Jueves 4 de setiembre de 2003

Preocupante situación de cinco menores que viven a orillas de un lago

NEUQUEN (AN).- Cinco chicos de 5 a 13 años llevan un mes viviendo a orillas del lago Mari Menuco, alimentándose con polenta y del pescado que unos amigos obtienen del mismo curso de agua.

Desde hace tres días, los niños esperan a su mamá, una mujer de 36 años, que viajó a El Chañar (donde tiene una casilla) a intentar cobrar 150 pesos que le corresponde por un plan laboral y alguna bolsa con alimentos de ayuda social Desde el lunes, los chicos están a cargo de dos amigos de su madre, quienes con cañas y tarritos intentan capturar truchas o pejerreyes del enorme lago.

La mujer y los chicos -cuatro mujeres y un varón- llegaron hasta la orilla del lago escapando del humo que hacen los chacareros los días bajo cero. Es que la mayor y las menor de las nenas sufren de asma bronquial y el humo las perjudica hasta el grado de necesitar oxígeno.

Miguel, quien mantiene una relación con la mamá de los pequeños, explicó que los chicos no están yendo a la escuela y que si bien viven en El Chañar se han criado en ese sector aledaño al lago Marí Menuco, a unos diez kilómetros de la lujosa villa que maneja el club del mismo nombre Los chicos viven en condiciones lamentables, debajo de bolsas para embalar fruta y un par de mugrientas frazadas. El martes lo único que tenían para comer era polenta.

"Vendimos unos pescados y compramos un poco de comida, trajimos unos chorizos y yerba; capaz que la madre todavía no pudo conseguir la bolsa de comida", afirmó Miguel quien entrada la tarde fue hasta El Chañar a intentar dar con ella.

El grupo permanece debajo de un sauzal y junto a una laguna breve, a muy pocos metros de ese enorme espejo de agua que el lago Mari Menuco Miguel y un amigo suyo -los dos mayores que quedaron a cargo de los chiquitos- explicaron que para frenar el frío bajo cero arman una suerte de brasero debajo de las lonas que hacen las veces de carpa Los dos muchachos contaron que la mamá de los chicos es oriunda de esa zona -en pleno desierto- y que el padre vive en las cercanías pero no se hace cargo de sus hijos Entrada la tarde, la más chiquita de las nenas saltaba y se agitaba cantando las peripecias del payaso "Plin, Plin".

"Vamos a hacer el aguante hasta que venga la madre", prometían Miguel y su amigo, aunque la situación los preocupa bastante.

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