Sábado 25 de octubre de 2003 | ||
Botafogo, un despliegue de poder músico-espiritual El ex integrante de Durazno de Gala y Pappo's Blues, se presentó el miércoles en el Teatro Español en un recital que mostró su pasado y la fuerza de su presente. Mañana estará en Zapala en el Cine Teatro Municipal, desde las 21, festejando sus 30 años con la música. NEUQUEN (AN).- "Somos el potencial inconmensurable de todo lo que fue, es, y será, y nuestros deseos son como semillas en la tierra, que esperan la estación propicia para manifestarse luego en bellas flores y árboles vigorosos, en jardines de ensueños y bosques majestuosos, y así es". La frase, que parece la traducción al castellano del conjuro sideral de un monje tibetano -y tal vez lo sea-, pertenece al portal de Internet del bluesman argentino Miguel "Botafogo" Vilanova, que el miércoles se presentó en el Teatro Español de esta ciudad y desplegó su poderío músico-espiritual durante dos horas y una quincena de temas propios y covers reversionados. Más cerca del palacio de la sabiduría que del camino de los excesos desde hace años, algo que de algún modo puede constatarse en los senderos su música, Botafogo optó por un repertorio variado, con temas viejos, nuevos y hasta inéditos para ambientar con sus punteos las instalaciones del teatro. A las 400 personas que concurrieron al teatro les tocó asistir a uno de los recitales que el ex integrante de Pappo's Blues brinda en promedio cada poco más de tres días en los lugares más insólitos del mundo. Con una sólida y joven banda conformada por Sergio Arias en bajo, Dante Medina en saxo, Chester Castellani en batería y Gustavo Lozano en teclados, Botafogo hurgueteó tanto en el baúl de los recuerdos como en el más puro de los presentes. Así, se pudo ver, oír y disfrutar, temas como "Amor de zaguán", de Durazno de Gala, banda que lideró luego de su periplo europeo entre los 80 y 90; "Una vieja historia", del disco "Botafogo y amigos", ya de su etapa solista; "El tropezón", un cover de Freddie King; pero también el plus de felicidad y optimismo del todavía inédito "Blues para Argentina". En medio, un par de frases y apostillas para el recuerdo: Botafogo subiendo al escenario a tres fans para que disfruten del soporte de su banda y el piloto semiautomático de su guitarra; la nena que en la profundidad de su inocencia lanzó un "no sabe tocar", ante la intranquilidad de observar cómo se acomodaba la guitarra antes del primer tema. Y por supuesto, la despedida -pero también el durante-, que no hizo más que confirmar lo del principio: el agradecimiento irónico pero verdadero por "haber participado de esta experiencia cuántica". Y lo cierto es que, "jardines majestuosos y bosques de ensueños" mediante, así es. Y así fue.
Fernando Castro
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