Jueves 4 de setiembre de 2003
 

El abandono del
desarrollo sustentable

 

Por Luz Sapag

  San Martín de los Andes crece y el caos también. Así y todo, soporta y aún conserva sus montañas verdes, sus aguas claras, su aire puro y, a veces, sus silencios intensos cuando una alarma antirrobo no comienza a sonar con estridencia.
La bondad de la naturaleza nos dio el privilegio de gozar de un lugar al que nada le falta, sólo una política clara de preservación. Nada más ni nada menos.
San Martín atraviesa por una instancia en la cual, de no actuar en forma activa y responsable, su problemática ambiental será costosísima, si no inabordable, pues son varios los ejes descuidados en materia de preservación.
Hoy el cuidado del medio ambiente se constituye como una de las asignaturas fundamentales en la agenda mundial, pues la naturaleza es el soporte de nuestras vidas y en la medida en que mejor se preserve, mejor será nuestra calidad de vida.
No en vano nació el concepto de desarrollo sustentable, superador de la antinomia desarrollo vs. preservación, y que nos propone un marco viable atendiendo al crecimiento económico, la equidad social y la conservación de los recursos naturales.
Marco del que no se requiere ni gran ingenio, ni grandes capitales para poner en práctica. Simple y sencillo: planificar el crecimiento y “concretar” acciones preventivas y/o restauradoras.
Cuando asumí como intendenta de San Martín mi gran desafío fue proponer a la comunidad, mediante acciones de gobierno, emprender juntos una política de preservación de nuestra ciudad y su entorno. Para ello se diseñaron planes y estrategias de gestión ambiental con el fin de rescatar, ordenar y preservar nuestros recursos naturales.
Así fue que se emprendieron acciones para el saneamiento y sistematización del lago Lácar. Esta experiencia, que no me voy a cansar de citar, fue tal vez la que nos alertó de la vulnerabilidad de nuestros recursos, por más en abundancia que éstos se encontraran. Por ello emprendimos también la planificación y sistematización del lago Lolog, origen del agua que bebemos; y la restauración de sitios degradados y cursos de agua, como la recuperación integral de los arroyos Trabunco, Quitrahue y Pocahullo.
Pero, además del Plan Maestro, que contemplaba la materia hídrica y cloacal, también se avanzó en la planificación territorial y urbanística. Fue entonces que ampliamos el ejido municipal y diseñamos un plan integral de ordenamiento, zonificación, edificación y conservación plasmado en normativas, a los efectos de conservar la armonía urbano-ambiental que caracteriza a nuestra ciudad, otorgándole el perfil de “Aldea Ecológica de Montaña”. Ejemplo concreto de acciones son la construcción de las plantas de tratamiento de efluentes cloacales Lago Lácar y Villa Vega Maipú, la ampliación de la red cloacal hasta servir a más del 90% de la población y obras de desagües pluviales, la erradicación del basural a cielo abierto de Trompul y habilitación de un relleno sanitario en una zona apta para la disposición y tratamiento de este tipo de residuos, rehabilitación de barrios periféricos, construcción y mejoramiento de viviendas, construcción de contenciones; restauración y creación de espacios verdes y reforestación urbana; colocación de contenedores de basura y permanente limpieza de calles y espacios públicos y la creación del cuerpo de guardas ambientales.
Estas y muchas acciones más fueron llevadas a cabo, todas ellas con un objetivo muy claro... hacer de San Martín de los Andes una ciudad y una sociedad enmarcadas en el desarrollo sustentable, para garantizar no sólo nuestro ecosistema, sino también la materia prima de la economía local y en consecuencia la genuina posibilidad de una sociedad para su pleno desarrollo.
Con profunda frustración compruebo cada día que recorro San Martín, que ese “inicio” por el camino del desarrollo sustentable se encuentra vedado por la falta de continuidad de políticas destinadas a sustentar el crecimiento de nuestra ciudad.
Tal es así, que ese tremendo esfuerzo que nos significó rescatar las aguas puras de nuestro lago, hoy puede convertirse en un esfuerzo en vano, pues nuevamente nos encontramos con el vertido de aguas servidas producto de la falta de construcción de los nuevos módulos requeridos para el pleno funcionamiento de la planta tratadora de efluentes Lago Lácar. Que los barrios crecen con total anarquía, sin reglamentación y con total ausencia de políticas sociales de contención y reubicación. Que esa urgencia por lograr un basural modelo con la separación y tratamiento de basura no parece ser un tema crucial ante el crecimiento explosivo. Que esa política de “pueblo” ordenado y limpio no llegó a instalarse como atributo de una sociedad, y da lo mismo las veredas con “emblemáticas rosas” que pedazos de nailon enredados en sus espinas.
A pesar de ello, todavía estamos a tiempo, siempre que el generoso paisaje no siga distrayendo la mirada de muchos. Es necesario comenzar a coordinar un abanico de acciones, desde el Estado pero también desde cada uno de los habitantes. El gobierno local tiene el deber de garantizar el crecimiento sostenido, velando por los recursos naturales, diseñando y ejecutando políticas afines. Pero la sociedad también es responsable del ambiente que habita, respetando y cumpliendo con las normas para preservar nuestro medio.
Como dicen... “Vivir en San Martín es impagable”... ¿No será que tendremos que empezar a pagarle con responsabilidad y respeto? No olvidemos que la bondad de la naturaleza se acaba cuando el hombre insiste en depredarla.
     
     
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