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ELECCIONES EN NEUQUEN: Sobisch obtuvo el triunfo más categórico de su carrera política y va por el tercer período

Análisis

A la falta de una alternativa, la gente fue a lo seguro

La victoria histórica de Sobisch en las elecciones de ayer demuestra que el aparato partidario funcionó aceitadamente y el clientelismo aportó su cuota decisiva. Pero también que sectores independientes votaron por la reelección sin necesidad de que nadie les dijera lo que tenían que hacer.

Allí donde la oposición ofrecía algo a defender, como en Cutral Co y Aluminé con los radicales Benítez y Romero; o donde la alternativa era consistente, como en San Martín y en Villa La Angostura con los peronistas Carro y Panessi, la población apostó por el cambio.

Otro tanto ocurrió con los partidos vecinales que ofrecieron una alternativa atractiva. Tal como ocurrió en Las Lajas, donde el MPN experimentó una derrota histórica, y en El Huecú donde retuvo el MUN Este fenómeno ya se había insinuado con nitidez con los triunfos de Quiroga en capital y Podestá en Zapala.

No obstante, lo distintivo de la jornada de ayer es la victoria de Sobisch. Un triunfo tan contundente que sólo se explica por un concurso de factores.

En los últimos dos años la provincia tuvo ingresos extraordinarios producto del alto precio del petróleo, y de que buena parte de sus ingresos son en dólares.

Como el gobierno se las arregló para evitar que se traten los presupuestos del 2001, 2002 y 2003, no se puede saber con precisión el monto de esos ingresos extraordinarios, pero una estimación conservadora permite afirmar que sólo este año entraron más de 500 millones de pesos extra.

Sobisch viene haciendo campaña desde el 2002 y su gobierno, que comenzó con una promesa de ajuste, se libró a un clientelismo desenfrenado, cuestión de asegurarse el respaldo de todos los sectores sociales. A unos, subsidios y comida; a otros, salud, vivienda y salarios relativamente altos. A los amigos, créditos y subsidios.

Sin duda en los últimos dos años, quizás los más duros de la Argentina moderna, Neuquén ha sido una isla que vivió el proceso inverso al empobrecimiento general.

En el plano político interno hay que anotar la desintegración del felipismo, algo comprensible en un partido donde el debate ideológico se subordina a la billetera, y el fracaso, acaso por los mismos motivos, del fugaz intento de Jorge Sapag.

Los partidos de la oposición, por su parte, se revelaron impotentes para captar el creciente rechazo que inspiraron entre los sectores independientes los escándalos por presuntos hechos de corrupción y los arrebatos autoritarios del gobernador Los subsidios de "Zapallito" Molina, la ternas para colonizar el Poder Judicial y los supuestos intentos de coima registrados por las cámaras ocultas socavaron el prestigio de Sobisch. Pero la paralela impotencia de la oposición para crear una alternativa consistente hizo que la gente fuera a lo seguro.

Tampoco fue suficiente el enorme cambio que experimenta el país desde diciembre de 2001. A fin de cuentas en ese período Neuquén estuvo más cerca de la Argentina de Menem en el '95, que del país quebrado y con la mitad de la población en la pobreza que dejó de herencia el riojano.

No cabe duda de que Neuquén marchó contra la corriente, y eso no sólo explica lo ocurrido sino que abre interrogantes hacia el futuro. No es posible imaginar que el precio del petróleo se mantenga indefinidamente alto, de hecho ya comenzó a descender; ni que el enorme dispendio de Sobisch para asegurarse la reelección no tenga consecuencias. Tampoco, que su hegemonismo no suscite anticuerpos.

Héctor Mauriño

vasco@rionegro.com.ar

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