Domingo 28 de setiembre de 2003

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Los pozos ciegos contaminan la "marea" de San Antonio

La ciudad tiene 18.000 habitantes, pero nunca tuvo cloacas. En los últimos años una capa verde de algas cubrió el lugar.

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Hoy la imagen es impresionante. En bajamar, junto al canal que queda cuando el agua se retira todo, es una gran mancha verde.

SAN ANTONIO (ASA).- La ría de San Antonio ya no es la misma. Su aspecto ha cambiado sensiblemente en los últimos años. El verde de las algas cubre la costa del canal central de este a oeste, a lo largo de los cerca de cinco kilómetros que distan entre el barrio Magisterio y el Club Náutico.

No es verde de vida. No es la primavera que demuestra su benevolencia con las "plantas marinas". Es, en cambio, la reacción de la naturaleza ante el ataque del hombre, frente a su desidia y su completo desinterés por el cuidado del medio ambiente.

San Antonio Oeste creció junto a lo que sus habitantes denominaron la "marea", un brazo de mar que rodea la península donde se instaló la población hace casi 100 años. El agua ingresa dos veces al día y transforma el pequeño canal en un gran lago salado, sin olas, ideal para la recreación y el entretenimiento que verano tras verano es aprovechado por cientos de lugareños y cada vez más turistas que llegan desde Las Grutas a conocer un sitio distinto.

El agua apenas se renueva entre bajamar y pleamar, ya que la circulación interna es mínima en la bahía San Antonio, lo que provoca que las aguas sean las más cálidas del sur argentino.

En los últimos tiempos, en la ría es notable la proliferación de algas verdes, conocidas comúnmente como "lechugas de mar" o por su nombre científico ulva. También creció la avifauna, especialmente la que integran las aves carroñeras como los petreles o jotes, que en otras épocas se veían en escasas ocasiones. También hay cientos de gaviotas y flamencos, que se alimentan de los restos de pescados y mariscos que son vertidos por las fábricas pesqueras.

¿Qué está pasando en la marea?. Desde hace años existen informes científicos que dan datos fidedignos sobre estos temas. Pero poca fue su difusión y casi nula la tarea para ponerle fin a la problemática.

"Los niveles de contaminación pueden medirse directamente a través de la presencia de bacterias coliformes o indirectamente por la aparición d algas oportunistas", sostiene la bióloga del Instituto de Biología Marina y Pesquera "Almirante Storni", Maite Narvarte.

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También creció la avifauna, especialmente la que integran las aves carroñeras como los petreles o jotes.

La primera de las alternativas, concretada por el Instituto junto al Municipio entre los años 1989 y 1990, determinó que en bajamar la presencia de coliformes alcanza las 4500 NMP/100 mililitros de agua. En Estados Unidos, donde existe legislación específica, el límite máximo para habilitar balnearios de uso recreativo es de 200 NMP cada 100 ml.

La altísima presencia de coliformes es una clara evidencia de que detritos provenientes de los pozos ciegos escurren a través de las napas subterráneas directamente hasta la ría. El estudio fue realizado en una época de apogeo turístico y pesquero en la región, en la que se dio un notable crecimiento urbano Aunque la comuna contaba desde entonces con estos datos dramáticos, nunca fue prioritario el tendido de la red de cloacas que aún hoy es un proyecto alejado en el tiempo El municipio inició la instalación de los caños hace un par de años, pero las obras se detuvieron a raiz de la devaluación y en el mes de agosto de este año se reanudaron los trabajos a un ritmo lento, casi imperceptible.

"No puede ser que en el 2004 con una población en crecimiento, no se cuente aún con el sistema de cloacas. Para la comunidad todavía es más importante el asfalto y el arreglo de calles que la obra cloacal, que debería ser prioridad número uno", afirma Mirta Carbajal, de la Fundación Inalafquen.

Desde los años 80

El cambio de la marea en los últimos 20 años ha sido notable. A principios de los 80 las algas verdes apenas ocupaban el sector de la ría situado frente al casco antiguo de la localidad, en cercanías de Prefectura. Hoy la imagen es impresionante. En bajamar, junto al canal que queda cuando el agua se retira todo es una gran mancha verde, como si fuera un enorme parque, una cancha de golf, abonada por el constante aporte de nutrientes altamente cargados de nitrógeno, provenientes sin duda de los miles de pozos ciegos que hay en la localidad.

Hasta los pulpitos del canal tienen bacterias coliformes según determinó un estudio de mediados de los 90.

Mientras las cloacas son aún una ilusión, la marea va camino a convertirse en un foco infeccioso con pocas chances de remediación.

Qué pasa con los pulpos

El jefe del laboratorio del Hospital "Aníbal Serra", el bioquímico Carlos Torres, fue contundente en su relato Hace unos cinco años, un brote de cerca de 100 casos de hepatitis tipo A, producido en pleno verano lo llevó a solicitar el Instituto de Biología Marina y Pesquera, entonces dirigido por Alejandro Yarza, un estudio de moluscos dentro de la bahía San Antonio.

Así se encontró que los pulpos de la bahía tenían altísimos niveles de coliformes totales. Se tomaron muestras en cinco puntos y todas fueron muy superiores a los niveles normales permitidos por el Código Alimentario Argentino.

"Deberían haberse intensificado los estudios, pero no contábamos con recursos suficientes", expresó Torres. "Los datos nos impactaron", agregó En la actualidad el biólogo sanantoniense radicado en Mar del Plata, Oscar Iribarne está profundizando las investigaciones acerca de la contaminación de la marea.

Ayer el intendente Adrián Casadei confirmó la continuidad de la obra de cloacas. "Ahora está en un intervalo pero vamos a terminar próximamente el sector ferroviario para iniciar la construcción de las piletas", aseveró. "Para nosotros es una obra prioritaria", resaltó. (ASA)

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