Miércoles 17 de setiembre de 2003 | |||
Entrenó solo, logró el pase y lo festeja en casa |
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Javier Correa está en Viedma y fue recibido como un ídolo. |
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Javier se trajo dos preseas de oro, mientras que su hermano Miguel fue plata y bronce y Vanesa Pittao, bronce, los tres en canoaje. La nómina se completó con Patricia Ricciutti, medalla de bronce en taekwondo. El arribo fue un desahogo porque en el último tiempo vivió momentos duros. Consiguió logros importantes en soledad. Frente a rivales que llegan con entrenadores, terapeutas y que integran poderosos equipos, él le opuso un trabajo, primero en la República Checa y luego en Elberton, Estados Unidos. Pero clasificó por tercera vez para los Juegos Olímpicos y algo más. Será uno de los cinco deportistas americanos que promocionará los Juegos de Atenas y ayer, en su domicilio, recibió un llamado telefónico desde el Comité Olímpico Internacional (COI) para conocer sus actividades de los próximos meses y coordinar aspectos de promoción. Con algo de nostalgia dijo que “este año me hubiera gustado encararlo con las cosas sobre rieles, como prueba piloto para lo que va a ser el que viene, para que todo salga bien y buscar en los Juegos el podio. Sería ideal el oro”. Sin embargo, “todo fue al revés, primero los problemas con el pasaporte, después los organizativos con el resto del equipo”. Por eso “tuve que tomar decisiones sobre la marcha y me fui solo para no perder más tiempo”. Conocedor de los escollos que se presentan en el país “en abril ya había sacado la visa, porque no había tiempo entre las dos competencias para retornar al país. Si volvía podía estar uno o dos segundos más lento y no hubiera clasificado para Atenas”. Recordó que “fui a Elberton a entrenar porque había hecho un contacto con la gente de la República Checa y ellos conocían ese lugar porque lo habían usado en 1996. Reservé un trailer con lugar para cuatro personas pero estuve solo, porque en otro trailer estaban los tres checos”, en referencia al canoísta Martin Doktor, su padre que es el entrenador y su madre que oficiaba de cocinera. Correa contó que “empecé haciendo todo y después arreglé con la madre de Doktor, a veces les compraba las cosas y otras les pagaba para que ella hiciera la comida” además, “todos los días teníamos que bajar una lancha que usaban para su entrenamiento y a veces me ayudaban a tomar los tiempos, de lo contrario entrenaba solo con mí plan de trabajo porque era diferente al de ellos”. Su férrea voluntad ganó la pulseada. “A esa altura llevaba cuatro meses sin venir a Viedma, antes eran otras cuatro paredes, hubo momentos difíciles, como cuando te planteas un montón de cosas, pero me decía ya estoy acá me la tengo que jugar para que salga lo mejor posible, que el esfuerzo valga la pena”. Esta situación no es nueva. “Te vas forjando, ya pasé por otras cosas que dejan enseñanzas, después de esto festejás los resultados con otro sabor. Esto es lo que tengo y me tiene que servir. Intento generar en la Argentina que se trabaje, como tiene que ser. Algo mejoró, un gran avance es poder decir si el equipo no va, yo sí. Antes, la Federación no te lo permitía”, finalizó. Era más importante Atenas que la medalla VIEDMA (AV).- En el marco de un encuentro con la prensa, Correa recordó que el último Mundial “por ser la clasificación para los Juegos Olímpicos, tenía otra importancia, más allá de los resultados. Para todos la obligación era buscar una plaza para los Juegos, en especial para los europeos. Eso hizo que desde las semifinales las competencias fueran muy duras, con un nivel muy parejo porque había pocas plazas y mucha gente que quería estar en ese grupo”. |
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