Viernes 5 de setiembre de 2003

"Il postino" más querido de Centenario

El "Chispa" cumplió 30 años como cartero.

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Lo más difícil de su trabajo es "entregar un telegrama de falleci-miento", explicó el cartero.

CENTENARIO (ACE).- "Hola chicos, qué novedades hay", dice Juan Carlos Quintana con voz fuerte y una sonrisa a flor de labios mientras baja de la bicicleta al término de la recorrida matinal diaria, tras entregar las cartas que lleva en el bolso siempre colgado al hombro. "Es el saludo de todos los días", confirma el jefe del correo local.

El "Chispa" cumplió ayer 30 años de cartero, tras embarcarse en el oficio postal cuando tenía 18 años "recién cumplidos". Pese a los ofrecimientos de los diferentes jefes que tuvo la oficina de Centenario para que hiciera algún curso para encargarse del sistema de computación, o para acceder al mostrador como auxiliar de ventanilla, Quintana prefirió continuar hasta hoy entregando cartas a domicilio a bordo de la bicicleta.

"A mi me encanta el trabajo que hago, porque lo hago con alegría. Con mi trabajo he hecho una incontable cantidad de amigos", reafirma.

Ingresó al correo cuando hace 30 años se produjo una "vacante" en Centenario y su hermano -que también es de la carrera postal- lo inscribió para el cargo. Nacido y criado en esta localidad Quintana tiene cuatro hijos y una mujer, Gladis Jara, a la que conoció gracias al oficio.

"La conocí siendo cartero; iba a su casa a dejarle correspondencia, después empezamos a conversar y terminamos casándonos", dice con una sonrisa aún más floreciente en el rostro. Siempre se ríe y pareciera tener un constante buen humor. Tal vez por eso lo de "Chispa", un apodo que no explica cómo se lo ganó, y sólo dic que "lo tengo desde que nací".

Además de cartero, a contraturno Quintana atiende una peluquería que instaló hace 22 años sobre la calle Honduras. "Cuando me casé eran épocas difíciles y apenas teníamos unas sillas; con el sueldo de cartero no alcanzaba, así es es que hice un curso de dos años de peluquería en Neuquén y puse la peluquería cuando me recibí. Ahora la sigo atendiendo porque me encanta, además el ambiente de la peluquería y los amigos que allí hice me hacen continuar".

En la era de internet y la correspondencia a través del correo electrónico, Quintana asegura que "la gente igual siempre espera una carta. Es otro sentimiento, ver que el cartero llama a la puerta y salir al jardín a la expectativa de que sea un familiar...la carta nunca va a dejar de existir", postula.

Agrega que ahora que se reparten los resúmenes de cuenta bancarios y de celulares, la expectativa a veces no es tanto; sin embargo "lo de la carta es otra cosa: la gente se toma el tiempo de escribir, ensobrar y enviarla. Con tanta gente que se ha ido afuera en estos días, por ejemplo, hay muchas familias que esperan una postal, una carta de lejos, tenerla en la mano...es otra cosa, muy personal", sigue.

Al igual que en los primeros años de recorrida casa por casa, la correspondencia más difícil de entregar son los telegramas de fallecimiento. "El sistema de telegrama sigue siendo un medio muy eficaz, y no es fácil golpear la puerta y entregarlo, porque no se sabe cómo va a reaccionar una persona cuando se entera así que otra persona falleció", concluye.

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