Sábado 6 de setiembre de 2003

Romina y su mamá se recuperan bien, en Cipolletti

La niña ya está en su casa, tras ser trasplantada.

Permanece en una habitación aislada, sin visitas.

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No hay como mirar a "Los 101 dálmatas" para menguar el dolor: así pensó ayer Romina, en su casa, en plena recuperación.

CIPOLLETTI (AC).- La sonrisa se le escapaba desde el barbijo cuando se asomó al pasillo a saludar. Estoy mirando `Los 101 dálmatas`", dijo Romina Montecino, la nena cipoleña que recibió un riñón de su mamá Rosa la semana pasada El jueves por la tarde los médicos le permitieron a Romina volver a su casa, en Cipolletti, con la condición de permanecer en una habitación aislada, sin recibir visitas. Así estaba ayer cuando "Río Negro" fue a su departamento y pudo verla desde lejos, como lo hacen los demás.

"Yo todavía estoy un poco dolorida, pero ella está con todas las pilas", aseguró Rosa, la mamá Rosa decidió donarle un riñón a su hija de 11 años porque estaba cansada de verla sufrir. Romina estaba prácticamente atada al aparato de diálisis desde hacía dos años y debía realizar una dieta estricta para evitar descompensaciones.

El 27 pasado después del mediodía, madre e hija entraron al quirófano en el Policlínico Neuquén. A la noche, los médicos ya informaron que la operación había salido bien y que la nena empezaba a adaptarse poco a poco a su nuevo riñón La recuperación de ambas fue exitosa. El martes le dieron el alta a Rosa y el jueves por la tarde Romina pudo salir de la clínica.

Los días de internación no fueron fáciles, reconoció la mamá, porque al principio estaban separadas. Rosa contó que el momento más feliz para ella fue cuando le permitieron acercarse a Romi y darle un beso. "La primera vez que la vi fue el viernes (dos días después de la cirugía) pero tenía que estar a unos metros", recordó.

 

"La miro y es increíble"

 

Romina estuvo siempre en una habitación de asilamiento en la clínica. Sus papás eran los únicos que podían entrar.

En su casa, también por recomendación de los médicos, la chiquita tiene que estar en un lugar exclusivo para ella.

Por eso el modesto departamento de la familia sufrió algunos cambios. Como no tienen muchas comodidades (antes de la cirugía Romina dormía en un dormitorio con sus papás y sus dos hermanos en otra habitación con su abuela) Fernando y Rosa tuvieron que trasladar su cama al comedor para que Romina se quedara sola en la habitación matrimonial.

Allí estaba mirando ayer la película de "Los 101 dálmatas" cuando este diario fue a su casa. La mamá estaba con una bata en el comedor y daba pasos lentos porque todavía se siente un poco dolorida. Pero la nena apareció caminando en el pasillo como si nada le hubiera pasado "Hola", fue lo primero que dijo detrás del barbijo, y la palabra sonó más feliz que nunca.

Luego contó que estaba mirando dibujitos y que se sentía "bien". Sus labios no se veían, pero sus cachetes y sus ojos dibujan constantemente una sonrisa.

Rosa dijo que la semana que viene le mandarán una maestra a la casa para que "no pierda tantos días de clases". Está en sexto grado.

-¿Tenés ganas de volver a estudiar? -le preguntó este diario a la nena.

-No... -dijo con tono bajo y la risa traspasó el barbijo.

"La miro y es increíble. Mientras ella esté bien no importa nada más", expresó Rosa mientras se sentaba lentamente en una silla.

Romina, desde su lugar, comprendía todo.

 

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