Miércoles 10 de setiembre de 2003

Mediomundo

Señor Chan

La sala de cine era el oscuro y angosto pasillo de la escuela primaria E-5, allá lejos, donde el diablo perdió el poncho y las sirenas existen. Un televisor con el volumen al máximo soportaba las patadas y los puñetazos de un chico que iba de la risa al dolor sin escalas. La película se llamaba "El maestro borrachón". No lo sabíamos nosotros, críos con sueños catódicos de Bruce Lee, pero el protagonista estaba destinado a convertirse en una leyenda del cine.

Hora y media de volteretas mortales y enseñanzas de un viejo sabio que nunca paraba de beber sake o algo por el estilo. Después, el portero de la institución apretaba el interruptor. Nos quedábamos todavía unos segundos como volviendo desde Oriente con el rostro marcado por el "puño del dragón", mientras el hombre abría las puertas a nuestras espaldas. La tarde se había vuelto noche. Hacía frío.

De nombre chino Chan-Kong Sang. Sing Lung en cantonés. Cheng Long en mandarín. Jackie Chan en inglés. El más impresionate artista marcial del planeta. Tiene casi 50 años. Un poco mayor para volverse famoso en materia de cine acción. El señor Chan ha ido, por lo general, contra las reglas del sistema hollywoodense, que terminó haciéndole un lugar.

Actor, director, guionista y artista de la expresión corporal, Chan consiguió su sueño americano -el mismo que desveló a Bruce Lee- con "Rumble in the Bronx", un filme donde los "gringos" y los "amarillos" se cruzan sin tapujos. Los primeros, en el papel de los duros pandilleros del barrio y los segundos, encarnando a los inmigrantes que llegan a la gran ciudad para instalar un comercio. El resultado es un guión donde hay más drama que comedia, algo que a Chan no le apetece demasiado. A los americanos, sin embargo, les gustó la idea y transformaron la película en un boom. Entonces, Jackie Chan volvió a sonreír con su cara de pibe triste.

Jackie Chan nació el 7 de abril de 1954. Siendo un niño estuvo a punto de ser vendido por unos padres que no podían sostener una precaria situación familiar. Al fin, fue enviado a La Escuela de la Opera de Pekín, un sitio donde las condiciones de entrenamiento se asemejaban a las de un campo militar. Chan sobrevivió y se destacó entre miles.

Durante años hizo pequeñas participaciones en el cine de Hong Kong, hasta que tuvo su oportunidad como protagonista. Hay un par de escenas ideales para los fanáticos, en las que se lo ve junto a Bruce Lee en "Operación Dragón". También hizo apariciones menores en los filmes americanos "Los Locos del Cannobal I y II". Una rarísima postal: Jackie Chan junto a Burt Reynolds, Sammy Davis Jr. y Dean Martin.

Dicen que Chan es un tipo perseverante hasta la testarudez. Muchas cosas pasaron antes de lograr este nivel de notoriedad. Su apuesta por entrar en el mercado de habla inglesa, siendo ya una estrella en Oriente, "La furia de Chicago", resultó un fiasco.

Luego vinieron esas actuaciones mínimas junto a Reynolds y hasta alguna que otra humillación del medio televisivo. Hace 20 años Jackie Chan fue invitado al show de David Letterman. Acababa de llegar de Hong Kong, tras 20 horas de vuelo, y aceptó ir al programa que le significaba volar nuevamente de Nueva York a Los Angeles. Unas 6 horas más. Al llegar, nadie habló con él. El equipo de Letterman sólo se comunicaba con su representante, Willie Chan. Lo maquillaron. Lo prepararon y lo despidieron. ¿Y la entrevista? "Tenemos que irnos, Jackie, ellos tienen miedo de que no hables una palabra de inglés, no quieren a alguien así en el programa", le explicó Willie. Después del estreno de "Rush Hour", Chan fue invitado otra vez al show. Los que viajaron fueron ellos.

Esta semana el "The New York Times" dijo de su último filme, "The Medallion", que conserva la credibilidad de las calles de Hong Kong y que Chan puede volar a través del aire como el mejor luchador de "The Matrix". Salvo que Chan no utiliza efectos digitales.

Chan no quedará en la historia como una actor brillante al estilo de Robert De Niro, eso es obvio. Aunque sería injusto que sólo se lo considerara un malabarista de las fibras corporales. Este actor insólito no especula con su público.

Nadie como él en los últimos 20 ó 25 años ha rescatado de una manera tan inteligente y divertida el gesto y el movimiento. La acción cómica en esencia. Chan merece ser parte del círculo de fuego que completan Buster Keaton, Charles Chaplin y el Gordo y el Flaco.

Chan posee la alegría del niño virtuoso que fue aun en medio de la tormenta. Alegría, sí. Porque sonreír es gratis y que cuesta, cuesta.

Claudio Andrade
candrade@rionegro.com.ar

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