Viernes 12 de setiembre de 2003
 

Cerca del poder, lejos
de Pinochet

 

Por Paulina Modiano

  El sueño de Augusto Pinochet fue pasar a la historia como un héroe que salvó a Chile del marxismo. Pero 30 años después del golpe militar que lideró para derrocar al socialista Salvador Allende, hasta sus otrora partidarios han tomando distancia y no están dispuestos a hacer un reconocimiento público de su gestión.
Con pragmatismo, la derecha chilena, que antaño apoyó férreamente a Pinochet, de 87 años, ha buscado así elevar su respaldo popular, dejando atrás su vinculación con la dictadura. Y lo ha logrado. Aunque restan dos años y medio para las próximas elecciones presidenciales chilenas, la derecha, liderada por el alcalde de Santiago, Joaquín Lavín, está segura de que romperá el ciclo de 16 años en el poder que completará el 2006 el pacto de centroizquierda que conduce Chile desde el fin de la dictadura. Razones no le faltan: Lavín encabeza todas las encuestas políticas desde el 2000, cuando asumió el actual presidente socialista Ricardo Lagos, tras ganar una reñida segunda vuelta electoral, luego de que en la primera Lavín casi lo empató.
“Todo ello es consecuencia de la proposición que ha hecho Lavín de un cambio, porque eso es lo que quiere el país: nuevos rostros, nueva gente”, afirma el senador derechista Sergio Fernández, quien dos veces ejerció como ministro del Interior del gobierno de Pinochet.

Los renegados

En otros tiempos Lavín fue un acérrimo defensor de la obra de Pinochet, particularmente del modelo económico liberal y aperturista que impuso en el país y que perdura hasta hoy. Pero al igual que los demás dirigentes del pacto bipartidista de derecha que encabeza, la Alianza por Chile, ha dejado de lado su antigua cercanía al ex dictador, cuya figura aún parte a Chile en segmentos irreconciliables. “La derecha ha sido absolutamente magistral en posicionarse como si no hubiera tenido nada que ver con la dictadura y con las violaciones a los derechos humanos que ocurrieron en ese período”, opina Marta Lagos, directora de la firma encuestadora Mori.
El propio gobierno reconoce que la derecha modificó su postura, lo que le permitió crecer electoralmente, atrayendo a votantes menos progresistas del propio pacto de centroizquierda, Concertación. “Hay un cambio en el discurso de la derecha, eso es una realidad que tenemos que asumir”, admite el ministro del Interior, José Miguel Insulza. “La derecha ha venido haciendo progresos, metiéndose en el campo social, restableciendo credenciales algo más democráticas”.
Pero la estrategia de la derecha chilena, que cuenta con un fuerte respaldo de los empresarios, una supremacía en los medios de comunicación locales y que aspira a aumentar su votación penetrando en sectores populares, no se ha limitado a dejar atrás su pasado pro Pinochet. Tanto es así, que a mediados de este año inesperadamente un grupo de sus dirigentes asumió por primera vez la veracidad de las violaciones a los derechos humanos bajo la dictadura y pidió a Lagos una reparación económica para los familiares de los más de un millar de detenidos desaparecidos.
La propuesta fue parcialmente acogida por el mandatario, aunque el resarcimiento económico resultó menor al solicitado y no implicará el cierre de los juicios contra más de un centenar de uniformados retirados y en actividad acusados de desapariciones y torturas.
“La interpretación política primaria es el oportunismo”, comentó el portavoz de gobierno Francisco Vidal, al referirse a la nueva postura de la derecha sobre los crímenes durante la dictadura, de 1973 a 1990. “Si hay una segunda mirada y se profundiza el argumento, puede haber un deseo sincero y eso lo dirán realmente las almohadas de ellos, de reencontrarse con sus errores”, agrega.

Triste, solitario y final

Aunque el distanciamiento de Pinochet le ha dado una buena ganancia de votos a la derecha, que refuerza su aspiración de alcanzar en las próximas elecciones presidenciales el 50% más uno de los sufragios requeridos para tomar el poder, también despertó críticas en su propio entorno. Ello, porque no todos se resignan a que el ex dictador termine sus días solitario, rodeado sólo por su entorno más íntimo y sin el reconocimiento público que tanto anheló. De hecho, hace diez días 1.700 partidarios del ex gobernante militar se reunieron en un centro de eventos en el sector más pudiente de la capital y criticaron duramente a quienes hoy reniegan de su pasado pinochetista y permanecen indiferentes ante los juicios contra militares. “Nunca tomaremos distancia de nuestros uniformados por lo que hicieron. Nunca olvidaremos que transformaron una sociedad violenta en otra pacífica y estable, una economía arruinada en otra próspera y pujante”, declaró el abogado Hermógenes Pérez de Arce, un ferviente partidario de Pinochet.
Los nuevos líderes de la derecha no asumen los cuestionamientos y aseguran que mantienen su reconocimiento hacia el gobierno militar, aunque no lo expresen muy públicamente”. Nosotros hemos sido leales con lo que fue el gobierno militar”, aseguró el senador Hernán Larraín, de la Unión Demócrata Independiente (UDI), partido en el que milita Lavín y que actualmente es el mayor de Chile. “Pero creo que la lealtad no puede entenderse como una rendición incondicional”, agrega. “Tiene que ser pensando en el hoy y en el mañana y no en el pasado”.
Lo concreto es que ayer, cuando se conmemoraron 30 años del golpe militar, ni Lavín ni sus adláteres celebraron o acompañaron al ex dictador.
“Un signo de reconciliación es respetar lo que cada uno de corazón sienta que quiere y debe hacer un 11 de setiembre”, declaró Lavín. “Para mí fue un día de trabajo como alcalde”.
     
     
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