Lunes 6 de octubre de 2003

"No sé si existe el cine latinoamericano"

Arturo Ripstein dejó la polémica flotando en el aire. "No sé si existe una cosa que se llame cine latinoamericano, siento que es una entelequia misteriosa en la que estamos juntos simplemente por la geografía", dijo el brillante director mexicano.

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"No sé si exista Latinoamérica, no sé si es un hecho o una etiqueta", fue más lejos aun Ripstein en su escepticismo.

SAN SEBASTIáN, (Télam).- El reconocido realizador mexicano Arturo Ripstein negó la existencia de un cine latinoamericano porque, sostuvo, "gracias a programas políticos, económicos, sociales y sobre todo a la desunión y al sentido con que se encara el cine ahora, no hay un proyecto común, ni una opción que lo defina". "No sé si existe una cosa que se llame cine latinoamericano, siento que es una entelequia misteriosa en la que estamos juntos simplemente por la geografía, ya que tenemos docena y media de países a los que nos desune la misma lengua", indicó Ripstein. "No sé si exista Latinoamérica, no sé si es un hecho o una etiqueta", fue más lejos Ripstein en su escepticismo.

Pese a tan negativa visión actual, el creador reconoció que "en algún momento, gracias a las cinematografías de Argentina, Cuba y Brasil hubo una enorme coherencia en las obras que sirvieron para cambiar mucho y profundamente la imagen sobre el cine de esta región, pero luego se ha hecho poco en ese sentido de movimiento, de ideas concretas compartidas". El artista, que lleva 38 años de actividad y es mentor de magníficos títulos dramáticos como "La mujer del puerto", "La virgen de la lujuria", "Profundo carmesí" y "La reina de la noche", consideró que "hoy día hay una noción de 'vamos a hacer cine para el público' y en esos otros movimientos era más bien al revés, era 'vamos a hacer público para el cine'".

Aunque la crítica mirada de Ripstein incluye a sus pares, lo directores de cine, especificó que "se trata también de un problema de producción grave porque nadie arriesga y se prioriza un cine formulaico". "Gracias a la experiencia podemos darnos cuenta de que ni siquiera este cine de fórmula ha tenido los resultados esperados. En el momento en que los productores dejen de pensar con la billetera y lo hagan con las tripas y el corazón, van a asumir riesgos y van a hacer las películas que quieran y no las que deban", señaló.

Preocupado ante la certeza de que "sin coproductor europeo es prácticamente imposible hacer una película en Latinoamérica", Ripstein adelantó que tiene entre manos tres proyectos ("uno pequeñito, uno mediano y uno mayor"), pero dijo que "ninguno de los tres está caminando". "Estoy en el terrible momento de ver quién se interesa en una película, a qué productor engaño para que una vez más pueda yo trabajar", ironizó. Si bien las tres ideas de largometrajes difieren en su magnitud, el mexicano aseguró que todos se hermanan en el hecho de que "hablan de las mismas cosas de siempre porque yo soy siempre el mismo".

"Desarrollo temas, cosas, imágenes, cuentos que me gustan -enumeró-, que dan forma a un temario semejante porque, además, yo quiero seguir contando las mismas cuestiones".

Capaz de describir cómo so esos elementos que lo motivan, contó que "me hacen cosquillas un color rojo, que esté mojado el piso, que haya dos o tres actores que me gusten, que aparezcan ciertas paradojas con las que juguetear y, por supuesto, la noción más o menos aterradora de que la próxima película sí va a ser buena".

De rodillas ante nuestro señor Bruce Willis

Habitué de los festivales internacionales de cine, Arturo Ripstein reconoció sobre la experiencia recogida este año que 2003 "ha sido malo para el cine ya que exhibió un nivel de evidente pobreza". "Los períodos malos de creación son más veloces en el cine que en los demás movimientos artísticos, y si bien eso no quiere decir que todo lo que se hace está mal, sí indica que lo que se hace y está bien es muy poco", balanceó el director.

La observación de Ripstein sobre este fenómeno incluyó la responsabilidad de las audiencias ya que, opinó, "no hay un público que responda a un cine de mayor elaboración porque está acostumbrado a arrodillarse ante nuestro señor Bruce Willis". El rechazo que le genera el cine estadounidense no es menor, según teatralizó, que el que le provocan sus propias obras, al punto que se calificó como "uno de los directores más afortunados de la historia, pues habiendo hecho películas mínimas y tantos fracasos, igual puedo seguir rodando".

"Dios me dio el privilegio de poder hacer cine pero también el latiguito que me hace verlas. Hacer películas es muy divertido pero verlas es profundamente doloroso", aseveró apelando a la ironía Puesto a definirse como realizador, indicó que "hago lo que puedo y no lo que quisiera, ya que si hiciera lo que quiero habría hecho alguna gran película". (Télam).

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