Lunes 27 de octubre de 2003 | ||
Diez años de una pasión compartida "Leyendo a...', taller de lectura estimulante. Esta noche, "Las ruinas circulares" de Borges y "La autopista del sur" de Cortázar Los lectores, no los esporádicos, sino los que asiduamente compran, prestan, leen y releen libros; son generalmente incomprendidos. Sólo aquel que reconoce el valor de un libro, se permite aceptar la importancia de conservarlos. La familia de un lector, se debate entre regalarlos o venderlos, y la lucha de este personaje durará toda la vida. Cecilia Boggio, la directora del taller literario "Leyendo a" de Roca es, además de conductora de radio y televisión y profesora universitaria, uno más de esos "bichos raros" que acumulan estantes y cajas llenas de papeles encuadernados. En "leyendo a", que hoy a las 21 festejará sus 10 años funcionando sin interrupciones en la ciudad, se encuentra todos los últimos lunes de cada mes, con una fauna similar a ella: quizás no tienen la misma edad ni experiencia, no todos viven en Roca, y no comparten profesión ni familia. Tampoco son todos del mismo equipo de fútbol o partido político. Sólo son eso: "lectores" que se reúnen una vez al mes a "despuntar el vicio". Cecilia busca en uno de los tantos estantes que se diseminaron por su casa -uno en el estudio, otro sobre el escritorio, y una biblioteca completa en la sala de estar- la primera edición de "Rayuela", de Julio Cortazar. "Buscá en la última página", dice. Entre la solapa y la palabra fin que se lee en un papel amarillento, ha una foto en blanco y negro: una joven, con sus dos amigas, seguramente a la salida de la facultad, posando frente a la cámara. En su mano, un libro. Casualmente, el mismo que hoy retiene a la foto y persiste en la biblioteca, esperando que alguien lo vuelva a leer. "Pude haber comprado nuevas ediciones, pero necesito seguir leyendo mis libros, los que conservo", explica Cecilia. Se sienta en el sillón y cuenta anécdotas. Es sencillo caer en la trampa: en dos o tres relatos, sumerge al que la escucha en una novela, lo rescata y lo vuelve a sumergir. La pasión contagia. "En el año '93, el primero del taller, fue un ciclo dedicado a la lectura de Borges. Poesía, novelas, ensayos, las obras en colaboración y cuentos", explica la directora. "En ese momento estaba en la secretaría de Cultura de la municipalidad, Natalio Kisnerman. El fue el que tuvo la idea y preparó el taller", agrega. Los primeros años del taller se desarrollaron en ese sistema de "ciclos de autores". Así, en el '94 los elegidos fueron Julio Cortázar y Manuel Puig. Siguieron Adolfo Bioy Casares, Robert Arlt y más. "Después empezamos a saltear entre las obras de los autores, pero en estos diez años, pasaron casi 1.600 lectores, que leyeron a 65 escritores en 88 obras", afirma Cecilia, casi en el instante que hace los cálculos. El año '95 fue el que marcó un antes y un después en la vida del taller. Natalio Kisnerman se alejó de la secretaría de Cultura -en el último período volvió al cargo- por el cambio de autoridades, y el taller perdió el apoyo estatal. Los que estaban en ese entonces, decidieron autogestionarse y seguir reuniéndose. Siempre apoyados fuertemente por Eduardo Guevara y el resto de la gente del museo "Juan Sánchez", que fue el refugio de "Leyendo a" desde su fundación, idearon un sistema de cuotas mínimas para solventar los gastos. De 5 a 7 pesos mensuales alcanzaron para sostener el encuentro. Al taller asisten jubilados, estudiantes, amas de casa, profesionales y comerciantes, que se encuentran por única vez en el mes ese lunes, en el que analizan obras y discuten ideas. "Hay un grupo de 20 personas que asiste siempre, en forma ininterrumpida. Después, según el autor o los temas, algunos se suman y otros se van", indica Cecilia. "Lo que pasa es que no a todo el mundo le gusta, por ejemplo, la novela policial, o la poesía; entonces abandona hasta que pasemos a otra temática. Otro ejemplo es el d los autores: algunos son más "taquilleros" que otros. Cuando leemos Borges la sala se llena", añade. Hoy a la noche, el encuentro será uno más. Cecilia llegará al museo, acomodará sus cosas. La gente se irá agrupando, y es posible que el número se incremente, ya que están de festejo. Abrirá la charla con una breve introducción del o los autores que analizarán Contará algún "condimento" sobre la vida del autor, o como ella dice, "chismecito"; y repartirá las fichas con los disparadores. Tomarán café, discutirán, conversarán y opinarán, hasta altas horas de la noche El ámbito de conocimiento personal durante 10 años, fue ese, y así seguirán. No por conformismo, tampoco por costumbre. La razón fundamental es que se conocen, como quizás nadie los conoce, en el marco de su misma pasión.
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