Martes 9 de setiembre de 2003

Preferidos y desplazados en el gabinete nacional

Kirchner tiene predilección por los ministros que lo acompañan desde Santa Cruz. Los duhaldistas temen quedarse afuera

BUENOS AIRES (ABA).- "En una reunión de gabinete no se puede resolver nada", le dijo Néstor Kirchner a Aníbal Fernández, cuando el ministro del Interior insistía en juntar a todos sus colegas para analizar aciertos y errores de los primeros cien días de gobierno.

Kirchner es el primer presidente desde el retorno democrático que desechó las reuniones de gabinete semanales como método de gestión. Está convencido de que los encuentros multitudinarios no hacen más que entorpecer la ejecutividad. Eso no quiere decir que tome las decisiones solo: el jefe de Estado opta por los encuentros cara a cara, por los llamados diarios, por la interacción permanente y casi íntima con cada uno de sus ministros. Aunque, claro, tiene sus preferidos. El neuquino Oscar Parrilli, secretario general de la Presidencia, y Alberto Fernández, jefe de Gabinete, son quienes tienen más contacto con Kirchner. Ayudan las cortas distancias: ellos dos tienen sus despachos en el ala presidencial y entran y salen de allí sin pedir permiso.

"Tenemos un sistema de teléfonos por el cual estamos interconectados entre todos los altos funcionarios sin interferencias. Cuando tengo alguna duda, o alguna urgencia, puedo llamar a Presidencia y Kirchner me atiende en persona. Le gusta la eficiencia. Quiere que yo le transmita la cuestión sin preámbulos, él anota en una libretita y a las pocas horas te contesta o te hace llamar por el ministro que tenga injerencia en el tema", señala Daniel Filmus, titular de Educación.

Entre los ministros, su único amigo personal es el también santacruceño Julio De Vido, que lo acompaña como ladero desde hace ocho años. El jefe de Obras Públicas tendrá a su cargo el mega plan de infraestructura, la mayor apuesta a futuro del Gobierno. Aunque, también, el mayor generador de gastos. Por eso, los cortocircuitos de De Vido con Roberto Lavagna son permanentes. Si bien el ministro de Economía tiene buena predisposición para sentarse a hablar con sus colegas sobre las cuestiones presupuestarias, suele molestarse con los métodos de De Vido, que opta por "puentearlo" e ir directamente. El recorte de poder de De Vido a Lavagna se hace evidente: no sólo le sacó varias áreas a Economía, sino que le restó hasta espacio físico. Lavagna debió ceder los tres últimos pisos del Palacio de Hacienda para hacerle lugar a su vecino menos querido Pampuro es el más golpeado del team presidencial. Hace dos semanas, se hizo público un reto de Kirchner al ministro de Defensa, aunque lo disimuló tres días después con un abrazo ante los fotógrafos. La posición de Pampuro es incómoda: la arremetida judicial contra los represores de la dictadura inunda su despacho de reproches militares. Aunque el generalato lo respeta (sobre todo desde que consiguió un aumento para las Fuerzas Armadas), creen que tiene poca influencia en el círculo presidencial. Se dice en la Casa Rosada que Kirchner, cuando tiene temas sensibles en el área, prefiere conversarlos con Roberto Bendini, jefe de las FF.AA.

Otros ministros que están en baja en la consideración presidencial son Filmus y Ginés González García. El primero acompañó mucho a Kirchner en los viajes por el interior, al comienzo de la gestión; últimamente esta medio olvidado. "Educación es un ministerio vacío, las escuelas están en manos de las provincias y la universidad es autónoma", indica un allegado al Presidente. El ministro de Salud, duhaldista de primera hora, nunca terminó de hacer buenas migas con el santacruceño. Hay versiones que indican que Kirchner quiere unificar Acción Social y Salud en una sola cartera. Y claro: el mega ministerio quedaría en manos de la hermana Kirchner.

Rafael Bielsa sabe como ser la cara kichnerista internacional. El canciller se siente a gusto en su papel, y aunque no tiene voto en los temas determinantes de la política nacional, suele ser el fiel representante del Ejecutivo.

Carlos Tomada, de Trabajo, y Aníbal Fernández, de Interior, pasan una situación que podría definirse como "neutra" "Hasta diciembre el gabinete seguirá igual, será el gabinete de la transición del duhaldismo al kirchnesismo. Pero el año próximo veremos un gabinete cien por ciento pingüino", se esperanza un santacruceño muy cercano a Néstor Kirchner.

Gónzalo Alvarez Guerrero

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