Jueves 18 de setiembre de 2003 | ||||
Diez años de cárcel por un crimen sin explicación Un hombre apuñaló a un joven sin mediar palabra. Creen que fue influenciado por el alcohol, o porque lo confundió con o-tro. Lo condenaron a diez años de prisión, en fallo unánime.
NEUQUEN (AN).- Diego Armando Camú debe haber muerto sin saber por qué ese desconocido al que veía por primera vez en su vida le clavaba un puñal en el pecho. Sólo Sebastián Egidio "Giyo" Cheuquepán lo sabe, y jamás quiso contarlo. Ni siquiera ayer, cuando escuchó que lo condenaban a diez años de prisión por ese crimen inexplicable. "Giyo", un albañil analfabeto de 36 años, y Camú, un joven de 17, sólo intercambiaron unas pocas palabras ásperas esa noche calurosa en que sus caminos se cruzaron. Quizá el resto lo hizo el alcohol, o alguna bronca confusa que arrastraba Cheuquepán y que lo hizo ver en el otro al origen de sus males. Los hechos ocurrieron el 25 de febrero pasado, cerca de la medianoche, en inmediaciones de un pool ubicado en una esquina con reminiscencias épicas: Combate de San Lorenzo y Sargento Cabral. Hasta allí llegó Cheuquepán pedaleando en su bicicleta roja, la dejó atada con cadena y candado en la puerta, entró y pidió una cerveza. Se sentó a la mesa sin quitarse el bolso tipo marinero que llevaba colgado en bandolera. Preguntó, como al pasar, si en esa zona había muchos robos. Y contó, porque tenía ganas de contarlo, que le habían robado la moto. Preguntó si alguien la había visto, o si sabía quién podía ser el autor del robo. Inquieto, el albañil miraba continuamente hacia afuera para comprobar si su bicicleta seguía allí; la dueña del pool lo vio tan preocupado que le ofreció entrarla, si eso lo dejaba más tranquilo. Estaban en la puerta, quitando la cadena de la bici cuando llegó Camú acompañado por un ami-go, Víctor Linares. Estaban buscando a una joven que viviría en el barrio, de quien tenían pocas referencias. Cheuquepán le respondió con fastidio. "Yo te voy a decir el nombre", escuchó un testigo. "Vení que yo te voy a decir dónde vive", creyó oír otro. Era la primera vez que se veían, y esa frase que nadie pudo retener con precisión sería la única que intercambiarían. Los dos amigos siguieron su camino. "Giyo" dejó la bicicleta a resguardo y salió tras ellos. Lo que pasó después sólo Linares pudo contarlo. Dijo que escuchó que los llamaban, Camú se dio vuelta y se topó de frente con un hombre que le asestó una única y limpia puñalada en el pecho. Camú alcanzó a gritar que había que escaparse. Nadie los persiguió. Una cuadra más adelante empezó a sentir mareos, tenía la camiseta empapada de sangre, y cayó. El forense dijo que la cuchillada "lesionó la arteria pulmonar en el tronco, al lado de la aorta, produciéndose un hemopericardio y finalmente el taponamiento cardíaco, lo que causó la muerte". Linares pidió ayuda, intentó correr al agresor, recordó que llevaba un bolso en bandolera. Cheuquepán regresó al pool, donde todo seguía normal porque nadie había visto ni escuchado nada. Le pidió a la dueña que le cuidara la bicicleta hasta el día siguiente y desapareció. Al otro día se presentó a buscarla, lo estaba esperando la Policía y lo detuvieron. Los jueces de la Cámara Segunda que lo juzgaron dijeron en la sentencia que Cheuquepán "demostró un gran desprecio por la vida humana". ¿Por qué mató? Quizá fue el alcohol, quizá creyó estar frente al autor del robo de la moto, especularon los jueces. Camú "cometió el error de acercarse a preguntar a quien no debía por el nombre y dirección de una chica", dijeron. Y condenaron a "Giyo" a 10 años de prisión.
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