Miércoles 1 de octubre de 2003

Mediomundo

Malentendido

Existe la posibilidad de que amar sea un gran malentendido. Un raro e interminable desencuentro de deseos y voluntades. Nadie está a salvo de traducir equivocadamente a los otros. Sus palabras, sus gestos, sus miradas.

Hay un problema mayor aún que dejar de amar y no confesarlo porque las cosas tienden a la inercia en esta sociedad -qué dirán los chicos, las vecinas, pues, o los músculos entumecidos del alma-. No, hay algo más complejo y es que a veces el amor se convierte en una trampa. En un juego de noblezas e hipocresías constantes disputándose el escenario de los hechos. Un juego donde hay más obligaciones que placer. Más miedo que arrojo. Más cruda realidad que sueños.

Son menos importantes las decisiones que tomamos en una relación vacía de pasión que todo aquello que hacemos y dejamos de hacer amando intensa y equivocadamente.

No son pocas las veces en que amar tiene el rostro de un fantasma triste. Amar también puede ser un rotundo error del destino. Un camino que no debemos seguir o una situación que sería mejor interrumpir antes de que las cosas empeoren.

Paradojas cotidianas: encendemos fuegos sin querer o los apagamos mientras tratamos de avivar la llama.

Nada tan brutal como un desencuentro. Tampoco nada tan vital y desesperante. Una propiedad de las novelas caribeñas y de ciertos filmes que están más allá de los parámetros estéticos.

Un relato de amor de los 90 como "Reality Bites" ("Generación X") se explica mejor ahora que hace 10 años. Ese cruce romántico y un poco desquiciado entre dos amigos, Lelaina y Troy, que saben que se quieren pero no muy bien de qué modo, sintetiza uno de los grandes conflictos de la humanidad: cómo desentrañar el deseo ajeno.

Su conflicto es cursi y absolutamente válido.

La mayor parte del tiempo estamos como estos dos personajes, hablando en idiomas distintos. Asintiendo como si supiéramos de qué se trata la historia. Nos creemos capaces de explicar lo inexplicable cuando la justificación de un "sí" o un "no" es una lucecita titilando en el centro del Universo -Dios la quisiera pronunciar-, muy lejos de nuestra ética personal o el gusto por determinados cuerpos.

En cada persona hay una clave a través de la cual accedemos a su corazón. Un conjunto de cifras, números, colores, paisajes, recuerdos, gustos -el etcétera es enorme- a partir del cual el otro rinde sus murallas y te deja entrar para que veas los secretos de su mundo.

Cuando llegamos a este precioso momento quedan al margen las voluntades, los caprichos, el bien y el mal. Si la palabra mágica ha sido dicha, con eso basta para iniciar la marcha al interior del laberinto de los afectos.

Aunque el amor exceda la razón -saber sin saber, mirar con los ojos cerrados, hablar el lenguaje de la piel- las equivocaciones son parte de su esencia.

Amar es un teorema no resuelto que hemos apuntado en un diario íntimo que nadie leerá jamás.

"Yo te quiero, yo tampoco", se ha escuchado más de una vez. Y otras verdades por el estilo.

Claudio Andrade
candrade@rionegro.com.ar

Copyright Río Negro Online - All rights reserved
Tapa || Economía | Políticas | Regionales | Sociedad | Deportes | Cultura || Todos los títulos | Breves ||
Ediciones anteriores | Editorial | Artículos | Cartas de lectores || El tiempo | Clasificados | Turismo | Mapa del sitio
Escríbanos || Patagonia Jurásica | Cocina | Guía del ocio | Informática | El Económico | Educación