Domingo 28 de setiembre de 2003
 

No estamos muertos

 

Por Arnaldo Paganetti
arnaldopaganetti@rionegro.com.ar 

  No se puede eludir la pregunta: ¿Qué esconde el apoyo de George Bush a Néstor Kirchner, a quien llenó de pomposas palabras y le facilitó un trato privilegiado con el FMI (aunque sin dólares o euros frescos), por lo menos durante un año?
Saliéndose del molde y machacando que no miente - algo bajo sospecha para la comunidad internacional viniendo de un argentino que no es más izquierdista que el socialista chileno Lagos o el brasileño del PT Lula -, el patagónico que dedica entre 11 y 12 horas diarias a trabajar detrás de un proyecto de Estado, resolvió no pelearse con Estados Unidos, el país más poderoso del orbe.
Eso no significa que Kirchner vaya a renunciar a su “sana rebeldía” (contra los bancos o los tenedores europeos de los minusválidos bonos nacionales, por ejemplo) o abdicar a la pretensión de conseguir inversiones genuinas que promuevan el crecimiento y el desarrollo sustentable, condiciones previas al pago de la deuda externa, a la que distinguirá entre legítima e ilegítima o clandestina, en coincidencia con un proyecto de Mario Cafiero, que empezará a estudiar esta semana.
Que Bush exagere y llame a Kirchner “conquistador” del Fondo Monetario y que el santacruceño se aproveche de la relación VIP con el texano republicano que desató la guerra contra Irak, para sacarle ventaja a Lula, quien pretendía “cortarse solo”, no carece de inocencia.
La anteojera guerrera de Bush pone en peligro su reelección y lo obliga a no descuidar Latinoamérica, llena de oportunidades económicas y ambientales. Por su unilateralismo estratégico, a EE.UU. le conviene la fragmentación política regional, en contraposición con la visión multilateral de la UE, que da prioridad al Mercosur como herramienta multiplicadora del intercambio comercial.
En Nueva York, frente a las luces periodísticas, Kirchner y Lula recompusieron un vínculo dañado por una ancestral competencia que no se limita a los futbolístico. En rigor, el brasileño se escondió cuando K requirió ayuda para sortear las dificultades que le trababan el entendimiento con el Fondo. Es que los industriales de su país, automotrices, textiles, azucareros y del calzado, entre otros, están en proceso de ajuste y recesión y, por eso, no trepidan en querer inundar con sus productos el mercado argentino.
Obvio que en dimensiones diferentes, la debilidad estructural de la Argentina se refleja en los organismos internacionales y en un mundo amenazado por el terrorismo internacional que no tiene un único Estado de referencia.
No fue casualidad, tampoco, que Kirchner dijera en las Naciones Unidas que el ataque contra las “torres gemelas” tenía como antecedente los atentados contra la embajada de Israel y la sede de la mutual judía en Buenos Aires, en 1992 y 1994. Ese mensaje a la colectividad judeo norteamericana y su adhesión a un capitalismo serio y no prebendario y corrupto, le valió la aprobación en la nación imperial.
David Rockefeller y otros reputados influyentes se entusiasmaron con las promesas de K. “La verdad es que ustedes fueron discriminados durante la gestión menemista, en los ‘90. Ahora tendrán la oportunidad de venir y buscar, limpiamente, ganancias en aguas, correos, peajes....telefónica, quizá”, los sedujo el santacruceño.
Dar seguridad jurídica, establecer normas de juego claras, es una garantía para los empresarios estadounidenses, ante lo que K admitió responsabilidad de ex funcionarios argentinos en maniobras de lavado de dinero. No por ello dejó de señalar con un dedo acusador a entidades de créditos del Norte sin cuya colaboración hubiera sido imposible consumar los ilícitos.
No espantó a Bush hoy que K se haya manifestado “hijo de las madres y abuelas” de los desaparecidos, porqué no se pueden reivindicar graciosamente las torturas y los asesinatos del pasado. Y porqué espera que el Congreso argentino despeje el camino para que los marines norteamericanos tengan inmunidad parcial en próximos ejercicios militares y que se protejan las patentes medicinales de EE.UU.
“Esta es una oportunidad que no podemos desaprovechar”, insistió el canciller Bielsa ante Miguel Pichetto y José María Díaz Bancalari, los titulares de los bloques de senadores y diputados del PJ, a los que se invitó especialmente a viajar a Nueva York.
“Invirtieron en un país que quebró”, se confesó K ante mandatarios extranjeros. Horst Köhler, el mandamás del FMI, creyó en la sinceridad del “pingüino”: “esto lo puedo cumplir, esto no”, contó el alemán que le enumeró K.
En este contexto hay que inscribir las primeras represiones contra manifestaciones piqueteras, a partir del jueves pasado. Todo un sector de ese fenómeno semi anárquico nacido al calor del derrumbe caótico de Fernando De la Rúa, se acopló al modelo de Kirchner y Eduardo Duhalde, pero un grupo minoritario, más intransigente prefirió seguir transitando con la táctica de choque, a través de la protesta encapuchada y con palos.
Kirchner, quien hoy disputará electoralmente con Duhalde en Misiones, se prepara para corregir errores. La fecha clave es diciembre cuando, entre otros pasará a retiro el jefe del ejército Roberto Bendini, ariete utilizado para decapitar a la cúpula que había “traicionado” al designado embajador en Colombia, Martín Balza, el general de la autocrítica.
No se le puede cobrar a un muerto, expuso Kirchner en la ONU. Y en medio de la locura planetaria - con una Argentina degradada económica, social, cultural y moralmente -, los poderosos, interesados, apostaron por revivir a un paciente con potencialidades naturales a la vista.

     
     
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