Domingo 7 de setiembre de 2003
 

Escándalo en tiempo electoral

 

Por Gerardo Bilardo

  Pedro Salvatori, el principal operador del gobernador neuquino en el Senado, quedó involucrado esta semana en un escándalo cuyas derivaciones aún se desconocen.
De la mano de Juan Pablo Flores, hasta el jueves un ignoto colaborador del legislador, ingresaron al recinto dos intrusos, e incluso uno de ellos aparentemente logró sentarse en una banca.
Esto sucedió a la madrugada, cuando los senadores arrastraban el cansancio de una sesión histórica y recorrían un tramo decisivo del juicio político que se sustancia contra el juez de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, Eduardo Moliné O’Connor.
Salvatori, vicepresidente segundo del Senado, asumió la responsabilidad institucional del hecho y su asesor Flores cargó con todo el peso de la maniobra que permitió el ingreso de sus conocidos al recinto.
Ayer el ingeniero Salvatori, un hombre que gobernó esta provincia entre 1987 y 1991 y que cerró una alianza política con Sobisch en 1999, dijo a una radio que no comprendía por qué el comportamiento supuestamente inocente y provinciano de dos invitados de su colaborador había generado tanta suspicacia en la política nacional.
Dijo también el senador que a este suceso habría que calificarlo como una “anécdota”.
Lo ocurrido en el cámara alta ya disparó una investigación y quedará registrado como un penoso antecedente, siempre y cuando se determine que el hecho no escondió intencionalidad, tal como trabar el proceso de juicio político que está en marcha contra un ministro de la Corte.
Sin embargo, y por lo delicado del asunto que estudia el Senado, el episodio es grave y aún queda abierto el interrogante acerca de las auténticas razones que originaron semejante torpeza.
Por ese motivo, voceros del gobierno nacional alimentaron la hipótesis de un supuesto complot para hacer fracasar el juicio contra el ministro de la Corte. Esto, traducido al lenguaje que circula en la Casa Rosada, es ni más ni menos que el llamado “pacto de Olivos residual” adjudicado a menemistas, algunos radicales y partidos provinciales.
El sobischismo, aliado del menemismo en la política nacional, no comparte el juicio a integrantes de la Corte Suprema. Lo ha dicho Sobisch en sus discursos de campaña al criticar éste y otros temas centrales de la política del presidente de la Nación Néstor Kirchner.
El episodio que colocó al senador Salvatori en el centro de atención de la política nacional también tiene su impacto local.
Por tratarse de ese tipo de noticias que irritan al gobernador, el caso de los llamados “senatruchos” afecta al producto “Neuquén es confianza”, un eslogan del marketing político cultivado con esmero por el candidato a gobernador del MPN.
El daño fue causado porque la noticia colocó la mirada sobre Neuquén y el partido provincial. Y para estos casos, el gobierno local, que aquí controla una extensa red de propaganda financiada con fondos de la comunidad, no tiene antídoto para adormecer al periodismo.
En su carrera hacia la reelección Sobisch no está preocupado tanto por el triunfo, al que da por seguro, como por la diferencia que obtendrá en las urnas y el número de diputados que colocará en la Legislatura.
El candidato oficialista está empeñado en conseguir no menos de 19 legisladores para tener quórum propio, y de ser factible 24 representantes, la llave que le otorgaría al oficialismo la mayoría legislativa, con lo cual Sobisch podría gobernar con características imperiales.
Al eliminar de su entorno cuanta voz desafina con el discurso oficial, Sobisch también se prepara para rodearse de amigos en su nueva gestión, si las urnas lo favorecen el próximo 28.
No hay mucho para decir al respecto, excepto que es conocido el pensamiento del aspirante a la reelección sobre la amistad, especialmente a la hora de distribuir créditos a través de organismos como el Iadep, que administra recursos públicos.
En rigor, Sobisch ya dio señales al colocar a un incondicional como compañero de fórmula, el actual concejal Federico Brollo, y al decidir el regreso a la Cámara de Diputados de dos amigos del mismo temple: Oscar Gutiérrez, ministro de Gobierno, y Manuel Gschwind, pieza clave en el manejo de la política de asistencia social. El primero de los mencionados se prepara para ser el futuro vicepresidente primero de la Legislatura y el segundo, jefe de bloque del partido provincial.
El gobernador no quiere sombras en el poder y apuesta a conformar un grupo de colaboradores homogéneo que cubra sus espaldas, especialmente para cuando llegue el momento de ofrecerse como candidato para el 2007, tal vez a presidente, una idea que no abandonó.

Gerardo Bilardo
gbilardo@rionegro.com.ar

     
     
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