Miércoles 29 de octubre de 2003 | ||||
La orquesta neuquina en un concierto vibrante Obras de Mozart y Beethoven fueron ovacionadas por el público.
El joven violinista Xavier Inchausti brilló como solista.
La agrupación de Cámara del Neuquén llenó la Catedral.
NEUQUEN.- Un vibrante concierto brindó la Orquesta de Cámara del Neuquén en la iglesia Catedral el domingo pasado, ante un público que colmó totalmente sus instalaciones, con un repertorio integrado por dos obras de dos compositores, si se quiere, los mas importantes de la historia de la música: Mozart y Beethoven. Y en esta ocasión , la Orquesta nos ofreció dos obras realmente "enormes": el "Concierto para violín y orquesta en re Mayor Opus 61" de Beethoven y después la "Sinfonía N 25 en sol menor, K 183" de Mozart. Wolfgang Amadeus Mozart, (Salzburgo, 27 de Enero de 1756 – Viena, 5 de diciembre de 1791) ha sido el compositor más importante del período clásico. En su época le tocó compartir los escenarios con otros compositores tan importantes como Haydn, Dittersdorff y hasta el mismísimo Beethoven Pero quizás lo que lo distinguió fue su inigualable estilo: música agradable, diáfana y con un altísimo sentido del humor. Mozart contagiaba ese sentido a sus obras y por intermedio de ellas a sus intérpretes. La "Sinfonía N25 en sol menor K183" es una de las obras compuestas en su juventud, en el año 1773 a sus escasos 17 años. La estructura es muy simple pero muy importante y hasta diría imponente. Se puede decir con absoluta libertad, que la obra tiene la sencillez de lo grande. Mozart era un compositor que estaba jugando y experimentando permanentemente con sus obras y es por ello que se encuentran pasajes realment notables. En la "Sinfonía N25", durante el primer movimiento se puede escuchar un esbozo de concierto para oboe y cuerdas. Luego durante el decurso de la sinfonía , se apoya nítidamente sobre las otras partes de la orquesta con una perfecta segmentación en las cuerdas, es decir en los primer y segundo violines, las violas, cellos y contrabajos, pero no abandona en esta obra la idea de adjudicar momentos realmente notables a los vientos: corno, fagot, y oboe, es desde ahí donde construye los diálogos de los distintos instrumentos tan característicos de su obra. Ludwig van Beethoven (Bonn, 16 de diciembre de 1770 – Viena , 26 de marzo de 1827), genio del período romántico, con un inicio dentro del clásico, comenzó su carrera musical a los 4 años tomando lecciones de su padre. A los 8 años tiene lugar su primera actuación frente al público como pianista. A los 17 años, el príncipe elector lo envía a Viena para estudiar junto con Mozart. A los 20 años se conoce su primera obra, el Ballet Caballeresco. Dos años más tarde regresa a Viena para continuar con su formación musical y a partir del año 1795 se presentan sus primeros síntomas de sordera. Compone su sonata "Patética" en 1798 y en 1800 el mundo conoce su "Sinfonía N1 en do mayor", la primera de su serie de 9 El "Concierto en re mayor para violín y orquesta Op.61" corresponde a su segundo período, entre los años 1803/1815 y se encuentra ubicado a continuación de la "Sinfonía N4 en si bemol mayor, Op. 60", y la "Obertura 'Coriolano' Op.62". La estructura de este concierto no escapa a lo común de la época, basado en tres movimientos El primer movimiento es de una extensión importante, y hasta se podría decir que es una obra dentro de otra; nos presenta el tema sobre u episodio a cargo del timbal, como anunciando una obra maestra. Y de eso se trata ni más ni menos. El carácter del compositor en su máximo exponente. Es de una obra auténtica y esplendorosamente beethoveniana.
El espectáculo
El plato fuerte fue, sin lugar a dudas, el "Concierto para violín" de Beethoven. Aquí nos encontramos con un verdadero genio musical: Xavier Inchausti de escasos 13 años. Un concertista memorable con un sentido de la interpretación pocas veces visto. Tempo a la perfección, musicalidad, fraseo. ¿Qué otra cosa se le puede pedir? En el segundo movimiento, larghetto, nos mostró este niño prodigio todo el esplendor de su arte. Perfectos los trinos, pizzicattos y silbatos. Entiende la obra a la perfección y así nos lo transmite. Por supuesto que en esta obra monumental tuvo la compañía de la Orquesta bajo la dirección de Luis Corrado quién nos mostró un crecimiento notable como director. Entiende a Beethoven y nos lo comunica debidamente. Luis Corrado estuvo a la altura del momento y nos demostró que ante una obra como ésta es muy solvente. Al finalizar la gran ovación del público fue inolvidable, todo era un solo aplauso Xavier Inchausti nos obsequió luego, a manera de bis, una giga de Bach impecablemente interpretada.Para finalizar con el programa de la noche, la "Sinfonía N25 en sol menor K 183" de Mozart bajo la dirección de Marcelo Alvarez quién acertó adecuadamente con el carácter de la obra. Bien en la concertación y en el manejo de los tiempos. Nos presentó una obra impecablemente ejecutada Buen balance orquestal con una excelente sonoridad en el primer y cuarto movimientos Bien los vientos, en especial los oboes a cargo de Emilio López en los "concertantes" acompañado brillantemente por su par Patricia Calafate. Otro elogio para la línea de fagot y para las cuerdas en su totalidad. Ante semejante espectáculo el público ovacionó a todos los músicos con una emoción increíble.
Horacio San Miguel
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