Martes 2 de setiembre de 2003
 

Protejamos a nuestros niños cuando viajan en auto

 

Por Adolfo Scatena (*)

  Una familia sale de paseo en automóvil y un hermoso día termina en tragedia: un choque sin mayor violencia, en las calles de la ciudad, ocasiona graves heridas a uno de los niños. Existen sucesos a veces imposibles de evitar, pero los adultos tenemos la obligación moral (y legal) de tomar precauciones.
Es comprensible, pero muy peligroso, que padres tolerantes permitan que sus hijos pequeños viajen “sueltos” en el asiento delantero del auto. Mas aún, algunos padres les permiten ir de pie tomados del borde del tablero, con la cara cerca del parabrisas, pudiendo así sufrir graves heridas en la cara o en los ojos en caso de una frenada de emergencia o de un choque. Otros permiten que sus hijos “manejen” cuando ellos conducen.
Los niños no deber ir parados o arrodillados en los asientos. Si no están correctamente sujetados, pueden sufrir graves heridas en el caso de una frenada de improviso o de un choque, incluyendo ser arrojados fuera del vehículo, con riesgo de aplastamiento.
Sentar a un niño en la falda de la madre es extremadamente peligroso, ya que la brusca desaceleración que se produce en un choque hace que tanto la madre como el niño se estrellen violentamente contra el parabrisas o el niño se escape de los brazos de la madre si ésta tiene colocado el cinturón de seguridad. En condiciones normales un niño no es demasiado pesado, pero en el momento del accidente se vuelve tan pesado que no se podrá retenerlo. Por ejemplo en un choque a sólo 40 km/h un bebé de 5 kg súbitamente alcanzará un peso de 100 kg en los brazos que lo llevan, lo que hará prácticamente imposible detenerlo y podrá salir disparado contra el parabrisas o el interior del vehículo.
Estas situaciones descriptas ocasionan muchas muertes, heridas en la cara y también graves lesiones en los ojos. Llevar a un niño en brazos no es un sustituto válido de un sistema de sujeción para niños.
Peor aún cuando el conductor lleva al niño en brazos, ya que en el momento del choque el peso del conductor se multiplicará varias veces, aplastando al pequeño cuerpo contra el volante con consecuencias muchas veces fatales.
Los cinturones de seguridad que trae el vehículo de fábrica están diseñados para adultos y no son adecuados para los niños. Debido al reducido tamaño del cuerpo del niño el cinturón simple (o la parte horizontal del combinado) asentará sobre su abdomen y no a la altura de los huesos de la cadera, como debería ser. En el caso de un choque existe la posibilidad de que el cinturón presione directamente sobre el abdomen, pudiendo causar serias heridas intra-abdominales.
Además, el punto de fijación del cinturón en la columna de la puerta está demasiado alto para un niño. En un pequeño el cinturón diagonal (en bandolera) cruzará a la altura del cuello, pudiendo producir lesiones fatales en órganos vitales en caso de accidente.
Los automóviles más nuevos traen como elemento de seguridad bolsas de aire (air bags) que se inflan si la severidad de un impacto es como mínimo comparable a una colisión a 30 km/h con un objeto inmóvil. También pueden inflarse si se produce un fuerte impacto en la parte inferior del vehículo, como cuando se atraviesa una zanja o pozo profundo. Los niños no deben permanecer de pie o arrodillados en el asiento delantero, ya que la bolsa de aire se infla con velocidad y fuerza considerables y el niño podría correr peligro de muerte o de sufrir graves heridas por la acción de la bolsa.
Las estadísticas demuestran que los niños que permanecen en el asiento trasero están más seguros, en caso de accidente, que los que utilizan el asiento delantero.
En muchos países existen leyes que protegen a los chicos que viajan en automóvil debido a su especial vulnerabilidad y esas leyes prohíben que los niños menores viajen en los asientos delanteros. En nuestro país la ley nacional de Tránsito (a la cual ha adherido la provincia de Río Negro) señala que los menores de 10 años deben viajar en el asiento trasero.
Desplazados del asiento delantero, se pensó que los niños estaban seguros en el asiento de atrás, pero muchos han muerto y muchos más han resultado heridos, en accidentes, al ser proyectados contra el respaldo del asiento delantero, contra los pasajeros de adelante o contra el interior del coche.
Para su mejor protección en accidentes y frenadas bruscas, los bebés y chicos pequeños deben viajar en automóvil protegidos mediante un sistema de sujeción especialmente diseñado para niños. Existen para ello cunas y asientos cuyas dimensiones y tipo dependerán del tamaño y peso del niño. Estos sistemas deben asegurarse a su vez sobre el asiento trasero del coche mediante el cinturón de seguridad de fábrica.
Si un chico es demasiado grande para utilizar un sistema de sujeción para niños, deberá sentarse en el asiento trasero con el cinturón de seguridad del vehículo, debidamente ajustado a su cuerpo. La porción diagonal del cinturón debe pasar a través del centro del hombro y apartado del cuello.
En suma, para evitarles daños es recomendable que los bebés y niños menores de 10 años viajen en el asiento de atrás convenientemente asegurados mediante un cinturón, o con un sistema de sujeción, adecuado a su tamaño.


(*) Médico forense, Poder Judicial
de Río Negro.
     
     
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