Lunes 20 de octubre de 2003

XI SEMANA MUSICAL LLAO LLAO

Arte y efectos en la despedida hasta el 2004

La última velada fue para que el público se deleitara con el Cuarteto con Brío. Unas 4.500 personas apreciaron alguno o todos los conciertos y el cierre tuvo anuncios y emociones.

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El Cuarteto con Brío dio evidencias de lo acertado de la decisión de elegirlos para el cierre de la semana.

SAN CARLOS DE BARILOCHE - La experiencia y el dominio de sus instrumentos de cuatro músicos consagrados fue la elección segura para el remate de la XI Semana musical Llao Llao que con la presentación del Cuarteto con Brío (ver recuadro) cerró ocho días en que se movilizaron 4.500 personas de público, según los organizadores.

La cifra fue proporcionada por Abel López Iturbe, presentador, comentarista y director musical del encuentro. El uso de la multimedia, tendencia ya impuesta en el mundo del espectáculo, no estuvo ausente en la clausura. Los oyentes que colmaron una vez más el salón Bustillo se sorprendieron cuando al ingresar se hallaron con una gran pantalla delante del piano y los atriles y asientos dipuestos para recibir a los concertistas. La duda quedó despejada al dar paso, el propio Iturbe, a una filmación con la veintena de personas que organizan el festival, donde ficcionalmente y con humor se reproducían las azarosas alternativas detrás de la escena. Un "toque" que sirvió para aligerar la emotividad de toda despedida.

A la estadística sobre la cantidad de público, se sumó el dato de cuál había sido la interpretación más aplaudida: el Danzón N 2 del mexicano Arturo Márquez con que la Orquesta Sinfónica de Salta cerró sus dos presentaciones. Precisamente, la repetición en la segunda velada, respondió al pedido de la gente. Un video con este material fue ofrecido en primicia de lo que será la televisación latinoamericana a través de Film & Arts después de la Semana Santa 2004.

Visto en perspectiva, el "menú" musical comprendió un amplio arco histórico y de los movimientos artísticos a que pertenecieron los compositores cuyas obras se escucharon: del barroco al romanticismo y desde la contemporánea creación latinoamericana al jazz sinfónico.

En cuanto a los artistas convocados y grupos, también hubo para cada gusto: solistas de piano, violín y violoncello, conjuntos de cámara de sólo cuerdas o combinados con piano o con clarinete, coros de cámara, una compañía de ópera barroca y una orquesta sinfónica, sin olvidar la música del medioevo con Languedoc, agrupación de El Bolsón que toca instrumentos antiguos.

El tiempo emocional tuvo un ritmo interno en sostenido "crescendo" hasta la actuación de la sinfónica conducida por Felipe Izcaray, al promediar la semana, que fue coronada en su segunda noche con el aplauso fervoroso. La audición de música religiosa en la Catedral fue otro momento culminante pero también los solistas Sami Merdinian (violín) y Eduardo Delgado (piano) se brindaron en páginas de encendida resonancia. En la clausura, cuatro estrellas consagradas recordaron que lo afectivo es, junto a lo artístico, el ingrediente que reúne a los seres humanos se reúnen en torno de la cultura.

Mónica Jofré

Un ensamble de virtuosos

SAN CARLOS DE BARILOCHE - Curiosa experiencia en que, tratándose de un conjunto de cámara, se podía disfrutar de cada instrumento como si se estuviese escuchando a un solista y, al mismo tiempo, asistir a una complementación perfecta en la naturalidad de su planteo. Del comienzo al fin, el Cuarteto con Brío, revalidó la decisión de haber sido escogido como broche final a la XI Semana musical Llao Llao.

Desde el primer compás del Adagio y Rondó concertante de Schubert, Rafael Gíntoli (violín), Marcela Magin (viola), Paula Peluso (piano) y Jorge Bergero (cello) crearon el clima -la obra fue compuesta como "house music"- de estar entre amigos. Concebida casi como homenaje, la obra presenta referencias estilísticas permanentes a Mozart y Beethoven, siempre de la mano del piano como conductor del discurso musical desde el movimiento inicial, un Adagio, hasta el Allegro vivace final, con una energía ascendente en las cuerdas y profunda limpidez en las teclas oprimidas por Paula Peluso.

Luego, el Cuarteto en Mi bemol mayor Op. 16 de Beethoven y una apertura Grave-Allegro ma non troppo, inconfundible del genio de Bonn. Otra vez y especialmente en el Andante cantabile, los músicos dieron suficiente cuenta de que tocan lo que sienten, sin tensiones inútiles, y a gusto con lo que hacen. En el último Rondó-Allegro ma non troppo se escuchó un violoncello expresivo y rico.

Tras el intermedio, el Cuarteto en do menor N 1 Op. 15 de Gabriel Fauré, arrancó al público aplausos que estuvieron a un paso de superar los alcanzados por el Danzón N 2 de la Sinfónica de Salta y terminaron en un brillante bis con el primer movimiento del Cuarteto N 1 de Mozart, de jubilosa potencia creativa.

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