Jueves 11 de setiembre de 2003

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Chile revive el día en que el país cambió para siempre tras el fin de Allende

Investigaciones revelaron más detalles de la asonada militar.

El bombardeo a La Moneda fue el instante más dramático.

 

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Un grupo de defensores del Palacio de La Moneda se entrega poco antes del asedio final. Un rato antes, Allende se había suicidado en su despacho, con el fusil que le había regalado Fidel Castro.

El martes 11 de septiembre de 1973, Santiago amaneció bañada por un sol casi primaveral. El presidente Salvador Allende dormía en la casa presidencial de la calle Tomás Moro, en el elegante barrio de Las Condes. En los cuarteles del país, sin embargo, la actividad había comenzado desde la medianoche: los tanquistas calentaban los motores de los blindados, los aviadores asistían al "breafing" de vuelo y los generales realizaban los últimos llamados a sus tropas. A las 6.20 de la mañana, Allende fue despertado por el teléfono. Un funcionario le anunció que la Marina se había sublevado en el puerto de Valparaíso. Es imposible saber si Allende, de 65 años, comprendió en ese momento que le quedaban sólo unas pocas horas de vida Después de colgar el teléfono, alertó a su custodia y partió a La Moneda, sede del gobierno. Comprendió que los militares habían apresurado el golpe, probablemente para evitar que pudiera concretar sus proyectos de convocar un plebiscito.

A las 7.20 Allende ingresó al Palacio de La Moneda, sede del gobierno. Entró empuñando un fusil automático, regalo personal del líder cubano Fidel Castro, para defender su Gobierno de la Unidad Popular En todos sus gestos podía adivinarse la convicción de que no lo sacarían vivo del edificio, coincidieron en afirmar los principales testigos de esa jornada histórica Vestido de traje y corbata, pero con casco, Allende organizó la resistencia e impartió instrucciones: "Todo el que sea capaz y tenga condiciones para usar un arma, que la coja y la use", les dijo, según el doctor Oscar Soto.

 

Unos 40 seguidores

 

En total, no tenía más de 40 seguidores para defender ese edificio colonial que ocupa una manzana en el corazón de Santiago: ministros, colaboradores y su guardia privada, a la que un día -humorísticamente- bautizó GAP (Grupo de Amigos Personales).

Mientras, en otro lugar del país operaba el estado mayor de la rebelión, integrado por los comandantes de las tre fuerzas militares -el general Augusto Pinochet, el almirante José Toribio Merino y el general de aviación Gustavo Leigh- más el jefe de la policía, César Mendoza Pinochet, "estaba inquieto", recordaron sus colaboradores, y a través de edecanes conminó a Allende a renunciar. La negativa desorientó a los militares - ¿Qué hacemos?-, preguntó un almirante por radio a Pinochet

- "La opinión mía es que estos caballeros se toman y se mandan (por avión) a cualquier parte. Por último en el camino los van tirando abajo", respondió el líder golpista.

El ataque desde el exterior comenzó a las 9.15 de la mañana. El ejército sublevado había desplegado artillería en la Plaza de la Constitución y poco después abrió fuego contra La Moneda  

Bazookas contra aviones

 Desde las ventanas del propio despacho de Allende respondió un fuego de bazucas y uno de los disparos destruyó un tanque Cuando los ataques se intensificaron, el mandatario reunió a quienes estaban combatiendo a su lado y les dijo que "la lucha necesitaría en el futuro conductores para dirigirla". Luego los invitó a abandonar el palacio Llamó también a sus edecanes militares, les pidió que llevaran un mensaje a los sublevados

-"Díganles a sus comandantes en jefe que no me voy de aquí ni me entregaré. Me voy a matar. Así", dijo fríamente Mientras los aviones sobrevolaban el palacio, Allende difundió su último mensaje al país, un dramático testamento que pasó a la historia con el telón de fondo los disparos y el vuelo de dos aviones Hawker Hunter ."Yo no voy a renunciar", advirtió. "Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad del pueblo . Sigan ustedes sabiendo que -mucho más temprano que tarde- abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor", agregó.

Allende no se rinde!

Al mediodía comenzó el bombardeo aéreo sobre La Moneda. Algunos cohetes estallaron en el interior del edificio, que comenzó a incendiarse y emitir gruesas columnas de humo. Casi al mismo tiempo, un pelotón de militares pugnaba por ingresar al patio central de La Moneda "Allende no se rinde, milicos!", gritó el presidente a través de las ventanas que daban hacia la Plaza de la Constitución Después, los últimos colaboradores bajaron por la ancha escalera de La Moneda para entregarse . En ese instante oyeron un disparo. Durante años circuló la versión de que Allende había muerto asesinado. A 30 años de distancia, su hija Isabel y uno de los médicos confirman la tesis del suicidio. "Vi el impacto. No tenía bóveda craneana. Había volado. Me senté al lado de él y me quedé", relató más tarde Patricio Guijón, su médico personal A las dos de la tarde, la infantería irrumpió en el palacio. Los soldados avanzaron al Salón Independencia y, tumbado sobre un sofá, hallaron el cadáver de Allende. Cuando Pinochet lo supo, el futuro dictador, según testigos, lanzó un ácido comentario: -"Si este gallo hasta pa' morir tuvo problemas!" .

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