Miércoles 17 de setiembre de 2003

ENTREVISTA Máximo Pujol

 

Guitarra, composición y docencia

Lo que en un principio fue una diversión propia de la edad, se transformó luego para Máximo Pujol en una carrera de intérprete, compositor y docente que también se proyecta al mundo. Vienepor primera vez a Roca para dar un seminario en el IUPA y un concierto el viernes.

 

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Pujol comparte su música en un concierto el viernes a las 22 en el Auditorio Ciudad de las Artes de Roca.

Si comenzó a los 8 años perfilando una vocación musical de intérprete, ya a los 16 Máximo Pujol estaba escribiendo para la guitarra. "Una manera de hacer algo diferente, no sólo lo que me mandaba mi maestro" dice el maestro Máximo Pujol acusando una temprana inquietud de creador desde su barrio natal, el porteño Villa Pueyrredón La música ya se respiraba en su familia de profesión odontólogos, pero con un padre cantor de tangos, con guitarra en el ropero y un hijo que pedía ejercitarla en su vocación. Eso se concretó porque uno de los pacientes del barrio era el profesor Gaspar Navarro, "un exigente folclorista".

Allí fueron todos los niños para su primera experiencia con la guitarra. También Máximo Pujol "Lo que empezó como vocación se transformó en algo serio" recuerda al reseñar lo difícil que era el mundo del arte en esa época y los permisos familiares para encararlo. La oferta de estudios no era tan amplia como hoy, y las carreras tradicionales eran casi un imperativo.

- ¿La vocación fue más fuerte?

- Ya terminada la secundaria y con años de facultad, Ciencias Exactas, el profesor de matemáticas prefirió la guitarra a pesar de los reparos de mis padres para admitirlo, aunque mi hermano es un prestigioso ingeniero. Yo quería tener mi medio de vida en la música, era como la oveja descarriada. Fue cuando empecé a escribir para guitarra mientras estaba en el Conservatorio también. Repartía mis composiciones para compartirlas con mis amigos hasta que en los 80 un compañero, Jorge Labanca, me comentó que había tocado una pieza mía en un concurso en el conservatorio de la Universidad de Morón, donde los participantes, aún hoy, pre

sentan también obras de argentinos, que no son tantos. Yo estaba penetrando en un terreno casi virgen y eso me ayudó mucho. Este amigo presentó un preludio mío y afortunadamente ganó. En el jurado estaba María Isabel Sigwers, prestigiosa concertista argentina que viajaba a Europa y pidió mi composición para mostrarla a un editor inglés. Allí comenzó mi carrera porque el editor, que era John Duarte, un jerarca mundial de la guitarra, recibió dos composiciones mías y me escribió muy interesado. Después de la sorpresa le comenté que las composiciones eran cinco y las quiso. Así a los 20 años publiqué mis primeras obras en la editorial Universal de Londres, una de las más prestigiosas.

Esto fue casi inesperado para Pujol que luego recibió un encargo de una editorial austríaca y más tarde un ofrecimiento de Le Moine, con la que publica la mayor parte de sus composiciones, aunque también lo hace en los Estados Unidos.

- ¿Cómo se ubicó el ejecutante en ese contexto, se puede definir la inspiración de un compositor?

- Siempre me gustó la combinación de la composición y la interpretación. Yo tenía, y tengo, muchos modelos que me fascinaron muy especialmente Paco de Lucía, Astor Piazzolla o Gismonti, que pisan un escenario y tocan su propia música, además de la de otros. Pero también es muy desgastante, porque si ya es difícil ser un intérprete, sumarle el compositor es más complicado. Por otra parte definir si la inspiración en cuanto a una estructura "clásica o localista" es una pregunta difícil de contestar. Mi gran conflicto ha sido ese. Si uno tenía que componer siguiendo un perfil argentino o latinoamericano, si el mensaje de la partitura tenía que ser universal Mi maestro de composición Leónidas Arnero decía que lo bueno de la música es que uno es libre de hacer lo que siente. Esas fueron siempre mis reflexiones. Es cierto que nunca puede dejar mi raíz tanguera que viene de mi infancia, a pesar de que también me gustaba el rock en mi adolescencia. Pero entré al tango a partir de Piazzolla, que me dio vuelta la cabeza y por el camino inverso llegué a sus maestros y antecesores, como Troilo. De todos modos los que nos dedicamos seriamente a la creación artística nos preguntamos siempre en cómo y a quién llegamos, o si lo que estamos haciendo es una banalidad desechable. Mi maestro también decía que se lograba la universalidad del lenguaje a partir de darle un perfil local, como un producto de la cultura latinoamericana, a partir del conocimiento de uno mismo y su proyección. Eso no quiere decir que uno no use los recursos de nuestra herencia musical europea. Lo hicieron Piazzolla, Juan José Castro, Julián Aguirre y hasta Ginastera en un principio. Yo digo que que trato de hacer una fusión entre el contenido tanguero y el pensamiento formal "clásico".

Julio Pagani

Escenario e intimidad creativa

Máximo Pujol tiene más de cuarenta composiciones, si se toman obras integrales, o suites, pero esas obras se componen de partes que pueden ejecutarse independientemente. Eso sumaría más de un centenar de piezas realizadas. El autor de "Imágenes de abril " una de sus suites juega con su doble personalidad de compositor e intérprete, aquel que también estuvo alguna vez en el café Homero y conoció la noche porteña Pero ahora no hace muchas presentaciones porque escribir para la guitarra parece sumirlo en un necesario encierro. Le basta con formar parte de conciertos, festivales internacionales o de "Guitarras del mundo" el festival que formalizó Juan Falú, su amigo, con apoyo de entidades oficiales y privadas, otra convocatoria que pone a prueba su arte interpretativo con una guitarra argentina realización del luthier Francisco Estrada Gómez En el seminario que realizará desde hoy en el Instituto Universitario Patagónico de las Artes de Roca el tema será la música latinoamericana para guitarra, además de su propia obra "Me honra mucho que mis alumnos y los profesionales encuentren en mi música un lenguaje cercano", dice al destacar que "todos somos consecuencia de todo un movimiento que se da en Latinoamérica con la guitarra. Los guitarristas -agrega- somos como un submundo dentro del panorama de la música". Se refiere a los conciertos organizados específicamente para el instrumento. Señala que hay cantidad en el mundo de esos festivales Pero resalta que el más grande por la amplitud de convocatoria es el que hace Argentina y lidera Juan Falú. Recuerda su época de estudiante con Antonio de Raco en el camping de Bariloche o en sus cursos en Porto Alegre como de gran riqueza en cuanto a formación y convivencia Sabe que vuelve a Río Negro a un lugar del que le hablaron muy bien por su quehacer en el arte. Sabe también que hoy los músicos del interior "están al día porque gracias a Internet se enteran de todo". (J. P.)

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