Martes 21 de octubre de 2003

ENTREVISTA: Miguel Botafogo

Un guitarrista de la síntesis en la región

Miguel Botafogo festeja sus 30 años con la música. Estará mañana a las 22 en el Teatro Español de Neuquén, el jueves en Regina, el viernes en Plaza Huincul y el domingo en Zapala.
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Catalogado como el más importante e influyente guitarrista de blues en Argentina, Miguel "Botafogo" Vilanova está cumpliendo 30 años con la música. Reconocido en medio mundo, prefiere autodefinirse como trabajador, sencillamente alguien que se gana la vida tocando.

"Toco muy seguido, con músicos nuevos, jóvenes; probando gente para armar una banda, también invitada de otras provincias. Estamos dando forma a una vieja idea mía de reunirme con todos instrumentistas diferentes y -si fuera posible- de distintas partes del país".

En Neuquén, Botafogo será acompañado por Sergio Arias en bajo, el piano de Gustavo Lozano, Alejandro Castelli en batería y el saxofonista Dante Medina. "Son pruebas siempre dentro del blues, de un repertorio que a cada uno le permite expresarse bien en su instrumento, para armar además un espectáculo para que el público vea distintas influencias, estilos, modos de tocar los mismos blues".

- ¿Cuándo esos jóvenes se reúnen con vos, te miran como un par o un maestro, un hombre de experiencia?

- Ellos reconocen los años y las canas, pero cuando los instrumentos hablan, la edad no cuenta. La experiencia se nota más... Es una amalgama muy buena porque los pibes traen toda esa cuestión energética y yo les voy explicando cómo administrarla mejor: no abras toda la canilla de entrada, hacé esto, en tal tema tocá lo otro. Nos están sucediendo cosas piolas. La gente tiene una reacción alucinante.

- ¿Relacionada con...?

- Con el nutrimento propio del público argentino. Con sólo encender la radio, se nutre con música buenísima todo el tiempo, con miles de opciones nacionales, internacionales. Los argentinos tienen una cosa pasional. No tengo que decirlo yo; Argentina es el único país de la Tierra donde los Rolling Stones hicieron cinco canchas de River llenas. En ningún lugar del mundo pasa eso. Nuestra gente tiene una cultura, de tanto escuchar, desde que empezó el rock nacional y antes también, porque el tango es espectacular. Y yo encuentro una respuesta linda porque entiende todo; lo comparo con actuaciones en Japón, Chile, Brasil, España y varias ciudades de los Estados Unidos, Austria, Australia. Lo evalúo en comparación y la gente tiene acá una base de sentimiento musical y un ida y vuelta con los artistas, enormes.

- ¿Incursionaste ya en el tango?

- Mi amigo (el armoniquista de Washington) Bruce Ewan, acaba de grabar un tango que compuse para él. Es la primera y única vez hasta hoy, que lo hice en mi vida. Simplemente con la guía de mi maestro Pedro Aguilar, violinista de Alberto Castillo durante veinte años, que escribía arreglos y toda la bola... Siguiendo sus enseñanzas le compuse un tango a Bruce porque es fanático de Hugo Díaz, el armoniquista argentino reconocido en todo el mundo...

- Poco escuchado por acá.

- Lamentablemente... Y Bruce me preguntó cómo siendo argentino, no había compuesto un tango. Verdaderamente le tengo un respeto tan alto, con Astor Piazzolla como lo más nuevo y Carlos Gardel entre lo más viejo, no te da ganas de escribir más nada. El gringo me animó, empecé con los apuntes de mi maestro y compuse una melodía ("Tango gringo") que Bruce grabó. Recibí elogios por la progresión de acordes, estoy contento y además suena muy bien.

- Pasado esto que habrás tomado como un examen, seguirás componiendo tangos?

- Ojalá. El trabajo de compositor depende mucho de cierta tranquilidad y yo necesito laburar y mucho, para mantener el aparato artístico y familiar. Lo hago basándome en mi propio trabajo. Componer requiere tiempo, ocio, ese que llaman creativo. Para eso hay que estar en circunstancias tales que toda mi manutención esté asegurada. Y no tengo ese tiempo.

- ¿Tampoco para componer blues?

- Tampoco. Voy trabajando en los huequitos. Ojo, soy muy laburante. Por ejemplo, este año tengo dos libros terminados y estoy bastante adelantado armando el proyecto de sacar varios volúmenes de uno de ellos. Escribí música como por un tubo, ejercitaciones para que los alumnos aprendan a tocar escalas más creativamente. Compuse unos cuantos temas y grabé un montón nuevos con mi hijo (Andrés), que me va a producir un disco tocando la batería. Escribir esas letras me ocupó un tiempo, componer, arreglar, oír, volver a arreglar, grabar, corregir, volver a hacer el demo; ir a los Estados Unidos, a Chile, las giras por Argentina, mis clases, los libros. Digamos que voy explotando todo mi potencial como puedo y a mi manera.

Ya lo creo que me gustaría sentarme sólo a componer y explorar en tango, encararlo como si fuera jazz o blues. No necesariamente voy a escribir un tango tradicional; seguro me va a salir una marcianada con aire tanguero. Me gustaría que fuera eso, soy un guitarrista que evoluciona desde el rock nacional hacia el blues y llega a esta síntesis. Es un laburo que me lleva muchas horas que no tengo; para peor no sé ni prender la computadora. Compongo con guitarra, lápiz y papel; y con un grabadorcito en el que voy registrando partes hasta llegar al estudio y armar la historia de otro modo.

- ¿Aprovechás los viajes o el tiempo de espera en los hoteles o los usás para descansar?

- En una gira larga, descanso. Cuando fui a los Estados Unidos a tocar con Ewan, adelanté mucho los libros. Uno de ellos está a punto de ver la luz y lo tradujeron también al inglés.

- Se amplían los horizontes...

- Por lo menos es tirar una botella en el océano. Son como pequeños-grandes éxitos o grandes éxitos pequeños....

 

Eduardo Rouillet

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