Miércoles 3 de setiembre de 2003

Malestar con Kirchner en el bloque del PJ

Diputados piden ser escuchados y lo critican por los respaldos políticos que da

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El jefe del bloque del PJ en Diputados, Díaz Bancalari, le pidió a Kirchner un acercamiento.

En busca de una compuerta que libere malestares internos, las autoridades del bloque de diputados justicialistas pidieron al presidente Kirchner que facilite un mayor acercamiento entre los legisladores oficialistas y los integrantes del gobierno La sugerencia fue transmitida al presidente por el jefe de la bancada del PJ, el duhaldista José María Díaz Bancalari, durante el viaje que ambos compartieron en Santa Cruz durante el pasado fin de semana El objetivo de los encuentros que se buscan inaugurar en la quinta presidencial va más allá de la coordinación de las medidas de gobierno.

La invitación de Díaz Bancalari a que presidente, ministros y diputados compartan el café de Olivos es el último síntoma de una tensión cultivada lentamente en el bloque, que creció a través de las quejas silenciosas deslizadas por un grupo de legisladores del PJ contra el gobierno En efecto, la bancada fue escenario de una sucesión de pequeños reclamos hacia el Poder Ejecutivo que su jefe duhaldista busca ahora diluir antes de verlos convertidos en una gigantesca bola de nieve El peligro en el horizonte es fácil de prever: un boicot en el Congreso a las leyes impulsadas por el Poder Ejecutivo.

Para comprender los motivos que inspiran la idea de abrir un canal directo entre Kirchner y los diputados justicialistas es necesario repasar recientes anécdotas del bloque oficialista.

La última y más pintoresca fue protagonizada por los proverbiales Saúl Ubaldini y Oraldo Britos, quienes fueron a la Casa Rosada para dialogar con el ministro de Trabajo, Carlos Tomada, sobre los planes para enfrentar el empleo en negro y esperaron en vano ser atendidos hasta que, resignados, emprendieron el regreso al Congreso.

Los llamados con excusas llegados después del ministerio, que volcaron la responsabilidad en la incompetencia de funcionarios de Ceremonial, fueron insuficientes para impedir que la anécdota se propagara en el bloque.

La historia, por supuesto, fue tomada por los diputados justicialistas que disienten con la política del gobierno, como los menemistas y los puntanos, para engrosar las filas de los crí

ticos Las elecciones provinciales y de la Capital Federal sumaron a los núcleos preexistentes de conflicto nuevos adeptos. Así, por ejemplo, el porteño Diego Santilli se quejó por el apoyo de Kirchner a Aníbal Ibarra, cuando el PJ de Capital Federal acordó con Mauricio Macri; los misioneros que responden a Ramón Puerta repiten una cantinela similar por el respaldo presidencial a Carlos Rovira y los rionegrinos entienden que el acompañamiento a Carlos Soria fue tardío En sus primeras reuniones con los diputados justicialistas, el presidente marcó enfáticamente sus diferencias con las prácticas tradicionales de la negociación parlamentaria, contra las cuales advirtió sobre el "fin del toma y daca" y llegó a frenar en seco a un operador que ofreció en su momento negociar con Julio Nazareno su salida de la Corte Suprema.

Pero las exigencias del ejercicio del poder también enfrentaron a Kirchner con la necesidad de contar con un bloque afín En la última sesión de la Cámara de Diputados, cuando se aprobó una reforma a la Carta Orgánica del Banco Central que permite al Tesoro contar con recursos extras para pagar a los organismo financieros internacionales, sólo votó a favor el bloque justicialista y dejó en evidencia los límites de la transversalidad.

Tras la votación, el diputado duhaldista Carlos Brown no ahorró chanzas en público sobre la falta de acompañamiento de otros partidos que coquetean con el Poder Ejecutivo, un leitmotiv que repiten los bonaerenses para subrayar su importancia dentro de la cámara.

En ese sentido, la frase pronunciada ayer por Eduardo Duhalde, "Kirchner va a tener a 120 diputados justicialistas que lo van a apoyar", puede leerse tanto como una muestra de fidelidad como una advertencia.

A todo lo anterior se agregan celos, muchas veces inexplicables, por los vínculos preferenciales que los integrantes del subbloque kirchnerista Corriente Federal mantienen con la SIDE y otras oficinas del gobierno.

Enfrentado al dilema que separa su intención de cambiar viejas prácticas de la política con la necesidad de cohesionar al bloque de diputados, Kirchner deberá resolver ahora si abre las puertas de la Quinta de Olivos a los diputados justicialistas para diluir eventuales conflictos con la bancada oficialista. (DyN)

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