goles, me quería matar", se sincera.

Nació en La Plata y llegó a Cipolletti de chiquito. Vive con su padre Norberto (quien fue médico del plantel en el '98), su mamá y su hermana Agustina, de 11 años. Su otra hermana, Paula de 19 años, estudia en Buenos Aires.

Empezó a patear a los 5 años, pero como Cipolletti no tenía categoría, se fue a San Martín. Volvió a ponerse la albinegra a los 7 y no se la sacó nunca más, salvo un par de Pre-Mundialitos, en los que jugó para Pillmatún e Independiente de Neuquén.

El 28 de este mes estará junto a sus amigos Leo Bardeggia y Manuel Gutiérrez, probando suerte en River. Nada menos.

 

Joaquín Peralta

"Jugamos por la camiseta"

A principio de temporada, Domingo Perilli le aclaró que cuando el equipo juegue con una punta, él tendría menos chances de ser titular. "Cuando me mandaron al banco no me gustó nada, pero estaba tranquilo porque el "Mingo" me habló muy bien. Si te da lo mismo ir al banco o ser titular no podés jugar al fútbol", dice.

Dentro del campo de juego llegó a escuchar algún insulto, típico del hincha, pero él se lo toma con calma. "Escucho las puteadas, pero llevo a mis amigos para que me defiendan", bromea. Y enseguida reflexiona como un tipo grande: "Cuando yo estaba del otro lado del alambrado nunca se me ocurría putear a un jugador. Y eso que pasaron un montón que venían, se llevaban fortunas y dejaban al club en la ruina. Por ahí la gente no valora que nosotros verdaderamente jugamos por la camiseta".

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