Imágenes de sueño y realidad

Julio Ojeda expone y charla con la gente en Roca.

Julio Ojeda hablará sobre su obra con quienes se acerquen mañana al Museo Juan Sánchez.

ROCA (AR).- "Nunca mis dibujos o pinturas son como yo pensé que iban a ser. Una vez que las inicio es como que empiezan a seguir un derrotero propio, hasta que en un momento la pintura me dice: dejame así". Para Julio Ojeda, el reconocido plástico radicado en Roca, en su arte, "no hay certezas". "El trabajo se justifica si va a salir algo diferente de lo que yo pensé", afirma Mañana a las 20, en el Museo Municipal de Bellas Artes "Juan Sánchez", el artista plástico estará presente, para charlar con el público a partir de su muestra "Homenaje al Museo".

"Esta muestra en realidad es un conjunto de cosas diversas. Algunas son partes de series. Nunca sé cuando puedo trabajar sobre un tema o una situación. Algunas son una especie de excusa: por ejemplo la historia del pintor y la modelo, que lo pintó todo el mundo", comenta.

Lápiz de color sobre tela -algo que no había trabajado-, terracotas, óleos y otros dibujos. Su barrio, o "el que imagino", como dice Ojeda, es uno de los temas centrales. Sus personajes y sus lugares "Tomo recuerdos y reminiscencias del barrio de mi infancia. Los climas, las atmósferas. Esos atardeceres eternos en los que mi vieja iba a la modista y yo la tenía que estar esperando en el patio. Parecían interminables", relata Poco a poco, va explicando ideas, o resultados. Porque justamente esa serie, entre la que se encuentran las obras "La espera" y "La tía", se presenta como particularmente oscura y triste. "Tuve un infancia muy feliz", contradice. "Me crié entre mis sueños y mis libros, en un ambiente bastante sereno. Y con recuerdos muy profundos. Yo vivo mucho de eso". Entonces no hay una relación directa entre una cosa y la otra. La respuesta se relacionará con la ausencia de certezas de la que habla. Por otra parte, él diría que no hay una res

puesta fija, y que esas obras son oscuras, de la misma manera que en otro rincón, los colores de los óleos iluminan el salón. "Estaba contento", afirmaría.

"No sé si lo que dibujo tiene que ver con la verdad, o más bien con un clima". Nunca está seguro sobre lo que recuerda. No distingue entre sueño imaginado y sueño real. No sabe si la cosas ocurrieron o no. Tampoco importa. Sirven e inspiran, quizás para producir algo diametralmente opuesto, pero inspiran al fin.

Cordobés, se crió en un barrio "viejo" -no especifica si esta es una característica actual o de hace 50 años- llamado San Vicente. "Era un barrio de casas altas, sobre calles angostas que en las noches se iluminaban apenas con lámparas de 20", dice. El artista describe continuamente momentos, pero sin certezas. Sus obras, en consecuencia, son también momentos.

Inspiración o idea. Es la oposición más simple que se plantea a la hora de crear. Ojeda convoca a lo que llama "mis fantasmas". "Son todo aquello que te habita en un espacio de intimidad y que te remite a imágenes en forma permanente", explica. Inmediatamente, agrega: "Yo no lo hago en forma premeditada, sino que muchas veces, cuando empiezo a trabajar no sé donde voy a terminar. Hay algo de obsesivo en las imágenes con las que uno convive" Además de los dibujos y las pinturas, en la muestra, que inicialmente permanecería hasta el sábado, pero que se extenderá unos días más, el artista expone un trabajo en "Terracotas". Estas esculturas de arcilla prologan el clima de recuerdos atemporales. El café del pueblo, sus personajes y el barrio. Como si la selección para presentar en el museo estuviera marcada por la nostalgia. Y es posible, porque quizás Ojeda no lo haya ideado de esa manera pero, como en todo su trabajo, el resultado terminó diferenciándose del objetivo inicial.